En el tercer Festival de Literatura Filba Nacional, en la
ciudad de Azul, los escritores Jorge Consiglio, Ariel Idez y Juan Sasturain
participaron del panel "El bibliófilo", donde hablaron de su relación
con los libros, la forma de ordenarlos y las maneras de configurar una
biblioteca.
Los escritores, que se reunieron en la la tradicional
Biblioteca Ronco de la ciudad ante un numeroso público, dialogaron sobre sus
manías y obsesiones al momento de ordenar una biblioteca, su relación con los
títulos, géneros y autores y las diversas formas de elegir, conservar y buscar
un libro.
“Uno lee porque le da placer, aunque sabe que no puede leer
todo, no le importa. La infinitud de libros es como la infinitud del universo.
Lo abismal es algo hermoso, es saber que hay tantas cosas bellas que uno no ha
conocido. Creo que con el tiempo uno se va haciendo más abierto a las formas de
la belleza, es algo plural, tiene muchas maneras de representarse”, consideró
Sasturain.
Y contó: “En la serie de literatura argentina tengo un gran
quilombo, porque son libros que provienen de distintos momentos y tipos de
interés. Hay una primera etapa «nac and pop», con libros históricos, de
formación ideológica, sociología, literatura del siglo XIX, un periodo
determinado. Es muy raro que hoy vaya a conseguir algo de eso”.
“Me pasó que perdí todos los libros del Boom -continuó-, las
primeras ediciones de García Márquez, y muchos más, y no volví a ellos, y tengo
mucho de literatura yanqui que empecé a leer después, y que se convirtió en el
grueso de la biblioteca. Después llegaron los ingleses y lo que tengo más a
mano hoy en día es poesía, que te puede encontrar en cualquier momento”.
Sasturain mencionó: “Tengo todo bastante desparramado, no
tengo todo Saer o Bioy juntos. Siempre tengo que buscar, por eso mismo los
tengo muy presentes. Porque los tengo que buscar cada vez, me doy cuenta que
tengo más libros de los que creo. Si los tuviera todos ordenados, sabría cual
me falta. Cuando generás una masa de libros siempre descubrís algo nuevo. Eso
es una linda experiencia”.
“También -continuó el escritor- hay un relación con la
distancia. Yo, los que tengo más cerquita, son los libros sobre música, porque
cuando estoy escuchando algún grupo de jazz, por ejemplo, me pregunto quien es
tal contrabajista y ahí voy a buscar, investigar, perder tiempo con eso. Hay
libros que sacás a pasear todo el tiempo, los movés, y hay otros que están ahí,
tienen otra presencia”.
Por su parte, Consiglio sostuvo que “los libros empiezan a
circular como una especie de lava por la casa y ocupan lugares insólitos: abajo
de la cama o construyen una torre que después se cae y ahí pensás que tenés que
reformular tu vida, lo tomás como síntoma de que estás viviendo muy desordenado
y que sería genial ordenar tu biblioteca y a partir de ahí se ordenaría tu
vida”.
“No sé si esto pasa -reflexionó el escritor-, lo que es
seguro es que intenté un orden. Hace unos años, uno de los regalos de mi mujer
fue una bibliotecaria, una señora que venía a ordenar los libros. Pero
finalmente el desorden ganó lugar y los libros tomaron su forma. Creo que hay
una suerte de seguridad en la biblioteca, de alguna manera estás en tu nido”.
Consiglio apuntó: “me encanta adquirir libros; uno sabe que
no tiene vida para leerlos todos. Sin embargo, el hecho de tenerlos todos,
poseerlos, hace pensar que podés estar cerca, como si te impregnaran con un
pensamiento mágico”.
Idez contó: “Yo comencé a generar mi biblioteca en la década
del 90, una época donde las editoriales tradicionales de la Argentina fueron
adquiridas por grandes grupos y le aplicaron una nueva lógica al libro. Siempre
fue una mercancía, pero la circulación se volvió más comercial: se editaba
mucho pero si no se vendía luego salía como saldo, mucho más barato”.
“Entonces -continuó- uno terminaba comprando ese libro que
tanto quería, pero como estaba tan barato, también se llevaba uno que le
gustaba menos o que no conocía, especulando que en el futuro podría gustarle.
De esa forma se fue desbordando mi biblioteca, ahora la tengo distribuida en
varias partes, hay como un Lado B, donde están los otros libros”.
El escritor consideró: “Cuando uno adquiere el vicio de
acumular libros y eventualmente leerlos se va generando como un fuerte donde
uno se siente protegido, hay una familiaridad. Los libros muchas veces son
disparadores a otra época de tu vida, son cosas que nos acompañan a todos
lados. Son una especie de antídoto contra todo mal”.