lunes, 23 de junio de 2014

LA CULTURA NAZI EN ARGENTINA

La personería jurídica para el partido de Alejandro Biondini, la venta de libros, videos, películas y cruces esvásticas, evidencian la persistencia de las ideas racistas. La acción del Inadi y la opinión de especialistas.

Por Florencia Guerrero 


Por décadas permanecieron a las sombras de un sistema que desprecian, pero cuando el juez Ariel Lijo otorgó la personería jurídica al partido neonazi encabezado por Alejandro Biondini –luego de cuatro intentos que fueron rechazados en el ámbito judicial–, las ideas de extrema derecha volvieron a debatirse en la agenda pública. Pero más allá de la cristalización en la esfera política, ¿de qué habla la venta sin restricciones de Mi lucha, películas defensoras del nazismo y hasta cruces esvásticas?

El aspecto literario de esa realidad que se vive en la Argentina genera desaliento y con buena razón. Según un relevamiento realizado por el Inadi, en los tres años que lleva de gestión la Plataforma por una Internet Libre de Discriminación recibió 3.249 reclamos. De ese total, 1.163 correspondieron a casos sucedidos dentro de la red social Facebook, de los que se resolvieron 584 a través de la eliminación de contenidos o de la baja de páginas, grupos o usuarios.

“Facebook es una de las plataformas preferidas a la hora de publicar contenidos relacionados con racismo. En los últimos seis meses, un cuarto de los contenidos denunciados tienen que ver con ideas racistas o antisemitas”, consigna el informe. Entre los últimos casos denunciados en esa red social están las páginas “Me lo contó un judío” y “Me lo dijo un hebreo”, que incitaban al odio y a la violencia contra el pueblo judío.

En uno de esos sitios se leía: “Tenés un mosquito en la nuca... ¿te lo saco?”, y a continuación se podía ver el dibujo de una persona arrodillada, que recibía de espaldas un tiro en la cabeza. Lo aterrador es que sólo esa imagen contaba con 1.500 likes (“me gusta”).

La ley 23.592, antidiscriminatoria, es clara al consignar penas de prisión de un mes a tres años para los que participen en una organización o realicen propaganda basados en ideas o teorías de superioridad de una raza o de un grupo de personas de determinada religión, origen étnico o color, que tengan por objeto la justificación o promoción de la discriminación racial o religiosa en cualquier forma. “En igual pena incurrirán quienes por cualquier medio alentaren o incitaren a la persecución o el odio contra una persona o grupos de personas a causa de su raza, religión, nacionalidad o ideas políticas”, reza la normativa. Aun así, en la Argentina, Mi lucha, de Adolf Hitler, se vende en varios quioscos de la terminal de Retiro y de la línea B del subte. También se lo puede ver exhibido en el local de Global Blue del Aeropuerto Internacional de Ezeiza.

“Cuando uno habla de colonia alemana, estamos hablando de mucha gente con un poder económico importante. Eran gente poderosa y no todos fueron nazis. Cada uno tuvo su prensa, sus colegios, su sindicato”, analiza Jorge Camarasa, autor de América Nazi, un libro que rescata la historia de todos los nazis que vinieron a América latina después de la guerra. “Un 98 por ciento entró por el puerto de Buenos Aires –agrega el historiador–, y después algunos de ellos se fueron a otros países, como Bolivia, Chile, Paraguay o Brasil. Este país les fue un sitio de fácil acceso y por eso no es extraño que se afincaran y desarrollaran su ideología”.

En un paseo virtual tampoco se gana para sustos. Si las cuponeras o los sistemas de venta online han dado herramientas para la venta en el anonimato, las librerías en la red se multiplican, con nombre y apellido. Por ejemplo, la recorrida a la Librería Argentina es no apta para impresionables, con una esvástica oficiando de logo. Entre el material que está a la venta se ofrece Lucha contra el enemigo del mundo, un tratado ofensivo hacia el judaísmo escrito por el militar Julius Streicher, juzgado históricamente en Nuremberg.

En términos audiovisuales la cosa se agrava, Videos Walhalla provee láminas y pinturas de Hitler, videos en defensa de sus consignas y demás material pro nazi. En cualquier caso, ninguno de los comercios expone dirección física. La ilegalidad es amiga de la ausencia de paradero, por eso para conseguir cualquier producto hay que mandar un e-mail y esperar respuesta.

Para el rabino Abraham Skorka “es difícil decir si la existencia de librerías o gente interesada marca que hemos involucionado culturalmente, pero estoy convencido de que para terminar con la ignorancia en la que se origina el hecho de que haya gente que promueve este tipo de cosas, es necesario que los medios informen de qué se trata el nazismo”.

