"Me interesa escribir sobre lo que me afecta
directamente, como el viaje, la literatura, las series o las librerías",
dice el autor del libro publicado por Anagrama y finalista del Premio de Ensayo
organizado por la misma editorial.
Carrión ha escrito La brújula, GR-83, Australia. Un viaje,
La piel de La Boca, Crónica de viajes, Norte es Sur. Crónicas americanas (en el
género de literatura de viajes); la novela Los muertos y un ensayo vinculado a
esta última ficción titulado
Teleshakespeare.
Este ensayo no se ajusta a una cronología determinada por la historia y
propone una experiencia de lectura más personal, ¿cuál fue el punto de partida?
- Me fue imponiendo su propia lógica. Yo quería comenzar con
literatura y acabar con literatura, y así encontré las historias de (Stefan)
Zweig y de (David) Markson. Pero el arco temporal del libro, que va desde
Grecia hasta el siglo XXI, me fue llevando de un tema a otro, de una digresión
a otra, con la intención de contar una posible historia de las librerías,
siempre anclada en el presente, y de dar una posible vuelta al mundo. El tiempo
y el espacio. A partir de eso, cada capítulo tiene su propia estructura, como
un libro de cuentos.
La idea de librería aparece como un espacio mucho más movedizo y
cambiante que la idea de totalidad que parece tener la biblioteca, ¿cuál es la
diferencia fundamental entre esos dos espacios conformados por libros?
- Supongo que la diferencia principal es que la biblioteca
es monumental, pesada, y la librería es leve, portátil, ligera: perfecta para
sintonizar con las características que Italo Calvino aplicó a la literatura de
nuestro siglo.
El libro estudia la figura del librero como un receptor y transmisor de
información contenida en una librería particular y también universal. ¿Qué te
interesó de la figura del librero?
- C: Me interesó que era una figura no narrada, no
reflexionada, no historiada. Tanto el espacio (la librería) como su gestor (el
librero) han sido sistemáticamente ignorados por la historia cultural y por la
historia de las ideas. Era, por tanto, un territorio perfecto para el escritor,
que siempre está buscando ámbitos que sean vírgenes y que tengan, no obstante,
una gran tradición.
Hay un punto interesante sobre la relación física que se establece con
las librerías, como un estado mental y corporal que genera visitar ese espacio.
¿Por qué quisiste visitarlas?
- Fue totalmente irreflexivo. Soy un coleccionista de
librerías. Me encantan. De esa pasión fue surgiendo la reflexión y el ensayo.
Antes de una crónica siempre hay vida, siempre hay viaje. Y en mi caso, antes
de un ensayo, también. Me interesa escribir sobre lo que me afecta
directamente, como el viaje, la literatura, las series o las librerías.
Además, para llevar a cabo una cierta crítica espacial
(arquitectónica, de interiorismo), es necesario pisar el lugar que analizas.
Un tema borgeano es la idea de la cultura como saturación, la sensación
de que siempre falta algo por leer. ¿Es la librería algo que condensa esa
totalidad imposible de abarcar?
- Tal vez esa totalidad se corresponda mejor con la
biblioteca babilónica (o con su reverso, el libro de páginas incontables). La
librería supone otro vértigo: el del cambio constante. El de la aceleración, el
de la mutación. Siempre hay algo que permanece, pero es mucho más lo que
cambia. Volver a una librería tres o cinco años más tarde es enfrentarte a las
huellas físicas del paso del tiempo.
- En la experiencia del libro electrónico ¿qué se gana y qué se pierde?
¿Cómo imaginas a las librerías del futuro?
- Se gana la posibilidad de buscar palabras o pasajes a
golpe de clic. La posibilidad de cargar lecturas sin pagar sobrepeso en el
aeropuerto. La posibilidad de leer libros de todo el mundo. Y se pierde lo que
todos sabemos: una relación táctil, física, con la lectura; una relación
espacial con nuestra propia biblioteca.
Yo imagino la librería del futuro como un espacio de
desconexión, como un espacio de lectura, con o sin cafeína. Como un lugar
pequeño, con libros escogidos, sin el best-seller y el libro de texto y la guía
de viaje que tienen más sentido en formato electrónico. La librería exquisita,
donde el librero te dé conversación. Casi un lugar donde vincularte con estilos
y costumbres de otro tiempo.