sábado, 12 de enero de 2013

JUAN JOSÉ SAER, UN ESCRITOR SIN ORILLAS


"...decir que Juan José Saer es el mejor escritor argentino actual es una manera de desmerecer su obra. Sería preciso decir, para ser más exactos, que Saer es uno de los mejores escritores actuales en cualquier lengua y que su obra –como la de T. Bernhard o la de Samuel Beckett– está situada del otro lado de las fronteras, en esa tierra de nadie que es el lugar mismo de la literatura..." –Ricardo Piglia

Las obras de Saer enriquecen nuestra mirada, revelan una forma de posarse en el paisaje con una simpleza pocas veces alcanzadas en textos que hablan de este lugar. 

Este escritor santafesino nació en Serodino, al sur de la provincia, su infancia estuvo marcada por el paisaje de Colastiné, de donde toma su verde y sus tranquilas aguas que marcaron un estilo literario que lo identifica.
En la adolescencia, ya en la ciudad de Santa Fe, junto con sus estudios se fue adentrando en la obra de Juan L. Ortiz, Proust, Poe, Faulkner, Onetti, Rulfo, Borges. Participó activamente en los debates de Cine Club Santa Fe en la década del 60 y fue profesor del Instituto Nacional de Cine de la Universidad Nacional del Litoral donde se desempeñó como docente de Crítica y Estética Cinematográfica e Historia del Cine. 

Su vinculación con el cine incluye el guión de Las Veredas de Saturno (1985), para el film homónimo de Hugo Santiago. También fue muy bien llevada a la pantalla grande Cicatrices, dirigida por el detallista Patricio Coll.
Durante aquellos años Saer se desempeñó como periodista durante un breve lapso de tiempo. 

En 1968, gracias a una beca obtenida a través de la Alianza Francesa, viajó a Francia durante seis meses. Diversos motivos harían que se radique definitivamente en Paris y realice su carrera académica en la Universidad de Rennes. Reside en la ciudad parisina hasta el momento de su muerte, acontecida el 11 de junio de 2005.

Sus años de éxito en la Argentina y su relativa circulación en el exterior fueron precedidos por dos décadas de casi completa indiferencia. Saer escribió buena parte de su obra para un grupo de amigos. Sólo a mediados de los años ochenta, cuando había publicado más de diez libros, el periodismo le dedicó una atención que antes sólo había recibido en textos de circulación restringida al campo intelectual y crítico.

Hoy la obra de Juan José Saer está considerada entre las más trascendentes de las últimas décadas en nuestra literatura. Autor complejo y original, creador de una poética personal con fuertes marcas de identidad, se instala en la narrativa argentina como una voz clave. En los últimos años su obra ha sido objeto de estudio en la crítica académica a la vez que un creciente grado de popularidad, siendo traducido al inglés, francés, alemán, italiano, holandés, portugués, sueco y griego.

Saer participó de numerosos encuentros literarios en Argentina, algunos de los más memorables fueron en el marco de las reuniones de arte contemporáneo realizados por la Universidad Nacional del Litoral de donde surgió la publicación de Diálogo Piglia-Saer. Su última aparición pública, en el año 2002, se dio en la Bienal de Arte Joven que se hizo en la Estación Ferroviaria Gral. Manuel Belgrano, donde recientemente fue inaugurado un bar que lleva su nombre.

En su obra los preceptos teóricos se acompañan, completan y describen con el espacio narrativo formando un corpus su forma de ver la literatura, de sentir la literatura, no como una herramienta para pertenecer al mundo literario (el suyo hubiera estado signado por ser latinoamericano en la época del boom), sino como un recurso de expresión alejado de cánones. En sus construcciones narrativas la conexión se da por medio de personajes pero fundamentalmente por la zona, por el paisaje donde sitúa sus acciones, siguiendo la línea de Faulkner. Esta zona es Santa Fe, no una Santa Fe precisa sino la ciudad y los parajes recordados desde la lejanía de Paris o desde la memoria de un momento siempre anterior, una Santa Fe que es nombrada indirectamente por medio de descripciones precisas de lugares, de calles, donde la terminal de ómnibus aún estaba ubicada enfrente de lo que es hoy el Correo.

