Lina Meruane, chilena radicada en Nueva York, define al acto de la escritura como un ejercicio de la conmoción, con un golpe alto y también bajo. Junto a Soledad Marambio decidió apostar por una serie de textos que acaban de poner a circular en
una editorial chica, Brutas, fundada ad hoc, donde los personajes son ciertas
zonas o ciudades bajo un régimen de discurso emparentado a la crónica pero que
no se agota en eso. Se trata de libros casi artesanales, en cada uno de los
cuales dos escritores se refieren al mismo lugar sin obligación de coincidir:
Santiago, Buenos Aires, Japón, París, Berlín y Belarús, abren la primera tanda.
Meruane nació en Santiago en 1970; novelista, cuentista,
periodista cultural, dramaturga, ensayista. Publicó, entre otros libros, Las
infantas, Sangre en el ojo, Fruta podrida y Viajes Virales.
¿Qué las empujó a crear el sello Brutas Editoras?
- Brutas Editoras nace de un deseo: poner a circular textos
de nuestro gusto, en la diversidad de los modos del castellano, en un espacio
literario dominado por el inglés. Nace también del deseo de volver a la mesa
redonda que nos permite discutir textos, pensar juntas el hacer literario, una
suerte de taller que a veces ocurre presencialmente y a veces en la vía
virtual. Es una manera de inscribir una palabra, un proyecto, unos textos en la
escena neoyorquina. Lo que ha sucedido después es que este proyecto que
imaginamos originalmente como site-specific se nos ha ido un poco de las manos,
y hemos empezado a hacerlo circular más ampliamente.
¿Por qué Brutas? ¿No suena un poco brutal?
- Absolutamente: esa era la idea. No simplemente publicar
libros sino hacerlo brutalmente, con fuerza, con rigor, con pasión, con
espíritu lúdico, sin condicionamientos económicos de por medio, y por lo mismo
a escala humana, y sin solemnidad. La edición como una pega y como un
divertimento, no como un sustento o un negocio. Sin olvidarnos nunca que la
escritura es un ejercicio de conmoción, un golpe alto y también bajo.
¿Existe una suerte de moda o auge de la crónica en América Latina? Si
es así, ¿qué razones encontrarías para esa existencia?
- La crónica está en
los inicios de la escritura latinoamericana, es un género muy nuestro, pero sin
duda en los últimos veinte años se despegó de su anterior lugar de escritura de
segunda clase en el que estaba. Algún escritor ha dicho que el auge de la
crónica responde a un hambre de realidad tras años del dominio absoluto de una
gran literatura -esas escrituras alegóricas, de desplazamientos simbólicos más
complejos, de lenguaje metafórico y estructuras más elaboradas. La literatura
del boom y las que vinieron después. Pero no se puede olvidar que todos esos
escritores fueron también grandes cronistas y que escribieron, algunos,
desnudando la realidad y exhibiendo, hasta los huesos, en casos extremos, el
propio yo. Yo más bien creo que la crónica adquirió un nuevo brillo, porque por
un lado muchos escritores abordaron ese género como forma literaria, con la
misma pasión, con la misma tensión, porque lo privilegiaron, porque lo pusieron
a la altura de toda su producción. Y quizás también porque, como efecto, esas
crónicas lograron encontrar lectores ávidos.
¿Cómo deciden las ciudades o los países sobre los que encargan los
trabajos?
- Ha habido decisiones expresas y accidentes fortuitos en la
elección. Casi siempre la decisión estuvo dada por un texto que nos interesaba,
un texto que queríamos publicar, y el desafío ha sido encontrar el texto que
haga de pareja. Como equipo, sin embargo, hemos redirigido nuestras energías
recientes hacia lugares menos recorridos, o, dentro de ciudades conocidas, a
espacios en ellos que no han sido tan vistos. Alejarnos a toda costa de los
lugares comunes, como parte del proyecto.
¿No se terminarán las ciudades y los países? ¿Con qué seguirán
entonces?
- Estamos realmente lejos de acabar con las ciudades, y al
ritmo de nuestra publicación, tenemos mundo para rato.
(Fuente: ANT)
(Fuente: ANT)