Fue un diálogo entre el científico Albert Einstein y el escritor Rabindranath Tagore, sucedió una tarde del 14 de julio de 1930, en la residencia del profesor Einstein en Kaputh, Berlín. Apareció en un
artículo firmado por Tagore, “The Nature of Reality” (La Naturaleza de la
Realidad) en la Modern Review XLIX, Calcuta, 1931, pp 42-43, y ha sido incluido
por el premio Nobel Ilya Prigogine en su obra “Tan solo una ilusión”.
Einstein: ¿Cree usted
en lo divino aislado del mundo?
Tagore: Aislado no. La infinita personalidad del Hombre
incluye el Universo. No puede haber nada que no sea clasificado por la
personalidad humana, lo cual prueba que la verdad del Universo es una verdad
humana. He elegido un hecho científico para explicarlo. La materia está compuesta
de protones y electrones, con espacios entre sí, pero la materia parece sólida
sin los enlaces interespaciales que unifican a los electrones y protones
individuales. De igual modo, la humanidad está compuesta de individuos
conectados por la relación humana, que confiere su unidad al mundo del hombre.
Todo el universo está unido a nosotros, en tanto que individuos, de modo
similar. Es un universo humano. He seguido la trayectoria de esta idea en arte,
en literatura y en la conciencia religiosa humana.
Einstein: Existen dos
concepciones distintas sobre la naturaleza del Universo: El mundo como unidad
dependiente de la humanidad, y El mundo como realidad independiente del factor
humano.
Tagore: Cuando nuestro universo está en armonía con el
hombre eterno, lo conocemos como verdad, lo aprehendemos como belleza.
Einstein: Esta es una
concepción del universo puramente humana.
Tagore: No puede haber otra. Este mundo es un mundo humano,
y la visión científica es también la del hombre científico. Por lo tanto, el
mundo separado de nosotros no existe; es un mundo relativo que depende, para su
realidad, de nuestra conciencia. Hay cierta medida de razón y de gozo que le
confiere certidumbre, la medida del Hombre Eterno cuyas experiencias están
contenidas en nuestras experiencias.
Einstein: Esto es una
concepción de entidad humana.
Tagore: Sí, una entidad eterna. Tenemos que aprehenderla a
través de nuestras emociones y acciones. Aprehendimos al Hombre Eterno que no
tiene limitaciones individuales mediadas por nuestras limitaciones. La ciencia
se ocupa de lo que no está restringido al individuo; es el mundo humano
impersonal de verdades. La religión concibe esas verdades y las vincula a
nuestras necesidades más íntimas, nuestra conciencia individual de la verdad
cobra significación universal. La religión aplica valores a la verdad, y
sabemos, conocemos la bondad de la verdad merced a nuestra armonía con ella.
Einstein: Entonces, la
Verdad, o la Belleza, ¿no son independientes del hombre?
Tagore: No
Einstein: Si no
existiera el hombre, el Apolo de Belvedere ya no sería bello.
Tagore: No
Einstein: Estoy de
acuerdo con esta concepción de la Belleza, pero no con la de la Verdad.
Tagore: ¿Por qué no? La verdad se concibe a través del
hombre.
Einstein: No puedo
demostrar que mi concepción es correcta, pero es mi religión.
Tagore: La belleza es el ideal de la perfecta armonía que
existe en el Ser Universal; y la Verdad, la comprensión perfecta de la mente
universal. Nosotros, en tanto que individuos, no accedemos a ella sino a través
de nuestros propios errores y desatinos, a través de nuestras experiencias
acumuladas, a través de nuestra conciencia iluminada; ¿cómo si no, conoceríamos
la verdad la Verdad?
Einstein: No puedo
demostrar que la verdad científica deba concebirse como verdad válida
independientemente de la humanidad, pero lo creo firmemente. Creo, por ejemplo,
que el teorema de Pitágoras en geometría afirma algo que es aproximadamente
verdad, independientemente de la existencia del hombre. De cualquier modo, si
existe una realidad independiente del hombre, también hay una verdad relativa a
esta realidad; y, del mismo modo, la negación de aquella engendra la negación
de la existencia de ésta.
