"...decir
que Juan José Saer es el mejor escritor argentino actual es una manera de
desmerecer su obra. Sería preciso decir, para ser más exactos, que Saer es uno
de los mejores escritores actuales en cualquier lengua y que su obra –como la
de T. Bernhard o la de Samuel Beckett– está situada del otro lado de las
fronteras, en esa tierra de nadie que es el lugar mismo de la
literatura..." –Ricardo Piglia
Las obras de Saer enriquecen nuestra mirada, revelan una forma de posarse en el paisaje con una simpleza pocas veces alcanzadas en textos que hablan de este lugar.
Este escritor
santafesino nació en Serodino, al sur de la provincia, su infancia estuvo marcada
por el paisaje de Colastiné, de donde toma su verde y sus tranquilas aguas que
marcaron un estilo literario que lo identifica.
En la
adolescencia, ya en la ciudad de Santa Fe, junto con sus estudios se fue
adentrando en la obra de Juan L. Ortiz, Proust, Poe, Faulkner, Onetti, Rulfo,
Borges. Participó activamente en los debates de Cine Club Santa Fe en la década
del 60 y fue profesor del Instituto Nacional de Cine de la Universidad Nacional
del Litoral donde se desempeñó como docente de Crítica y Estética
Cinematográfica e Historia del Cine.
Su vinculación con el cine incluye el
guión de Las Veredas de Saturno (1985), para el film homónimo de Hugo Santiago.
También fue muy bien llevada a la pantalla grande Cicatrices, dirigida por el
detallista Patricio Coll.
Durante
aquellos años Saer se desempeñó como periodista durante un breve lapso de
tiempo.
En 1968, gracias a una beca obtenida a través de la Alianza Francesa,
viajó a Francia durante seis meses. Diversos motivos harían que se radique
definitivamente en Paris y realice su carrera académica en la Universidad de
Rennes. Reside en la ciudad parisina hasta el momento de su muerte, acontecida
el 11 de junio de 2005.
Sus años de
éxito en la Argentina y su relativa circulación en el exterior fueron precedidos
por dos décadas de casi completa indiferencia. Saer escribió buena parte de su
obra para un grupo de amigos. Sólo a mediados de los años ochenta, cuando había
publicado más de diez libros, el periodismo le dedicó una atención que antes
sólo había recibido en textos de circulación restringida al campo intelectual y
crítico.
Hoy la obra de
Juan José Saer está considerada entre las más trascendentes de las últimas
décadas en nuestra literatura. Autor complejo y original, creador de una
poética personal con fuertes marcas de identidad, se instala en la narrativa
argentina como una voz clave. En los últimos años su obra ha sido objeto de
estudio en la crítica académica a la vez que un creciente grado de popularidad,
siendo traducido al inglés, francés, alemán, italiano, holandés, portugués,
sueco y griego.
Saer participó
de numerosos encuentros literarios en Argentina, algunos de los más memorables
fueron en el marco de las reuniones de arte contemporáneo realizados por la
Universidad Nacional del Litoral de donde surgió la publicación de Diálogo
Piglia-Saer. Su última aparición pública, en el año 2002, se dio en la Bienal
de Arte Joven que se hizo en la Estación Ferroviaria Gral. Manuel Belgrano,
donde recientemente fue inaugurado un bar que lleva su nombre.
En su obra los
preceptos teóricos se acompañan, completan y describen con el espacio narrativo
formando un corpus su forma de ver la literatura, de sentir la literatura, no
como una herramienta para pertenecer al mundo literario (el suyo hubiera estado
signado por ser latinoamericano en la época del boom), sino como un recurso de
expresión alejado de cánones. En sus construcciones narrativas la conexión se
da por medio de personajes pero fundamentalmente por la zona, por el paisaje
donde sitúa sus acciones, siguiendo la línea de Faulkner. Esta zona es Santa
Fe, no una Santa Fe precisa sino la ciudad y los parajes recordados desde la
lejanía de Paris o desde la memoria de un momento siempre anterior, una Santa
Fe que es nombrada indirectamente por medio de descripciones precisas de
lugares, de calles, donde la terminal de ómnibus aún estaba ubicada enfrente de
lo que es hoy el Correo.
