El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) cumplió
30 años de existencia en mayo pasado en una triste coincidencia con el
fallecimiento de su fundador, el antropólogo estadounidense Clyde Snow.
En estas tres décadas el EAAF hizo un aporte clave para la
búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia: exhumó en la Argentina 1200 cuerpos de
personas desaparecidas en la última dictadura, de los que logró identificar 620
y restituirlos a sus familiares, y en paralelo desarrolló su tarea en 50 países
y se convirtió en referente internacional de la investigación científica de
violaciones a los Derechos Humanos.
La oficina de la organización en el barrio porteño de Once
tiene sus paredes cubiertas de imágenes, agradecimientos y reconocimientos de
familias de Argentina y de otros países del mundo por su labor en la
identificación de personas desaparecidas. Una foto en blanco y negro se destaca
entre otras en el pasillo: cinco jóvenes sonríen para la cámara y un hombre de
casi 60 años los abraza desde el centro. La imagen describe los comienzos de la
organización, con la vuelta de la democracia, con un afectuoso Snow junto a los
miembros fundadores del EAAF: Darío Olmo, Alejandro Inchaurregui, Patricia Bernardi,
Mercedes Doretti y Luis Fondebrider. Los jóvenes eran estudiantes y graduados
de las carreras de arqueología y antropología convocados por el propio Snow
para realizar las primeras exhumaciones científicas en 1984.
"Por pedido de las Abuelas de Plaza de Mayo había
viajado a Argentina una delegación estadounidense de seis científicos forenses
entre quienes estaba Clyde Snow, el era un antropólogo forense de Oklahoma, muy
prestigioso, fundador de la disciplina pero era la primera vez que se enfrentaba
a la temática de las violaciones a los Derechos Humanos", recuerda
Fondebrider, actual presidente del EAAF.
Tras su llegada al país, el investigador estadounidense
necesitaba ayuda para una exhumación pero desde el Colegio de Graduados de
Antropología no recibió respuestas. Su traductor Morris Tidball Binz, un
estudiante de medicina que colaboraba con Abuelas, convocó a sus amigos y los
reunió con Snow.
"Nos pidió ayuda para hacer la exhumación. Le pedimos
un día para pensarlo porque era una democracia muy nueva, si bien había mucha
movilización no se sabía qué podía pasar. Al día siguiente le dijimos que sí,
que queríamos colaborar. Algunos ya tenían experiencias pero yo recién estaba
comenzando. Lo acompañamos a la exhumación, la primera que se hizo con un
método científico bajo la dirección de Snow", agregó el antropólogo.
Esos fueron los comienzos del EAAF. Antes ya se habían
realizado exhumaciones pero los médicos forenses argentinos estaban habituados
al trabajo con cadáveres aunque no con huesos por lo que utilizaban a los
sepultureros y palas mecánicas para sacar los cuerpos, perdiendo cuerpos y
evidencias, algunos de los que recién pudieron ser identificados muchos años
después. "Los familiares tampoco confiaban en los médicos forenses porque
en ese momento dependían de la Policía Federal, entonces Snow surgió como una
alternativa independiente", detalla Fondebrider.
Después de esa primera exhumación el antropólogo retornó a
su país pero periódicamente volvía a la Argentina, reunía al grupo y los capacitaba.
En el año 1986 el EAAF se conformó como tal cuando recibió un subsidio de la
Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS) que les permitió
dedicarse exclusivamente a las investigaciones, una tarea que les reportaría
reconocimiento y prestigio en el país y en el mundo.
¿Cómo recibieron esa primera invitación de Snow?
Para nosotros era una oportunidad muy concreta para cambiar
las cosas, que podíamos hacer algo, no desde la militancia política clásica
sino desde la actividad científica. Lo que abrió Snow fue un camino en el que
los científicos tienen responsabilidad social y el trabajo de los forenses
podía utilizarse para investigar la verdad y sacar prueba judicial en los casos
de violaciones a los Derechos Humanos. Él no lo venía haciendo en Estados
Unidos sino que el hecho de encontrarse con las Abuelas le cambió la vida, fue
una bisagra.
¿Y qué les transmitió sobre el trabajo forense?
