El país más grande América Latina decidirá hoy domingo
quién conducirá los próximos cuatro años de gobierno, cuando vote por la
reelección de la presidenta Dilma Rousseff o su rival Aécio Neves.
Más de 142 millones de brasileños deberán decidir a quién le
dan su voto para que lleve adelante el destino del país hasta 2018, luego de
una campaña atravesada por tragedias y acusaciones, denuncias y sondeos que
hasta último momento dan empates técnicos, con mínimas ventajas para el senador
o para la presidenta.
Los candidatos, que pasaron al balotaje con nueve puntos de
diferencia -Rousseff casi 42 por ciento y Neves 33 por ciento-, jugaron fuerte
desde hace tres semanas para atraer al electorado brasileño, que este domingo
tendrá en sus manos la posibilidad de definir el destino del país y de la
región.
Así, a una campaña que ya venía siendo dura por el nivel de
acusaciones, de cuestionamientos y de ofensas personales, atravesada por una
tragedia como fue el accidente aéreo de uno de los candidatos, el socialista
Eduardo Campos, y la posterior entrada a la disputa de Marina Silva, se sumó
este duelo entre el PT y el PSDB, un clásico brasileño que divide al electorado
entre dos modelos distintos de gobierno.
La campaña se volvió aún más agresiva que en la primera fase
y ambos postulantes buscaron alianzas para llegar con fuerza a la segunda
vuelta. Neves, desde su discurso al recibir los resultados el domingo 5 de
octubre, llamó a todos los sectores a unirse a su espacio, para conformar una
coalición "de cambio" denominada luego "Coalición Muda
País".
A cambio de apoyo, el senador aceptó todas las condiciones
que le puso la tercera más disputada tras las elecciones, la ecologista Silva,
pese a no haber coincidido en ninguna propuesta durante toda la campaña previa,
y que ambos representaran a partidos con distintos valores.
Tras dos o tres días de indecisión, Silva, que hasta para
sus seguidores iba a mantenerse neutral en su postura frente a esta segunda
vuelta, sorprendió cuando anunció su total apoyo a Neves, exagerando el mismo
con participaciones en los spots televisivos, dejándose besar las manos por el
opositor en fotos y sonriendo junto con miembros del PSDB.
La reacción desencadenó una división dentro del Partido
Socialista Brasileño (PSB), el cual ella representaba tras la muerte de Campos,
que aunque también brindó su apoyo a Neves, sufrió una fractura interna.
Rousseff, en cambio, inmediatamente después de digerir la
ajustada diferencia que la dejó en el balotaje con Neves enfocó todos los
cañones a defender los logros petistas, su período de gobierno y los ocho de su
predecesor Lula da Silva, e inició una etapa de la campaña principalmente en
contraste con lo realizado por el líder del PSDB y padrino de Neves, Fernando
Henrique Cardoso, que gobernó Brasil desde 1995 hasta 2002.
Sólo recibió apoyos de partidos de izquierda y de una gran
parte de intelectuales y artistas, que en la primera vuelta habían declarado
votar por Silva, pero siempre se mostró firme en que "el pueblo no es
bobo" y sabe que "no puede ir para atrás", en referencia a las
conquistas sociales logradas en el gobierno del PT, por el que salió del mapa
del hambre y unos 20 millones de personas dejaron la pobreza.
Los escándalos de corrupción, la recesión y el deseo de
cambio que la población manifestó en las urnas, fueron un fantasma en estas
tres semanas que apretó a la mandataria en un panorama donde la mayoría de las
encuestas arrojaban empate técnico con el tucano.
La excepción fue este jueves, cuando dos de las encuestas
más reconocidas, Datafolha e Ibope, le dieron a Rousseff una ventaja de entre
seis y ocho puntos por encima de Neves. Pero el aire para la petista duraría
poco, porque una denuncia de la revista Veja donde se la acusa de ser cómplice
de un escándalo en Petrobras, determinó que hoy nuevamente volvieran los
empates, inclusive con una mínima ventaja numérica para el opositor.
Además, en el cuarto debate que ambos candidatos
mantuvieron en la poderosa TV Globo, volvió a predominar un clima de agresión,
imponiéndose las denuncias de corrupción, de un gobierno y del otro, y hasta
fue utilizado lo publicado por Veja.
La mandataria y Lula anunciaron que iniciaran recursos
legales por acusar a dos días de una elección, sin ningún tipo de pruebas ni
documentos, mientras que Neves, quien se despegó de su relación con esa
denuncia, la utilizó durante todo el debate y miembros de la juventud del PSDB
de Belo Horizonte repartían anoche las tapas del ejemplar a todos los
ciudadanos.