El influjo de la poesía se advierte no sólo cuando escribe poesía propiamente dicha, la recopilada en El Arte de Narrar, sino que en gran parte de su obra está presente la búsqueda de ritmo de las frases y una estrecha relación con las palabras y sus texturas similar a la usada por Juan L. Ortiz en su poesía. La influencia de “Juanele” se hace patente a lo largo de su obra y es el único personaje literario del que Saer se describe como discípulo.

La obra de Saer forma un ciclo caracterizado por un paisaje, un grupo de personajes, episodios que se esbozan en un texto y continúan o correlatan en otro, mucho después. Las narraciones están signadas por un entramado donde las situaciones reaparecen años más tarde, anécdotas o situaciones que parecían olvidadas se recuperan, personajes que se desplazan desde un costado al centro de la escena y vuelven como figuras secundarias o mencionados por otros. Esta suerte de sociedad de personajes se puede observar también en la obra del novelista Marcel Proust o en algunos relatos policiales de Raymond Chandler.

El Entenado, La Ocasión y Las Nubes son tres obras contextualizadas en el pasado aunque no responden a lo que hoy suele llamarse novela histórica. El Entenado es una fábula filosófica, La Ocasión, una novela sobre la incertidumbre de la paternidad y Las Nubes, un relato curioso sobre el traslado de un grupo de locos a través de la llanura, desde Santa Fe a Buenos Aires. Saer ha leído bien los cronistas, los viajeros y los escritores del siglo XIX argentinos de los que se aleja para construir relatos desde sus estilo propio.

Los ensayos de Saer, polémicos, inteligentes e incisivos, dotados de una voz propia sirven sobre todo para comprender su obra en tanto narrador y para completar algunos conceptos de su forma de entender la literatura. En el prólogo a La Narración-Objeto enuncia que, a pesar de su tono objetivo, los textos críticos de un escritor no reflejan más que sus hábitos e incluso sus prejuicios disfrazados de conceptos.

PUBLICACIONES
Póstumamente se publicó La Grande (novela, 2005) que a pesar de ser un texto inconcluso cierra de manera brillante su producción narrativa y el libro de ensayos Trabajos (2005) compuesto por artículos escritos para la prensa con un formato breve y una gran condensación de ideas.
Su obra poética está reunida en el Arte de Narrar (1977). Su producción narrativa consta de cinco libros de cuentos: En la Zona (1960), donde comienza a esbozarse la ciudad como espacio central de su narrativa, Palo y Hueso (1965); Unidad de Lugar (1967); La Mayor (1976); Lugar (2000); y de doce novelas: Nadie, Nada, Nunca (1980); El Entenado (1982); Glosa (1985); La Ocasión (1987); Lo Imborrable (1992); La Pesquisa (1994); Las Nubes (1997); La Grande (2005).
Publicó además Narraciones (1983), antología en dos volúmenes de sus relatos, Juan José Saer por Juan José Saer (1986), selección de textos con un estudio de María Teresa Gramuglio y El Río Sin Orillas (1991), inclasificable obra mezcla de ensayo, historia y novela.
Además del compendio póstumo Trabajos publicó los libros de ensayos Para Una Literatura Sin Atributos (1988); El Concepto de Ficción (1997) y La Narración-Objeto (1999).

A partir del fallecimiento de este prolífico autor se realizaron, además de una novela póstuma y un compendio de escritos, diversas reediciones que permiten acercarse o redescubrir su obra. Con su muerte se generó una gran demanda de sus títulos.  No extraña este fenómeno en un país que acostumbra a recordar a sus héroes por el día de su muerte. Hubo y habrá homenajes a este referente de la literatura contemporánea, sin embargo para los ciudadanos santafesinos la mejor manera de homenajear su memoria es leer sus obras para conocer su mirada y enriquecer la nuestra. 

Bibi Fernández - Para revista "eh! Agenda Urbana"

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