El 24 de marzo —por aquel entonces fecha sin connotaciones
nefastas— de 1816 comenzaron las sesiones del Congreso bajo la presidencia del
doctor Pedro Medrano. Uno de los primeros asuntos a tratar fue la forma de
gobierno que adoptarían las Provincias Unidas.
Por Felipe Pigna
La mayoría de los congresales
estaban de acuerdo con establecer una monarquía constitucional, que era la
forma más aceptada en la Europa de la restauración. En la sesión secreta del 6
de julio de 1816 Belgrano propuso que se estableciera una monarquía moderada
encabezada por un príncipe Inca como una forma de reparar las injusticias
cometidas por los conquistadores españoles contra las culturas americanas.
Belgrano recibió el cálido apoyo de San Martín y Güemes. La idea también
entusiasmó a los diputados alto peruanos que propusieron un reino con capital
en Cuzco y se dio por seguro que esto permitiría la adhesión de los indígenas a
la causa revolucionaria.
Para los porteños, la coronación del Inca era inadmisible y
"ridícula". El diputado por Buenos Aires, Tomás de Anchorena dijo que
no aceptaría a "un monarca de la casta de los chocolates, a un rey en
ojotas", y propuso la federación de provincias debido a las notables
diferencias que había entre las distintas regiones. Los diputados cuyanos eran
portadores de la urgencia del gobernador intendente de Cuyo, San Martín, por
declarar la independencia. Así le escribía a Godoy Cruz, diputado por Mendoza:
"¿Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia? ¿No le parece a
usted una cosa bien ridícula, acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda
nacional y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree
dependemos? ¿Qué nos falta más que decirlo? Por otra parte, ¿qué relaciones
podremos emprender, cuando estamos a pupilo? (...) Animo, que para los hombres
de coraje se han hecho las empresas..."
San Martín terminaba su carta expresando una duda que
comenzaba a sonar cruel: "¿los medios violentos a que es preciso recurrir
para salvarnos tendrán o no los resultados que se proponen los buenos
americanos? ¿Se podrán realizar o no contrastando el egoísmo de los más
pudientes?"
BOICOT Y SESIONES SECRETAS
El martes 9 de julio de 1816 no llovía como en aquel 25 de
mayo de hacía seis años. El día estaba muy soleado y a eso de las dos de la
tarde los diputados del Congreso comenzaron a sesionar en Tucumán. A pedido del
diputado por Jujuy, Sánchez de Bustamante, se trató el "proyecto de
deliberación sobre la libertad e independencia del país". Bajo la
presidencia del sanjuanino Narciso Laprida, el secretario Juan José Paso
preguntó a los congresales "si querían que las Provincias de la Unión
fuesen una nación libre de los reyes de España y su metrópoli". Todos los
diputados aprobaron por aclamación la propuesta de Paso. En la sesión del 19 de
julio uno de los diputados por Buenos Aires, Pedro Medrano, previniendo la
reacción furibunda de San Martín que estaba al tanto de las gestiones secretas,
en las que estaban involucrados algunos congresales y el propio Director
Supremo, encaminadas a entregar estas provincias, independientes de España, al
dominio de Portugal o Inglaterra, señaló que "antes de pasar al ejército
el acta de independencia y la fórmula del juramento, se agregase, después de
'sus sucesores y metrópoli'; la frase: 'de toda dominación extranjera', para
sofocar el rumor de que existía la idea de entregar el país a los
portugueses".
La declaración iba acompañada de otro documento donde los
políticamente correctos de entonces habían logrado estampar la frase "Fin
de la Revolución, principio del Orden" dejando pendiente la tarea de
concretar la definitiva independencia a las futuras generaciones.
(Fuente: El Historiador)