"A Franco lo mató la policía", lo dijo Elsa
Godoy, mamá de Franco, en la marcha que se hizo hoy en Rosario para pedir
Justicia. El joven, después fue buscado durante tres semanas, su cuerpo
apareció días flotando en el río.
Matías Sarlo
Elsa
Godoy y Ramón Casco están al frente de
la marcha donde miles de personas y organizaciones piden justicia por la muerte
de su hijo, Franco Ezequiel. Es una bandera amarilla donde jóvenes manos
pintaron “A Franco lo mató la Policía”; “Lo quisieron desaparecer”. La marcha recorrió las diez cuadras que
separan los Tribunales Provinciales de la Gobernación y coparon la plaza. Y ahí
el canto se hizo más fuerte: “Ya sabía, ya sabía, que a Franco lo mató la
Policía”, la única consigna que iba pintando la paredes y las veredas a medida
que iban andando. Elsa se quiebra, y limpia sus lágrimas con la bandera. Su
marido sigue cantando solo, cuando todos se callan. La bandera de eleva tapando
sus rostros, abajo lloran. No están solos, el reclamo es fuerte. El orador es
Sergio Barón, del Bodegón del Pocho Lepratti, que celebra la unión de tantas
organizaciones para que se detenga en Rosario la matanza de pibes en los
barrios y para que la Policía deje de perseguirlos con la complicidad del
Estado.
En
nombre de la familia Casco la que habla es Malvina, una de los ocho hermanos de
Franco. Sus palabras son pocas, pero contundentes. “Queremos que se investigue
la desaparición forzada de Franco y que la causa pase a la Justicia Federal”.
Barón
en tanto acusa a los fiscales por no haber buscado a Franco, al secretario de
Control de las Fuerzas de Seguridad, Ignacio del Vecchio, por hacer propias las
pistas falsas que le plantó la Policía. Es que unas horas antes de que Franco
apareciera flotando en el río Paraná, Del Vecchio afirmaba que el joven había
sido visto en una iglesia evangélica de Empalme Graneros, donde viven los tíos
de Franco.
Sobre
ese punto, el diputado del Frente Para la Victoria, Eduardo Toniolli relató que
hoy la Comisión de Derechos y Garantías de la Cámara de Diputados recibió al
padre de Franco. En esa circunstancia Ramón Casco contó que en la Fiscalía le
mostraron un video que fue filmado en la iglesia evangélica en la que se ve a un
joven, que supuestamente habrían confundido con Franco. Ese joven dice en el
video “ahora me vuelvo a la comisaría”.
El legislador pretende que se esclarezca cómo fue que se filmó ese video
y si el joven que aparece en el mismo es un recluso que llevaron con el
objetivo de plantar una prueba. Ramón aseguró solamente que no se trataba de su
hijo y contó en la Legislatura la extraña filmación que le hicieron ver. Con
esos datos, mañana pedirán sobre tablas la citación de Del Vecchio para que
aclare las supuestas pistas falsas de las que se hizo eco.
En
tanto, Elsa Godoy sostuvo que “estoy segura que a mi hijo lo mató la Policía.
Quisieron desaparecerlo, pero no pudieron”. La mujer, que vive en Florencio
Varela, se instaló en Rosario con su marido para que el caso de su hijo no
quede impune. Y espera al lunes, cuando empiecen a realizar la nueva autopsia
al cuerpo de Franco, que se supone podrá determinar la causa de su muerte.
A
su lado, en la marcha, está Eduardo Trasante, padre de Jeremías, uno de los
tres chicos asesinados en el caso conocido como el triple crimen de Villa
Moreno, que ocurrió el 1 de enero de 2012 en el que también fueron asesinados
Claudio Mono Suárez y Adrián Patón Rodríguez. “Hay una realidad que sigue
creciendo. Y abogamos por un despertar de la gente que puede hacer algo para
terminar con tanta muerte. En el caso de mi hijo Jeremías la Policía estuvo
involucrada y no ha cambiado mucho la cosa desde entonces”.
Los
dos casos parecen vincularse. Ambos visibilizan la matanza de pibes en los
barrios, la complicidad policial y la inacción del estado.
Al
respecto, Sergio Barón destacó que a partir de la muerte de Franco se formó una
Multisectorial de distintas organizaciones políticas y sociales, con el fin de
recorrer los barrios y aunar esfuerzos para terminar con la muerte de pibes en
Rosario.
De
todos modos, la batalla judicial recién empieza y nada hace pensar que haya
alguna intención de corregir las múltiples irregularidades que rodean el caso.
Franco
llegó a Rosario desde Florencio Varela a visitar a su familia y tenía pasaje de
regreso el 6 de octubre, pero no llegó a su casa. Sus familiares deambularon en
las comisarías, sus padres viajaron a Rosario, hasta que pudieron establecer
que el chico había estado preso por unas horas en la comisaría 7°. Una médica
policial firmó un documento en el que decía que el joven estaba desorientado y
obnubilado, pero cuando fue citada en la audiencia a declarar dijo que no lo
recordaba. El cuerpo del joven apareció el 30 de octubre flotando en el río, a
la altura del Parque de España. Había muerto al menos tres semanas antes. Sólo
el tatuaje que llevaba en el brazo con nombre de Thiago su hijo de 3 años,
posibilitó que lo reconocieran.
Hasta
el momento, la Policía no fue separada del caso. Pese a estar sospechada de serias irregularidades y de plantar
pruebas, es la fuerza que investiga la desaparición y posterior muerte de
Franco. La comisaría no fue allanada, pese que hay irregularidades en el libro
donde se anotó su ingreso, pero no su egreso. El defensor Gabriel Ganón
presentó un escrito ante la Procuraduría de Violencia Institucional (Procuvin).
El organismo aceptó el pedido y reclamó que la investigación por la desaparición
y muerte del joven se desarrolle en el ámbito de la justicia federal. Para el
organismo que dirige Abel Córdoba se trataría de una desaparición forzada de
personas. La Procuvin también ofreció
como perito de parte a Virginia Creimer, quien también participó en la
exhumación y la autopsia del cuerpo de Luciano Arruga. Sin embargo, hasta el
momento, el caso sigue en manos de la Justicia Provincial y la misma Policía
que está sospechada.