Es una fecha establecida por las Naciones Unidas en
conmemoración del asesinato de las tres hermanas Mirabal, por órdenes del
dictador Rafael Leónidas Trujillo, un 25 de noviembre de 1960.
El 18 de mayo de 1960, las hermanas Minerva y María Teresa
habían sido juzgadas en Santo Domingo, al igual que sus esposos, por atentar
contra la seguridad del estado dominicano. Se les declaró culpables y fueron
condenadas a tres años de prisión, inmediatamente todos comenzaron a purgar sus
penas, pero ellas no durarían mucho en la cárcel. En un gesto extraño el 9 de
agosto y por disposición expresa de Trujillo, Minerva y María Teresa Mirabal
fueron puestas en libertad, sus maridos sin embargo continuaron en prisión.
Estas disposiciones de Trujillo tenían doble propósito, por
un lado pretendía demostrar su "generosidad", por el otro les daba la
libertad a aquellas personas a quien él quería seguir hostilizando, este último
era el caso de las Mirabal. No bien habían pasado un par de semanas de la
libertad y ya existían informes sobre reuniones secretas contra el régimen
encabezadas de nuevo por las Hermanas Mirabal esto, sumado a las presiones
internacionales entre muchas cosas por el atentado en Venezuela contra el
Presidente Rómulo Betancourt, por el que la OEA sancionó al estado dominicano
con rompimiento de relaciones diplomáticas y económicas y la creciente caída de
los diferentes regímenes dictatoriales en América Latina y en medio de un
informe que inició de nuevo con los pasos que daban estas mujeres rebosó la
copa de la tolerancia de Trujillo quien le ordenó al General Pupo Román un plan
para desaparecer definitivamente a las Hermanas Mirabal.
Recomendándole usar al SIM para su ejecución. La primera medida
que tomó Pupo Román fue el traslado de los presos a la cárcel de Salcedo, al
parecer aparentando benevolencia, pues de este modo no tendrían que realizar
largos viajes a la cárcel de La Victoria, que era donde cumplían sus penas los
esposos, en verdad esto era el inicio de la capitalización del plan para la
eliminación de las hermanas Mirabal. El General Pupo Román, cumpliendo las
orientaciones del Generalísimo dejó en manos del SIM (Servicio de Inteligencia
Militar) a la sazón dirigida por el Capitán de Corbeta de la Marina de Guerra
Mayor Cándido Torres Tejada, quien había sustituido al siniestro Johnny Abbes,
que se encargaba en ese momento de dirigir la campaña contra la Iglesia y a la
emisora Radio Caribe, pero en verdad Abbes seguía dirigiendo con sus ideas y
tras bastidores al organismo opresor, para dar cumplimiento a la orden, Torres
Tejada se dirigió a Santiago y le dio las instrucciones al jefe del SIM en la
zona norte, el entonces Teniente Víctor Alicinio Peña Rivera y según escribe en
su libro el propio Peña Rivera, éste le expuso el plan de la siguiente manera:
"Vengo de parte del ministro de las Fuerzas Armadas, General Román, para
que dispongas el traslado a Puerto Plata de los esposos de las Hermanas
Mirabal, la justificación del traslado será el descubrimiento de armas
clandestinas dirigidas al movimiento que ellos encabezan, la idea es que ellos
nos ayuden a determinar si las personas apresadas las pueden identificar como
miembros del movimiento, una vez terminado esto les puedes decir que serán
regresados a Salcedo de nuevo. Una vez trasladados les prepararás una emboscada
en la carretera a las Hermanas Mirabal, deben morir y se simulará un accidente
automovilístico, ese es el deseo del jefe". Al día siguiente el cabo de la
Policía Nacional Ciriaco de La Rosa llegó a los cuarteles del SIM en Santiago
para cumplir con el plan, solicitó cuatro agentes y un vehículo para conformar
el escuadrón de acción, Peña Rivera asignó a Alfonso Cruz Valerio, Emilio
estrada Malleta, Néstor Antonio Pérez Terrero, y Ramón Emilio Rojas Lora.
El 18 de noviembre el escuadrón regresó sin cumplir la orden
alegando que las hermanas Mirabal viajaban con niños, el 22 de noviembre
regresaron de nuevo alegando las mismas causas, pero el 25 de noviembre se pudo
comprobar que en esa visita no andaban con niños sino con un chofer (Rufino de
la Cruz) y otra de sus hermanas (Patria), se decidió entonces ejecutar el
macabro plan. Tras despedirse de sus respectivos maridos, en el patio de la
fortaleza, las tres mujeres y el chofer, salieron rumbo a Salcedo. Ya fuera de
Puerto Plata, el jeep se desplazaba por la serpenteante carretera y al llegar
al puente de Marapica, fueron detenidos por cuatro hombres que iban en un
cepillo el cual atravesaron en medio del puente. Las tres mujeres fueron
obligadas, a punta de pistola, a subirse al asiento trasero del vehículo de sus
verdugos, mientras tres de éstos se montaban con el chofer en el jeep,
dirigiéndose hacia La Cumbre donde estaba la casa, en la que les esperaba el
capitán Peña Rivera para darles las instrucciones finales.
Los dos vehículos entraron al patio de la casa. Las hermanas
y el chofer fueron llevados a la fuerza por los sicarios dentro de la casa. De
inmediato Peña Rivera hizo una seña a de la Rosa para que actuaran, retirándose
hacia una lejana habitación de la casa. Entró a la casa y los repartió entre
sus otros tres compañeros que debían ejecutar el plan al igual que pañuelos
para ahorcar las víctimas. Fue así entonces que durante varios minutos unos
quejidos y alaridos que no pudieron escucharse fuera de la estructura de la
vivienda construida de adobe y forradas de caoba fueron emitidos, y con la
respiración entrecortada, los sicarios dieron por teminada su labor de
exterminio. Los cuerpos de las mujeres y el hombre ya no hacían ningún
movimiento convulsivo, las apalearon hasta morir para luego introducir los
cuerpos en el coche y simular un accidente de tráfico.El sargento de la Rosa se
dirigió entonces al aposento donde estaba Peña Rivera y le dijo: "Señor,
misión cumplida".
REPERCUSIONES