Tagore: La verdad, que es una con el Ser Universal, debe ser
esencialmente humana, si no aquello que los individuos conciban como verdad no
puede llamarse verdad, al menos en el caso de la verdad denominada científica y
a la que sólo puede accederse mediante un proceso de lógica, es decir, por
medio de un órgano reflexivo que es exclusivamente humano. Según la filosofía
hindú, existe Brahma, la Verdad absoluta, que no puede concebirse por la mente
individual aislada, ni descrita en palabras, y sólo es concebible mediante la
absoluta integración del individuo en su infinitud. Pero es una verdad que no
puede asumir la ciencia. La naturaleza de la verdad que estamos discutiendo es
una apariencia – es decir, lo que aparece como Verdad a la mente humana y que,
por tanto, es humano, se llama maya o ilusión.
Einstein: Luego, según
su concepción, que es la concepción hindú, no es la ilusión del individuo, sino
de toda la humanidad…
Tagore: En ciencia, aplicamos la disciplina para ir
eliminando las limitaciones personales de nuestras mentes individuales y, de
este modo acceder a la comprensión de la Verdad que es la mente del Hombre
Universal.
Einstein: El problema
se plantea en si la Verdad es independiente de nuestra conciencia.
Tagore: Lo que llamamos verdad radica en la armonía racional
entre los aspectos subjetivos y objetivos de la realidad, ambos pertenecientes
al hombre supra-personal.
Einstein-Tagore
Einstein: Incluso en
nuestra vida cotidiana, nos vemos impelidos a atribuir una realidad
independiente del hombre a los objetos que utilizamos. Lo hacemos para
relacionar las experiencias de nuestros sentidos de un modo razonable. Aunque,
por ejemplo, no haya nadie en esta casa, la mesa sigue estando en su sitio.
Tagore: Sí, permanece fuera de la mente individual, pero no
de la mente universal. La mesa que percibo es perceptible por el mismo tipo de
conciencia que poseo.
Einstein: Nuestro
punto de vista natural respecto a la existencia de la verdad al margen del
factor humano, no puede explicarse ni demostrarse, pero es una creencia que
todos tenemos, incluso los seres primitivos. Atribuimos a la Verdad una
objetividad sobrehumana, nos es indispensable esta realidad que es
independiente de nuestra existencia, de nuestras experiencias y de nuestra
mente, aunque no podamos decir qué significa.
Tagore: La ciencia ha demostrado que la mesa, en tanto que
objeto sólido, es una apariencia y que, por lo tanto, lo que la mente humana
percibe en forma de mesa no existiría si no existiera esta mente. Al mismo
tiempo, hay que admitir que el hecho de que la realidad física última de la
mesa no sea más que una multitud de centros individuales de fuerza eléctricas
en movimiento es potestad también de la mente humana. En la aprehensión de la
verdad existe un eterno conflicto entre la mente universal humana y la misma
mente circunscrita al individuo. El perpetuo proceso de reconciliación lo
llevan a cabo la ciencia, la filosofía y la ética. En cualquier caso, si
hubiera alguna verdad totalmente desvinculada de la humanidad, para nosotros
sería totalmente inexistente. No es difícil imaginar una mente en la que la
secuencia de las cosas no sucede en el espacio, sino sólo en el tiempo, como la
secuencia de las notas musicales. Para tal mente la concepción de la realidad
es semejante a la realidad musical en la que la geometría pitagórica carece de
sentido. Está la realidad del papel, infinitamente distinta a la realidad de la
literatura. Para el tipo de mente identificada a la polilla, que devora este
papel, la literatura no existe para nada; sin embargo, para la mente humana, la
literatura tiene mucho mayor valor que el papel en sí. De igual manera, si
hubiera alguna verdad sin relación sensorial o racional con la mente humana,
seguiría siendo inexistente mientras sigamos siendo seres humanos.