Editado por Sudamericana, este libro, cuya tapa está
ilustrada con la foto de un Paszkowski niño, es una biografía ficcionada de Max
Rosen -protagonista basado en el tío del autor- que tiene una vuelta
desafiante: el narrador de las alocadas experiencias, delitos y amoríos del
joven es un rabino recio, que siente en igual medida atracción y repulsión por
su figura.
Luego del aluvión de éxitos que se produjo tras las versión
fílmica de "Tesis sobre un homicidio" (2013), Paszkowski (Buenos
Aires, 1966) habla orgulloso de ésta, su tercera novela. "La tenía en la
cabeza desde siempre, es lo que se contaba en mi casa sobre algunos parientes y
después ficcionalicé. Las historias familiares hacen que muchos lectores se
sientan reflejados", dice el escritor.
"No todo lo que cuento le pasó a mi tío, muchas cosas
le pasaron a mi papá, a mí, a mis hijos, pero todo lo puse en la biografía de
Rosen. Es interesante que el narrador -un viejo rabino que da sentencias
morales- está escandalizado y, al mismo tiempo, fascinado por Rosen. Es una
tensión entre narrador y personaje que nunca había explorado hasta ahora",
dice.
En la novela policial "El otro Gómez" (2001)
Paszkowski desmenuzó la identidad como tema; en "Tesis..." (1997) se
metió de lleno en los intersticios de la justicia argentina; en "Alrededor
de Lorena" (2006) el nudo fue el amor y, ahora, en "Rosen"
aborda la tensión "entre el que cuenta la historia y el que es
contado" y profundiza -sin vueltas- en Dios, en la duda de su existencia.
"Rosen es un hombre sin fe, porque la pregunta de esta
novela es sobre Dios, si no existe cada uno puede hacer lo que quiera porque no
hay castigo, entonces este hombre se dedica a hacer lo que quiere",
adelanta el autor.
Sin embargo, ni para el autor, ni para el protagonista el
judaísmo como tradición reviste cuestionamientos. "No tengo una relación
con lo judío, yo soy eso. No me lo planteo, es algo habitual, de 24
horas", dice Paszkowski.
En cambio, prosigue, "mi relación con la religión es
más complicada. No es tan fácil entrar en los cánones de la religión si no
crees en Dios. Mi relación no es religiosa, soy parte de un pueblo, es
cultural. Yo diría, junto con Borges, que Dios es parte de la literatura
fantástica".
Rosen -criatura literaria de Paszkowski- cree solo en su
capacidad de encantar y en su facilidad para engañar hasta al más astuto. No
cree en el dios monoteísta, pero se mueve dentro del medio cultural en el que
nació y, al igual que su autor, tiene enraizadas en su idiosincrasia costumbres
judías; de hecho la inspiración de su novela fue la obra de Isaac
Bashevis-Singer.
"Muchas de las preguntas que se hace Rosen yo me las
hice a lo largo de la vida. Cuando empecé a escribir me acerqué al judaísmo,
uno hurga en sus raíces, y comencé a leer autores judíos, son cosas
cristalizadas en este libro. Lo poco que sé sobre judaísmo está puesto en
`Rosen`", admite Paszkowski, criado en el laicicismo.
Además de ser una historia amable y sin pretensiones, que
narra con soltura las vivencias del joven judío, "Rosen" es también
un ABC del judaísmo porteño, encarnado en ese hijo de inmigrantes que llegaron
con la gran ola europea y criaron a una generación sincrética.
Rosen es uno de esos jóvenes que paraban en bodegones
porteños, rompían las normas kosher y jugaban fútbol en clubes religiosos; las
telas y la ropa eran su trabajo, el barrio de Once su recorrido, Villa Crespo
el hogar y las comunas socialistas de los kibutz israelíes, el lejano
horizonte.
No sólo es un libro que genera empatía del lector hacia Max,
-"un estafador, con un encanto especial, simpático y desenvuelto"-,
sino que Paszkowski traza una road movie temporal a través de su figura para
contar parte de la historia social de Argentina en los 50; la España en los 60
e Israel en los 70.
Pero no todos se rinden con facilidad a la simpatía del
joven, su hermano Aaron -vendedor, casado y con dos hijos- resulta ser la
contrafigura amarga de ese ganador todoterreno.
"No deja de ser una historia entre hermanos. Es un
vínculo muy fuerte entre los Rosen porque hay uno que se lanza a la aventura y
otro que se queda a hacer el papel de buen marido, pero que al mismo tiempo es
despreciado por sus padres. Sin embargo, Rosen busca la aprobación, porque lo
que uno hace en su vida es para eso, para ser aprobado", opina el
escritor.
Las fábulas del pariente que supo abrirse camino en el
mundo, las cartas transatlánticas y los reencuentros son parte medular de
"Rosen"; quizás el proyecto "más ambicioso" del autor.
Pero también es un tributo a su familia, de la que también
es parte ese ya anciano tío, que vive en Israel, que tuvo un ACV y que hasta
hace pocos años le seguía contando a su sobrino escritor sus aventuras más picantes.