La visita de Elsa Osorio a Santa Fe coincide con la reedición en estos días de su libro "A veinte años, Luz". La obra es la primera novela sobre el tema de los niños y niñas apropiadas durante la última dictadura cívico militar. El libro tuvo que publicarse en España en 1998, frente a la indiferencia de las editoriales
argentinas, y se convirtió en ejemplo de cómo tuvieron que pasar años para que
la sociedad asumiera una defensa más amplia de los derechos humanos.
Osvaldo Bayer dijo sobre la obra de Elsa Osorio: "Con esta novela se ha iniciado la enorme avenida de la literatura de la memoria que, creo yo, en el futuro va a ocupar nuestras calles, nuestras librerías y las bibliotecas de nuestros hijos."
La trama de la novela gira alrededor de una joven en la
búsqueda de su identidad cuando descubre que no es hija de quienes dicen ser
sus padres, ni tampoco la nieta de un militar, Alfonso Dufau, ligado a los
crímenes cometidos en esos años de plomo. La idea surge cuando Luz es madre y
comienza un proceso para llegar a la verdad con la ayuda de las Abuelas de
Plaza de Mayo.
"El libro recién salió en la Argentina en 1999 cuando
ya había comenzado a ser traducido a otros idiomas", contó la autora.
Entusiasmada con esta edición, "para que esta historia
sea leída por gente que nunca la leyó", Elsa Osorio (Buenos Aires, 1952)
reflexionó acerca del largo proceso que implicó la asimilación social de los
horrores cometidos durante la dictadura: "Ahora no hay más impunidad e
indiferencia, cuando escribí la novela no se conocían casos de chicos que
buscaran su propia identidad".
La trama del libro -reeditado por Colihue- se remonta a una
charla que tuvo con un chico adoptado, en un viaje a la Argentina, ya que
Osorio vivía entonces en Madrid. "Me pregunté ¿qué pasa con un chico a
quien nadie busca?, empecé a tomar notas y me sumergí en 1976, sentí el miedo
de esos días, pero no era que yo quisiera escribir sobre ese tiempo, a mí no me
pasó lo que cuento".
"Pero en la medida que lo escribía quería que se
supiera que en la Argentina se habían robado chicos, el personaje de Luz hacía
preguntas que yo jamás me había hecho. Creo que ese libro en mi vida y en mi
literatura me hizo mucho bien", analizó la escritora.
A pesar de las resistencias que generó quince años atrás la
publicación de la novela en la Argentina, ésta recibió el premio Amnesty
International y lleva más de medio millón de ejemplares vendidos en todo el
mundo, ha sido traducida a dieciseis idiomas y editada en veintitrés países.
"En algunos países no dejó nunca de publicarse -señaló
Osorio- por ejemplo en Francia, Alemania, Holanda, Italia, Suecia ha
tenido muchísimas ediciones y en las
escuelas forma parte de los planes de estudio.
"Lo que cuenta la novela -remarcó- no es un hecho real
pero está basado en la realidad y durante años mucha gente me preguntó por qué
escribí sobre la dictadura, cuando ésta nos atravesó a todos. La sociedad hoy
ha cambiado, somos conscientes de lo ocurrido en ese pasado siniestro".
Cuando la leyeron algunos me dijeron `yo no sabía que esto
pasó`, me resultaba difícil de entender; otros me contaban infinidad de
historias similares a la de Luz. Además, gente de muchos países del mundo se
identificó con la defensa de los derechos humanos en la Argentina, como si les
hubiera pasado a ellos.
Un tiempo después, "me pidieron un cuento en el diario
El País de España, y en la computadora tenía montones de historias situadas en
la dictadura y nadie me había prohibido publicarlas. Hay un proceso interno.
Creo que a partir de la novela puedo ponerle nombre a las cosas yo
también", afirmó.
"Cuando hablé con las Madres y las Abuelas, Estela de
Carlotto me dijo que la novela había ayudado mucho con el tema de la identidad,
sentí mucho ese reconocimiento. La sociedad quiere saber, antes muchos decían:
`pero no te parece mejor que no le digan nada a esos chicos adoptados`, algo
que en estos días resulta impensable", observó la escritora.
En la trama, destacó Osorio, "surgen personajes que
reaccionan desde el sentido común no desde la ideología que cambian de
perspectiva al darse cuenta de las barbaridades que ocurrían a diario".
"Le agradezco a `A veinte años, Luz`, hablar con
claridad. En ese momento sentíamos que algo de justicia podía haber sobre todo
en la consideración de los jueces, porque no estaba en las leyes el delito de
apropiación".
"Como militante de los derechos humanos y escritora
creo que la literatura no es neutral. Y los hechos históricos que vivimos los
últimos años me convalidan una mirada esperanzada", concluyó la autora de
"Malas lenguas" (1994), "Cielo de Tango" (2006),
"Callejón sin salida" (2009) y "La Capitana" (2012).