El actor, director y dramaturgo argentino Alfredo Pato Catania, maestro del teatro costarricense, falleció este jueves a los 80 años. Evocamos en esta crónica el perfil artístico de este santafesino que dejó su huella en los escenarios internacionales.
En la página web La Nación de Costa Rica se realizó un recordatorio biográfico, señalando que su impronta en el teatro desde aquel debut, junto a su esposa Gladys y su hermano Carlos, serían inolvidables para una generación completa.
En la nota se dice reproducen las expresiones de su sobrina, también actriz, Claudia: “Fue un pilar del teatro. Entre su trabajo más importante
estuvo el teatro independiente que hizo ir a los pueblos (con el Teatro La
Carpa y otros proyectos). Fue, realmente, un maestro para todos los que
trabajamos en teatro”.
Su nombre completo es Alfredo Vicente Catania Rodríguez, había nacido Santa Fe, el 26 de enero de 1934. Se formó en la escuela de teatro
local. Trabajó como promotor cultural y director teatral por varios años y, en
1957, fundó el grupo Teatro de los 21, que, durante 10 años, ofreció
presentaciones en varios países de América.
En 1961, los Catania hicieron su primera visita a
Centroamérica, en una gira de siete meses. Cuando arribaron por segunda vez, en
1967, fue para quedarse. Ese año, estrenaron en el país Historias para ser
contadas , de Osvaldo Dragún; en escena, aparecían uniformados de negro en
cuatro relatos que reflexionaban sobre la pérdida de la libertad.
La nota que estamos citando relata que en escena los Catania tendían al teatro comprometido políticamente y con escasa utilería. Sobre la
escena, interpretaban varios personajes a la vez: hablaban de problemas comunes
a la gente, con un planteamiento estético distinto del teatro realista conocido
hasta entonces.
La propuesta de los Catania se diferenciaba de lo que, hasta
entonces, se había desarrollado en las artes escénicas de Costa Rica. A este panorama, contribuirían teatreros chilenos y
uruguayos que llegaron a principios de los años 70 huyendo de las dictaduras
del sur.
Así, desde 1968, los Catania se convirtieron en formadores.
Don Alfredo sería director fundador de la Escuela Oficial de Teatro de Costa
Rica (hasta 1969), profesor de la Escuela de Artes Dramáticas de la Universidad
de Costa Rica (1969-1971), director del Teatro Universitario (1971-1972) y
director artístico de la Compañía Nacional de Teatro (1974-1978).
EL TEATRO LA CARPA
En la crónica artística que traza el portal web, se menciona que en 1978 con una carpa rojiamarilla creada
con ayuda de los hermanos Miller (los del circo), y junto a la actriz Mercedes
González, se creó el Teatro La Carpa. En ese espacio se presentaron
espectáculos de gran calibre, incluyendo estrenos nacionales y montajes
dirigidos por el célebre británico Peter Brook en su paso por Costa Rica. Por seis años, rodaron por comunidades del centro del país
con la carpa que albergaba a 700 espectadores. Se requerían tres camiones para
mover la estructura de comunidad en comunidad, aunque al inicio estuvo fija en
el parque Morazán.
De los años 70 y 80, se recuerdan montajes en distintos
escenarios y con diferentes compañías como Las fisgonas de Paso Ancho (1973),
Juana y Pedro (1974), La familia Mora (1974), El farsante más grande del mundo
(1975), Puerto Limón (1975), Esperando a Godot (1979) y La fiaca (1981).
A mediados de los años 80, al quedarse sin subvención del
Ministerio de Cultura, bajó la carpa, pero Catania continuó trabajando en otros
locales en San José.
En aquella época, Pato incursionó en la actuación
cinematográfica (La Segua , Eulalia ), y luego trabajó como director y
productor de televisión ( El tío Antonio , transmitida por Sinart).
En 1987, llegó uno de los grandes éxitos de la
carrera de Catania: estrenó la obra de Samuel Rovinski sobre monseñor Óscar
Romero, El martirio del pastor , con la que viajaría a Nueva York, México y
otros escenarios internacionales.

Más de 90 obras producidas, 12 premios nacionales y varias
generaciones formadas bajo la égida de Pato: ahora, al caer el telón, el
público aplaudirá, en los años venideros, el esfuerzo y la pasión de Alfredo.