El intento de copar un regimiento de tanques protagonizado
en enero de 1989 por medio centenar de guerrilleros imbuidos de la creencia
ciega de que un grupo decidido podría desbaratar las amenazas “carapintadas” y
desencadenar una revolución, puso en vilo a la entonces todavía joven
democracia argentina.
Casi un cuarto de siglo después, los periodistas Felipe
Celesia y Pablo Waisberg saldan una deuda al recrear aquel hecho en “La
Tablada. A vencer o morir”, que acaba de editar Aguilar, sin perseguir como
único afán el de demonizar o convertir en héroes a los protagonistas de esa
jornadas trágicas sino buscando información documentada sobre sus ideas, planes
y circunstancias.
El resultado de ese esfuerzo es una crónica vibrante de las
27 horas de acciones armadas dentro del cuartel, en que 33 irregulares y 9
militares perdieron la vida, y en la que “por primera vez se recogen todas las
voces”, se jactan los autores, que apelaron a testimonios de ex guerrilleros y
militares.
Ese relato ágil e inédito recorre en diagonal las 330
páginas del libro, y reconstruye el combate paso a paso dando nombre a sus
protagonistas, documentando la rendición del grupo, así como las torturas y el
fusilamiento sumario de cuatro de sus integrantes, cuyos cuerpos permanecen
desaparecidos.
En los intersticios de esa narración transcurre el imbricado
proceso de ideas que llevó al Movimiento Todos por la Patria (MTP), al que
pertenecían los guerrilleros, de destinar un millón de dólares para crear el
diario Página/12 a inventar un inminente alzamiento carapintada que justificase
su acción suicida.
Aun hoy resulta difícil de comprender ese camino que en
apenas dos años los condujo de la aspiración de convocar a un frente amplio
progresista adaptado a las nuevas condiciones democráticas, a proclamarse como
“vanguardia política armada” según los cánones de la década del setenta.
El telón de fondo fueron los alzamientos de los militares
carapintadas que chantajearon a la sociedad para que cesaran las citaciones
judiciales por los crímenes de lesa humanidad durante la dictadura.
“Hicieron una pésima lectura de la formidable movilización
de la Semana Santa de 1987 que interpretan como una ‘situación
prerrevolucionaria’ que el gobierno constitucional no podía encauzar”, dicen
Waisberg y Celesia, quienes ponen en boca del jefe oculto del MTP, Enrique
Gorriarán Merlo, una frase reveladora: “el poder flota”.
Los autores inquirieron sobre los vínculos de este antiguo
jefe militar del ERP-PRT, con Cuba; su fascinación por el ataque frustrado del
fidelismo al Cuartel Moncada, en 1953, y la participación de varios integrantes
del grupo en la Revolución Sandinista, así como en el posterior asesinato del
derrocado dictador nicaragüense Anastasio Somoza en Asunción, en 1980.
Entre los logros de la investigación figura detectar un
intento de montar en 1981 un foco guerrillero en las yungas jujeñas, proyecto
que fue desactivado tras las guerra de Malvinas, aunque esas mismas armas
fueron usadas luego en La Tablada, siete años más tarde.
El libro retrata la incredulidad inicial del presidente
Alfonsín de que se tratara de un putch de guerrilleros de izquierda y su
obligada recorrida al cuartel tras la batalla, en medio de militares
embetunados, una foto que sintetiza el efecto contrario que había tenido la
operación.
En las páginas resuena también las recriminación del equipo
de abogados que aceptó defender a los guerrilleros capturados en un juicio que
terminó objetado por la CIDH por no haber garantizado el derecho a defensa: “¡hermanos,
los vamos a defender pero qué cagadón que se mandaron!”.
“La Tablada” es el tercer libro del equipo que integran
Celesia y Waisberg. Antes fue “La Ley y las armas”, una biografía del diputado
Rodolfo Ortega Peña, ejecutado por la Triple A en 1974, y luego “Firmenich”, un
exhaustivo retrato del ex jefe montonero.