jueves, 25 de septiembre de 2014

DECAPITACIONES

Frente a la noticia que se conoció ayer en los medios internacionales sobre otra decapitación, reproducimos la reflexión del periodista Gerardo Fernández, que analiza el tema y lo hace desde una perspectiva política y personal. 


"La foto me estremece y aparece con demasiada frecuencia en mi mente. No he visto ningún video que muestre una decapitación ni lo haré: me basta y sobra con la tortura que me significa imaginar cómo debe ser esa salvajada para que la angustia y el horror se hacinen morbosamente en mi cabeza generando un espanto que irrumpe en medio de viajes, despertares u ocasionales cuelgues cotidianos.

Alguien dijo que el asesinato de una persona es un crimen mientras que el de varias es tan solo una estadística. Bien, eso es lo peor que proyectan estas fotografías. Nadie nos muestra al misil a punto de impactar en una escuela iraquí, mucho menos los restos de los niños masacrados segundos después. Y no es que esté solicitando esos videos, por supuesto que no. Simplemente realizo un ejercicio que procura entender cómo funciona la maquinaria de comunicación cuando se trata de crear masa crítica en torno a una intervención militar y analizar cómo se manejan las imágenes en tiempos de esa gran aldea global de las que nos hablaba McLuhan, el mismo que escribió alguna vez que si un árbol se caía en medio del bosque pero esa caída no era registrada por una cámara, podía ponerse en duda el suceso. Algo así ocurre cuando nos informan, pero sólo en texto o audio, que murieron tantas personas por una bomba: no hay imágenes que nos muestren el horror, entonces el repudio es menor. No hay videos, o mejor dicho no ponen esmero en mostrarlos, y las fotos no son tan difundidas por los mass media como éstas..

Todos quienes nos chocamos con la foto previa a una decapitación estamos siendo manipulados muy sutilmente para que ese horror desate desde nuestras entrañas el deseo de que se ponga fin a estas prácticas aberrantes. Es ahí donde el aparato de comunicación “occidental” se anota un poroto pues el rechazo que todos sentimos ante esa brutalidad anaranjada será luego fácil de transformar en legitimación de cualquier acción, pongámosle “humanitaria”, que ponga fin al horror del EI.

Lo mismo sucedería si se nos mostraran las consecuencias de un bombardeo de las fuerzas occidentales. Pero curiosamente esto nunca sucede ¿Te pusiste a pensar por qué?

Quiero decir, al fin y al cabo, que las decapitaciones son inaceptables desde todo punto de vista pero no menos que los bombardeos. Sucede que merced a estos recursos comunicacionales que hacen que veamos algunas cosas sí y otras no, terminamos tomando partido sin darnos cuenta, sin desearlo y mucho menos sin racionalizarlo por lo que no nos muestran. Por lo que no se ve…


Así se construyen los avales al intervencionismo imperialista en tiempos de la internet y la superabundancia de comunicación."

Gerardo Fernández


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