Tuvo la capacidad de tener una perspectiva
multidisciplinaria. Con lo que había pasado en la Argentina, exhumar el cuerpo
no era suficiente para identificarlo, había que entender cómo había funcionado
el Estado, cómo se había organizado. Junto a una funcionaria de la Secretaría
de Derechos Humanos hizo un primer trabajo estadístico en el que pidió
información a los cementerios bonaerenses sobre los perfiles de la población
enterrada como NN en la dictadura. El perfil habitual es de hombres mayores con
muerte no violenta que no son reclamados. Con las estadísticas solamente Snow
pudo ver que entre 1975 y 1978 ese perfil cambió: había mayor número de
mujeres, los hombres eran más jóvenes y las muertes eran violentas. Con ese
trabajo fríamente estadístico logró demostrar las miles de denuncias que había
sobre enterramientos clandestinos.
¿Cómo aplicaron esa perspectiva multidisciplinaria a su tarea?
En un comienzo debimos entender cómo había funcionado el
Estado y cómo se había organizado para la represión para tener una hipótesis de
investigación y poder reconstruir qué había pasado. Así empezamos a trabajar
con fuentes documentales, fuentes escritas que había producido el Estado en
esos años y fuentes orales, los familiares, la gente que tenía militancia
política y sobrevivió, para reconstruir la militancia de esos años y la
relación entre las personas. El hallazgo de un cuerpo es una parte de un
proceso más amplio. Lo que hacemos es utilizar todos los recursos que da la
ciencia. Por ejemplo desde hace varios años una física trabaja en colaboración
con nosotros a través de la Teoría de Conjuntos para analizar cómo se
relacionan las personas en un espacio determinado que desaparecieron.
¿Qué lugar ocupa el EAAF en el mundo?
–Por diferentes razones nos hemos ganado un espacio
importante para ser la organización de referencia en el mundo en la aplicación
de la ciencia a la investigación de violaciones a los Derechos Humanos.
Especialmente con familiares de víctimas, organizaciones, organismos
internacionales como Naciones Unidas, tribunales internacionales. Ha sido un
proceso que tiene que ver con la credibilidad, la transparencia, que no tenemos
agenda política detrás del trabajo y principalmente haber ubicado a los
familiares como un centro de nuestra actividad: este trabajo se hace con ellos
y nosotros nos ponemos en un segundo plano. Lo nuestro es un aporte desde un
lugar específico.
¿Cómo se analiza el terrorismo de Estado desde la perspectiva de la
antropología forense?
Lo que hacemos es desmenuzar científicamente una campaña
represiva que se implementó en Argentina desde principios de 1975. Quizás es
mucho más sofisticado lo que se hizo en el país que lo que sucedió en El
Salvador o Guatemala, donde se entraba a un pueblo y se mataba a las personas o
se bombardeaban. Acá era una represión urbana, excepto Tucumán, sabían a la
gente que se iban a llevar, a quién iban a buscar y se construyó un sistema muy
perverso donde la gente permanecía detenida, secuestrada, torturada, y
fríamente se decidía su destino. Lo que se hizo en Argentina no se hizo por un
grupo de militares dementes sino que hubo muchas partes de la sociedad
involucradas. El lado bueno es que Argentina es ejemplo en el mundo y uno de
los países que en 30 años más avanzó en lo que es Verdad, Justicia, Reparación
y Memoria. «
DE ALLENDE HASTA NERUDA Y EL CHE
En sus 30 años de experiencia, los miembros del EAAF
participaron en exhumaciones y capacitaciones en 50 países. "Hemos llegado
a trabajar en unos 50 países del mundo ya sea investigando casos políticos de
violencia, étnico o religioso o dando capacitación a especialistas locales",
resume Fondebrider. En su peregrinar, el Equipo se topó con varios casos de
relevancia política e histórica. Fondebrider recuerda sus participaciones como
observadores en el análisis de los restos del ex presidente chileno Salvador
Allende, el poeta Pablo Neruda y el ex presidente de Brasil, Joao Goulart.
Aunque el caso más relevante fue la búsqueda e identificación del cuerpo de
Ernesto "Che" Guevara. "Lo hicimos junto con los colegas
cubanos. El mérito de haber hallado la sepultura fue de ellos, nosotros sólo
estuvimos cuatro meses en Valle Grande. Cuando encontraron dos o tres lugares
posibles nos llamaron y trabajamos juntos", cuenta.
Actualmente el EAAF participa en México de un proyecto
diferente: investiga los femicidios en la frontera con Estados Unidos y lleva
identificadas 33 mujeres en Ciudad Juárez que estaban desaparecidas.
(Fuente: Gerardo
Aranguren- Tiempo Argentino)