El influjo de
la poesía se advierte no sólo cuando escribe poesía propiamente dicha, la
recopilada en El Arte de Narrar, sino que en gran parte de su obra está
presente la búsqueda de ritmo de las frases y una estrecha relación con las
palabras y sus texturas similar a la usada por Juan L. Ortiz en su poesía. La
influencia de “Juanele” se hace patente a lo largo de su obra y es el único
personaje literario del que Saer se describe como discípulo.
La obra de
Saer forma un ciclo caracterizado por un paisaje, un grupo de personajes,
episodios que se esbozan en un texto y continúan o correlatan en otro, mucho
después. Las narraciones están signadas por un entramado donde las situaciones
reaparecen años más tarde, anécdotas o situaciones que parecían olvidadas se
recuperan, personajes que se desplazan desde un costado al centro de la escena
y vuelven como figuras secundarias o mencionados por otros. Esta suerte de
sociedad de personajes se puede observar también en la obra del novelista
Marcel Proust o en algunos relatos policiales de Raymond Chandler.
El Entenado,
La Ocasión y Las Nubes son tres obras contextualizadas en el pasado aunque no
responden a lo que hoy suele llamarse novela histórica. El Entenado es una
fábula filosófica, La Ocasión, una novela sobre la incertidumbre de la
paternidad y Las Nubes, un relato curioso sobre el traslado de un grupo de
locos a través de la llanura, desde Santa Fe a Buenos Aires. Saer ha leído bien
los cronistas, los viajeros y los escritores del siglo XIX argentinos de los
que se aleja para construir relatos desde sus estilo propio.
Los ensayos de
Saer, polémicos, inteligentes e incisivos, dotados de una voz propia sirven
sobre todo para comprender su obra en tanto narrador y para completar algunos
conceptos de su forma de entender la literatura. En el prólogo a La
Narración-Objeto enuncia que, a pesar de su tono objetivo, los textos críticos
de un escritor no reflejan más que sus hábitos e incluso sus prejuicios
disfrazados de conceptos.
PUBLICACIONES
Póstumamente
se publicó La Grande (novela, 2005) que a pesar de ser un texto inconcluso
cierra de manera brillante su producción narrativa y el libro de ensayos
Trabajos (2005) compuesto por artículos escritos para la prensa con un formato
breve y una gran condensación de ideas.
Su obra
poética está reunida en el Arte de Narrar (1977). Su producción narrativa
consta de cinco libros de cuentos: En la Zona (1960), donde comienza a
esbozarse la ciudad como espacio central de su narrativa, Palo y Hueso (1965);
Unidad de Lugar (1967); La Mayor (1976); Lugar (2000); y de doce novelas:
Nadie, Nada, Nunca (1980); El Entenado (1982); Glosa (1985); La Ocasión (1987);
Lo Imborrable (1992); La Pesquisa (1994); Las Nubes (1997); La Grande (2005).
Publicó además
Narraciones (1983), antología en dos volúmenes de sus relatos, Juan José Saer
por Juan José Saer (1986), selección de textos con un estudio de María Teresa
Gramuglio y El Río Sin Orillas (1991), inclasificable obra mezcla de ensayo,
historia y novela.
Además del
compendio póstumo Trabajos publicó los libros de ensayos Para Una Literatura
Sin Atributos (1988); El Concepto de Ficción (1997) y La Narración-Objeto (1999).
A partir del
fallecimiento de este prolífico autor se realizaron, además de una novela
póstuma y un compendio de escritos, diversas reediciones que permiten acercarse
o redescubrir su obra. Con su muerte se generó una gran demanda de sus títulos. No extraña este fenómeno en un país que
acostumbra a recordar a sus héroes por el día de su muerte. Hubo y habrá
homenajes a este referente de la literatura contemporánea, sin embargo para los
ciudadanos santafesinos la mejor manera de homenajear su memoria es leer sus
obras para conocer su mirada y enriquecer la nuestra.
Bibi Fernández - Para revista "eh! Agenda Urbana"