Para los historiadores, a mediados del siglo XX América del Sur fue terreno preferencial para un siniestro grupo de inmigrantes. Josef Mengele, Klaus Barbie, Adolf Eichmann, Whalter Rauff, Fritz Schwend, Herbert Cuckurs, Franz Stangl, Alfons Sassen, Hans Rudel, Josef Schwammberger, Erich Priebke, son algunos de los que se instalaron desde Quito hasta Punta Arenas, en las urbes cosmopolitas o en parajes rurales. “Este era un continente sin fronteras, amigable para que militares y militantes de las SS se refugiaran y prosperaran. Científicos, técnicos, ideólogos, oficiales y burócratas nazis llegaron por miles escapando de la Justicia”, insiste Camarasa. Por esa causa, según el historiador, no es extraño que esas ideas prosperen.

En el caso del libro escrito por Hitler, desde que en 1945 los derechos pasaron a manos del Estado alemán, se prohibió su impresión, difusión o publicación del texto en cualquier formato. La prohibición regirá hasta finales de 2015, cuando los derechos sean legalmente liberados. Alentados por esta noticia, ciertos integrantes de organismos de extrema derecha parecen frotarse las manos, mientras por ahora infringen la ley.

El rumor se convirtió en dato concreto hace menos de un mes cuando Jorge Grillo, jefe del Área de Investigaciones Criminales de la Policía Metropolitana, y el subinspector Sergio Barbosa expusieron el resultado de 14 allanamientos a librerías y centros de venta clandestina, en los que se incautaron 100 mil ejemplares apócrifos de libros de culto, entre los que destacaba, para su sorpresa, Mi lucha. Frente a esto, Skorka es terminante: “Toda organización, del tipo que sea, que se manifiesta con proclamas de odio o segregación hacia otros, merece la reprobación generalizada, pero sin violencia. Hay que demostrar que somos muchos más los que creemos en la necesidad de proteger el derecho a la vida que tanto esfuerzo nos costó conseguir”.

Dicen que hace unos años Peter Raubal, nieto de la media hermana de Hitler, pidió al Estado alemán los derechos sobre Mi lucha, y en su defensa argumentó: “No tenemos ningún cargo de conciencia por lo sucedido. Los sobrevivientes recibieron indemnizaciones, y los trabajadores esclavos, las suyas. Llego la hora de que recibamos lo nuestro”. Habrá que esperar para ver qué opinarán los herederos de esta subcultura neonazi que ocupó hace muchas décadas el país y resiste, amparada por el anonimato y ahora por la Justicia.

NAZIS EN LAS SIERRAS

La provincia de Córdoba fue una de las regiones elegidas por los jerarcas nazis para huir de Alemania, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial. En la actualidad, muchas son las anécdotas que hablan de alemanes afincados en grandes mansiones en las localidades turísticas de La Falda y Villa General Belgrano. De hecho, en este pueblo, la presencia alemana data desde antes de que estallara la guerra.


En 2013, la Justicia cordobesa investigó un local a raíz de una denuncia por venta de ropa con símbolos nazis. El negocio, ubicado en la zona céntrica de Villa General Belgrano y llamado Bismarck, ya había sido advertido en otras oportunidades, aunque ahora la presentación fue realizada por la delegación Córdoba del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), y está siendo investigada por la Justicia Federal bajo la ley nacional que prohíbe la promoción de imágenes y simbología que promuevan la discriminación y el racismo. Según la legislación, todo lo que haga referencia al movimiento nazi liderado por Adolf Hitler a mediados del siglo pasado incumple con esa normativa. Adriana Domínguez, titular del Inadi en Córdoba, sostuvo en su momento que la investigación se inició a raíz de las denuncias recibidas a través de Internet por la venta de elementos con simbología nazi en dos negocios de la villa: en un comercio de venta de antigüedades había una estatua con un uniforme nazi y otros elementos alusivos. “Allí tuvimos buena recepción: se hizo una audiencia de conciliación en la que sus propietarios reconocieron el error y se comprometieron a no repetirlo, y nuevas inspecciones constataron ese cumplimiento”, explicó Domínguez al diario La Voz del Interior. Mientras que en el caso del local Bismarck, que ya contaba con denuncias radicadas en el 2006, “no hallamos respuestas satisfactorias: en noviembre pasado terminamos presentando una denuncia ante la Justicia Federal de Córdoba, que está investigando la fiscal Graciela López de Filoñuk”, precisó Domínguez tras señalar que aquella fue “la tercera actuación, en varios años, por este motivo en ese mismo comercio”

(Fuente Veintitrés - 18 de junio)

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