En la crónica periodística de Página 12, Luciana Peker escribe que las organizadoras anunciaron que habrá cincuenta y ocho
talleres para los debates. Y agrega, "Ninguna mujer vuelve igual que cuando llega. Hablar en voz
alta, escuchar, contar, entenderse, discutir, compartir, cantar, caminar, reír,
bailar, arder. “Algo cambia en cada mujer que participa”, dice el lema. La
experiencia permite una posibilidad única: encontrarse con mujeres de todo el
país.
Cada año, las sedes se eligen justamente para federalizar el
movimiento de mujeres y para que en regiones conservadoras llegue el eco masivo
de los reclamos de género. Es habitual que las fuerzas religiosas se opongan a
recibir de buen grado a los contingentes de trabajadoras, estudiantes, amas de
casa, profesionales que van a debatir en talleres sobre las problemáticas que
las atraviesan. Pero esta 28a edición se presenta hostil. San Juan amaneció el
viernes con pintadas que las organizadoras tildan de provocación y lamentan que
los medios de comunicación locales sólo hagan hincapié en los posibles
enfrentamientos entre religiosas y activistas.
“Con todo lo que están diciendo y publicando hay directoras
de escuela que se están asustando porque creen que vienen vándalas. También
tenemos problemas para conseguir las luces y el sonido para el escenario que ya
estaba todo arreglado. Pero el Encuentro lo vamos a hacer y va a salir bien”,
refuerza Lucía Fabrega, de la comisión organizadora. Ella prevé una marcha
multitudinaria el domingo: “Pensamos que vamos a llenar veintitrés cuadras de
mujeres, y como San Juan es chiquito estamos viendo cómo hacemos para que la
cola no se toque con la cabeza”.
Todos los años los pañuelos verdes, símbolo de la lucha por
la legalización del aborto, se multiplican en los cuellos y las cabezas de las
participantes. No se trata sólo de tapar el sol, sino de dejar de tapar la
clandestinidad de las interrupciones del embarazo.
En San Juan se inculcó a algunas activistas católicas para
que se cuelen en un Encuentro que les interesa sólo para desactivar su
potencia. “Están reuniendo a las mujeres en la iglesia para que participen, no
necesitan que las preparen para ir al encuentro, pero cada uno tiene sus
métodos”, opina Fabrega. Ella es integrante de la Comisión de Prensa y una de
las sesenta organizadoras. No condena la posible participación de las católicas
–que puede producir choques con activistas políticas y feministas– y se enoja
con el protagonismo del debate sobre el acceso al derecho al aborto. “Me
imagino que se meterán, pero hay tantos talleres tan importantes que no nos
vamos a hacer problema por uno –argumenta–. Hay una temática muy amplia. Hay
otros problemas más serios, como el hambre, la salud, la desocupación. En la
conferencia de prensa del viernes los periodistas querían hacer hincapié en el
tema del aborto como que es el único tema y no lo es.”
Más allá de las polémicas, la experiencia es única. No se
trata sólo de llegar, sino de viajar. Para muchas mujeres, la primera reivindicación
es no tener que pensar en qué hacerles de comer a sus hijos este fin de semana.
En cambio, el desafío es una tregua de obligaciones con la atención puesta en
ellas mismas y sus compañeras de aventura."