Durante poco más de dos horas y media de show y con una
seguidilla de 25 temas esenciales de las épocas de Soulé-Quiroga y el recordado
baterista Rubén Basoalto, el concierto sirvió para el recuerdo, la nostalgia de
un pasado de pioneros dentro del rock argentino y de un futuro incierto.
En algunos pasajes del show se sumaron a la formación
estable Vicki Soulé en coros y Javier Basoalto -hijo del histórico batero
original del grupo oriundo de Quilmes- en la bata como un merecido y ovacionado
tributo a su padre, donde lo emotivo estuvo en las imágenes de un solo de
batería de Rubén, que causó el respeto y algunas lágrimas entre los más
fanáticos.
"A nadie le interesa si quedás atrás (total qué)",
"Compulsión", "Juntando semillas en el suelo", "Prométeme
que nunca me dirás adiós", "Detrás del vidrio ( parte I y parte
II)", de los primeros tiempos, se unieron a "Gata de noche",
"Sin separarnos más", "El mañana es otra historia",
"Es una nube no hay duda" y "La verdadera historia de Sam el
montañés", que sumaron en varios pasajes el coro de su gente.
El momento de su monumental obra "La Biblia" que
data de 1971 y que nunca antes había sido presentada junto al guitarrista
original "Yodi" Godoy, alcanzó un pico alto de la velada con
"Profecías", "Génesis", "Libros sapiensales",
"Cristo, muerte y resurrección" y "Las guerras".
Luego de este momento de recogimiento y devoción mística, el
clima rockero volvió con los esperados "Jeremías pies de plomo",
"El regreso del Dr. Jeckyll", "Esta noche me parece igual",
"Loco hacela callar" y bajaron nuevamente los decibeles con las
balada "Canción para una mujer que no está", donde se destaca el
todavía privilegiado canto de Soulé.
Al momento de los bises se escucharon "Azúcar
amargo", "Ritmo y blues con armónica" y el indiscutido
"himno" del grupo, "El momento en que estás (Presente)",
como fin de fiesta.