Se tratará hoy un marco jurídico sobre reestructuración de
deudas, Argentina confía en ganar la votación en la ONU contra los
buitres ya que tiene el apoyo del G77 + China. Se oponen parte de la UE,
Canadá y EE UU. El canciller Héctor Timerman está haciendo gesstiones para "asegurar" la Asamblea
General.
Escribe Felipe Yapur
Por estas horas, en la misión argentina ante la ONU se vive
una mezcla de frenesí, nerviosismo y entusiasmo ante la inminencia de la
Asamblea General. El tratamiento del proyecto que impulsa este nuevo marco
jurídico tiene como hora de comienzo las 15 de Nueva York, una hora menos que
en la Argentina.
Entonces, como en cualquier votación en un cuerpo colegiado,
los días previos (incluso el minuto antes de la votación) se utilizan para
convencer al que duda y afianzar al que acompaña. Si se quiere y, según la
jerga parlamentaria, lo que se hace es el "poroteo". Entre los países
que impulsan esta iniciativa hay optimismo pero se cuidan de hacer pronósticos
porque, como afirman, lo mejor es ver el número de la votación plasmado en el
cartel electrónico del organismo.
Ya es un triunfo que el proyecto se debata en el marco de la
Asamblea General y, sobre todo, que se lo vote. Y es que una de las antiguas
estrategias de los países centrales, más precisamente de Estados Unidos, es la
búsqueda del consenso para aprobar este tipo de proyectos.
Así se evita el
avance de temas que implican cambios de fondo en el statu quo
internacional y en los que no puede hacer uso de su poder de veto, como ocurre
en el Consejo de Seguridad. Pero para llegar a este momento y a esta votación
mucha agua debió pasar por debajo del puente.
DE LA REGIÓN AL GLOBO. Por caso, el desarrollo de estos
últimos tiempos de una unidad regional, que se plasmó en la creación de la
Unasur y la CELAC, permitió también trabajar de manera conjunta y coordinada en
otros espacios, como el G77 + China, el grupo más grande e importante de
Naciones Unidas. Aglutina a más de 100 países.
Es a través de ese grupo, complejo y heterogéneo, donde se
concentró el trabajo para alcanzar lo que bien se podría definir como un
"núcleo de coincidencias básicas", parafraseando al de la reforma de
la Constitucion argentina de 1994.
Uno de sus artículos clave decide "elaborar y aprobar,
mediante un proceso de negociaciones intergubernamentales y con carácter
prioritario, en su 69º período de sesiones, un marco jurídico multilateral para
los procesos de reestructuración de la deuda soberana". Entre otros, los
objetivos que plantea son "aumentar la eficiencia, estabilidad y
previsibilidad del sistema financiero internacional, y lograr un crecimiento
económico sostenido, inclusivo y equitativo, y el desarrollo sostenible, de
conformidad con las circunstancias y prioridades nacionales".
A diferencias de otras resoluciones, donde muchas veces no
se sobrepasa el límite del deseo y la buena voluntad, el proyecto estipula la
modalidad de trabajo que se tendrá que definir antes que finalice el año. Y,
por ende, una aprobación definitiva del texto del marco jurídico antes que
concluya el período 69 de Naciones Unidas en septiembre de 2015.
Ayer, tanto la embajadora argentina ante la ONU, Marita
Pérceval, como el canciller, Héctor Timerman, trabajaron a destajo para
asegurar la presencia y la votación. Otro tanto hizo el embajador boliviano,
Sacha Llorenti, quien, como presidente del G77 + China, tendrá que argumentar a
favor del proyecto (ver aparte).
La sesión no será extensa. Se esperan algunos discursos de países
que no comparten la iniciativa y luego a votar. A pesar del optimismo nadie
quiere anticipar un resultado pero, como reconoció ante Tiempo Argentino un
embajador latinoamericano, "la votación en la Asamblea bien puede
compararse con el fútbol, se gana aunque sea por un gol".
(Fuente: Página 12)