lunes, 15 de septiembre de 2014

CIERRA LIBERARTE, UN LUGAR EMBLEMÁTICO DE BAIRES

Se conoció la noticia sobre el cierre de la librería Liberarte, impulsada por el Partido Comunista Argentino, que abrió sus puertas a finales de los ´80 en pleno centro porteño, y que en en los últimos tiempos funcionaba como una serie de locales independientes dentro de un mismo espacio, cierra, igual que su videoteca, actualmente en proceso de desarme.

El gran local en Corrientes al 1500, justo enfrente al Teatro San Martín y lindero con el Centro Cultural de la Cooperación, contaba, y cuenta aún hoy, con una librería, sala de teatro y disquería, que ofrecía un catálogo orientado a un sector políticamente definido. Pero ya sin el PC como nucleante, cada espacio se independizó hasta convertirse en “un Titanic a vela”, es decir en crisis terminal, según definió Felipe Bonacina, que tenía a su cargo la videoteca. 

Bonacina, que además trabajó para una editorial y es músico, es hijo de Diego Bonacina, recordado director de fotografía de “Tres tristes tigres”, del chileno Raoul Ruíz, “La conquista del paraíso”, “Flores robadas en los jardines de Quilmes” y “Sentimientos”, entre otras. 

Según recuerda Bonacina “…de a poco comenzó a extender la colección hacia el llamado cine de colección, cine de autor, cine clásico, cine independiente, una colección que se presentó como una alternativa a los videoclubes tradicionales más comerciales”. “A mi me gusta definirla como una colección de cine universal”, insiste y explica que “Esta tendencia se acentuó cuando el complejo Liberarte dejó de ser un proyecto del Partido Comunista y pasó a gestionarse de manera independiente”. 

¿Quiénes fueron los pioneros?

En sus primeros años La Videoteca fue manejada por Daniel Raichijk, hoy periodista y realizador. Luego se sumaron Jorge Giannoni, Diego Bonacina, Gabriel Wainstein, Ricardo Richter, toda gente vinculada a la industria del cine, y Oscar Echeverría, los dos últimos hasta nuestros días conmigo, hace ya 16 años. 

¿Cuántos filmes tienen y de dónde provienen? 

-La colección cuenta con 12.000 títulos, a los que debieran sumárseles unos 4000 que no fueron aún catalogados. El origen del material es diverso. En primer lugar el que fue editado en el mercado local. También se acopió mucho material traído de otros países y finalmente hubo un importante aporte de socios interesados. 

¿También de directores? 

-Si, que aportaban desinteresadamente sus obras. La Videoteca es, de algún modo, una creación colectiva. De los 12000 títulos hay 8000 en formato DVD. Las películas que no han sido aún conseguidas en este soporte se conservan aún en VHS. 

¿Cuántos socios llegó a tener? ¿Cuál era el perfil? 

-A lo largo de 27 años se asociaron más de 30000 personas. Si sacamos la cuenta son casi mil por año, es decir tres por día. Pero por supuesto que la concurrencia suele ser despareja. Hay socios que solo vinieron dos o tres veces, otros todavía lo son. Siendo una colección que buscó la universalidad, es imposible definir al socio tipo de socio, desde el que quiere meterse en el mundo del cine hasta el cinéfilo fanático del cine clásico, el de culto bergmaniano, el estudiante, el investigador del cine argentino, periodistas, publicistas en busca de referencias, el que busca cine social. 

¿Qué personajes pasaron por la videoteca? 

-Si hubiéramos sido mínimamente cholulos tendríamos un álbum de fotos para empapelar todo el local. Realmente por la Videoteca pasó mucha gente conocida en el ambiente, y en nuestro mostrador era atendido como cualquier cinéfilo. Prefiero nombrarte a gente con la cual tuvimos la suerte de entablar una cierta cotidianeidad y a hasta a veces alguna amistad, como Ezequiel Acuña, Bruno Stagnaro, Lucrecia Martel, Luis Ortega, Pablo Trapero, Mariano Llinás o Julio Raffo, que aparte de su carrera política ha dirigido su película, es uno de los impulsores de la Ley del Cine. Con José Martínez Suárez tuvimos extensas e inolvidables charlas, que arrancaban en el cine y terminaban en cualquier lado, como debe ser. 

Héctor Olivera nos frecuentó hace unos meses en busca de algunas películas suyas que ni él tenía en su colección, de aquellas charlas surgió aquella nota sobre ‘La Patagonia rebelde’ que publico Télam este año en su portal. Hasta llegué a conocer a Eduardo Morera, quien dirigió a Gardel en sus cortos musicales en los años 30. Inolvidable fue la visita de Emir Kusturica, a quien con mi pésimo inglés le tuve que decir que las películas no estaban en venta. Fernado Trueba nos visitaba cada vez que venía a la Argentina, no podía creer que hubiera un anaquel con todas sus películas. 

Entre los clientes, Pipo Mancera, que era un cinéfilo exquisito venía puntualmente, y ni hablar de Horacio Verbitski, consumidor del cine clásico. También pasaron muchos escritores, en fin, mucha gente, pero creo que la visita más curiosa fue la del Profesor Jirafales, el de “El Chavo”. Yo no lo podía creer. 

¿Qué anécdotas recordás? 

Hay una anécdota muy triste, pero muy conmovedora. Una chica nos vino a devolver unas películas con cierto retraso. Nos explicó que las había retirado su padre unos cuántos días antes, pero falleció de una ataque al corazón antes de llegar a su casa. Era un tipo muy dicharachero. La chica se sentó en el mostrador para que le contáramos cómo fueron los últimos minutos de vida de su padre, ella estaba segura de que poco antes de morir se había sentado a hablar con nosotros. 

Una vez llegó un paquete con un VHS casi destrozado: había sido rescatado de los escombros de la AMIA, y hay una en Europa… Una vez viajé a París y conocí un videoclub maravilloso, Videosphere, que quedaba frente a los jardines de Luxemburgo. Tenían una colección envidiable. Felicité al dueño y éste me preguntó de dónde era. “De Buenos Aires”, le dije. “Usted viene de la ciudad más cinéfila del mundo y tienen un videoclub más completo que el nuestro, cerca del Obelisco”, me explicó. No dije nada, porque en ese momento entró Agnes Varda y el local se paralizó. 

¿Qué sensación dejan todos estos años de aporte a la cultura cinematográficos? 

-Nosotros simplemente armamos una colección a partir de las sugerencias y las inquietudes de nuestros clientes. Hemos aprendido bastante de cine, pero sin el aporte de ellos nuestros conocimientos serían escasos, y a cambio de eso hemos llevado adelante un negocio que nunca dejó buenos dividendos, pero aceptamos las reglas del juego y nos vamos satisfechos. 

¿Qué va a pasar con todo el material del videoclub?

Nuestra intención, desde hace varios años, es poder incorporar nuestra colección a alguna universidad o institución capaz de gestionarla y ponerla a disposición de los interesados sin buscar lucro alguno. Creemos que esta colección, debe estar a disposición de todos. 

La era de los videoclubes está llegando a su fin, al menos en el caso de la Videoteca Liberarte, pero eso no significa que todo el acervo audiovisual deba quedar arrumbado en un sótano.

Mirá el video sobre la librería:


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