Eliseo Diego escribió alguna vez: "No es por azar que
nacemos en un sitio y no en otro, sino para dar testimonio". La frase es
una dedicatoria del poeta cubano a sus hijos, claro que en un contexto mucho
más comprometido (el de la revolución), pero no deja de significar en este otro
contexto: el septuagésimo séptimo aniversario del nacimiento de Juan José Saer.
"La patria no es esa pasión abstracta, esa serie de
valores que nos quieren hacer compartir", dijo Saer en una entrevista. La
patria es la infancia, el comienzo del lenguaje, una experiencia íntima con las
impresiones del lugar de origen. Las primeras impresiones devienen lenguaje, luego
se transforman en literatura y el hecho íntimo y privado de las experiencias
primeras, se convierte en social y eso también es dar testimonio.
Juani nació en una casa por cuya vereda los serodinenses
caminan, en una esquina -la de Santa Fe e Italia- por la que muchos no podrían
dejar de pasar sin recordarlo (y sin lamentarse, ya que no hay placa ni cartel
que señale que allí nació un grande, ni interés político por recuperar ese
patrimonio).
Es por eso que algunos (Ana Palena, Marcelo Pafundi, Marcia
Bredice, Victoria Larese, Delfina Alodi y Manuel Monreal) sintieron el
compromiso con la difusión y valoración de su vida y de su obra y apostaron al
trabajo por su memoria. Así surgió Zona Saer, un grupo civil autoconvocado, sin
banderas políticas y con fuerte impronta creativa que tiene como objetivo
difundir la cultura local a partir de la inspiración en su máximo referente.
El sábado pasado, este pueblo clásico de la llanura
pampeana, esta patria compartida, se convirtió en el escenario de un íntimo y
emotivo homenaje por el aniversario del nacimiento de su autor. No faltaron
familiares directos del Juani, ni lágrimas, ni anécdotas de sus días en el
pueblo.
Una delegación de estudiantes adultos de la Universidad para
Adultos Mayores de Rosario (bajo la coordinación de Nadia Isasa y Natalia
Biancotto en el marco del programa Los escritores y sus ciudades) visitó el
punto primero del corredor Saer, sentando el primer precedente en la apertura
del fenómeno local Saer a la comunidad foránea. Una pasión que comienza en la
zona y que promete nuevos frutos.
(Fuente: Rosario 12)