La editorial Atlántida fue el medio insignia que utilizó la dictadura cívico militar para emprender sus acciones de propaganda que taparan sus crímenes de lesa humanidad.
Alejandrina Barry espera que su caso se sume al expediente
en el que fue procesado el periodista Agustín Bottinelli por hacer una falsa
nota a Thelma Jara de Cabezas mientras estaba detenida en la ESMA.
Por Gustavo Veiga
La vida adulterada de Alejandrina Barry terminó cuando tenía
13 años y en gran medida se debe a su lucha. Una lucha en inferioridad de
condiciones desde el mismo día en que nació. Susana Mata, su madre, la tuvo en
la cárcel de Olmos durante el gobierno de Isabel Perón. Después, la dictadura
cívico-militar se encargó del resto: desapareció a sus padres, a sus tíos, la
transformó en botín de guerra cuando era niña y le inventó una existencia
presuntamente piadosa en complicidad con una empresa periodística, Editorial
Atlántida. Tres artículos publicados entre diciembre de 1977 y enero del ’78 la
transformaron en una hija del terror abandonada a su suerte. Ahí empezó la
tergiversación –sus abuelos la habían buscado en Montevideo y la trajeron a
Buenos Aires– que ya desmontó pieza por pieza con paciencia de orfebre. Su caso
se ventila en tres juicios por delitos de lesa humanidad. Acaba de declarar por
primera vez ante un tribunal oral y aportó información valiosa (ver aparte).
También espera ver procesados y condenados a los editores de Somos, Gente y
Para Ti, las revistas que utilizaron su tragedia para hacer acción psicológica.
El lunes pasado, Barry declaró como testigo ante el TOF1
patrocinada por abogados del Ceprodh. Lo hizo por primera vez en la causa Plan
Cóndor, donde es querellante al igual que en el juicio por el centro
clandestino Pozo de Banfield, donde su madre estuvo detenida. En esos
expedientes se investiga la de-saparición de sus padres, Alejandro y Susana. El
estudiante de derecho y ella maestra, ambos militantes montoneros caídos en
Uruguay. Pero hay una tercera querella que Alejandrina presentó en 2010 contra
Atlántida y que no avanzó como esperaba. El juez federal Sergio Torres se
declaró incompetente y luego hizo lo mismo su colega Sebastián Casanello. Ahora
es la Cámara Federal la que debe decidir el conflicto de competencias entre
ambos.

Barry, militante del PTS e integrante del Ceprodh, le dijo a
Página/12 que “el procesamiento de Bottinelli es algo muy importante, pero hay
que seguir avanzando. Mi causa es conexa con la de Thelma Jara de Cabezas y si
no progresó es por el poder real que siguen teniendo periodistas como Gelblung
o D’Amico. Esto se da en el marco de una situación donde los civiles cómplices
de la dictadura que están presos se cuentan con los dedos de una mano”.
El texto de su querella solicita que “se establezca
conexidad con la causa Nº 7650/08 iniciada a raíz de la denuncia realizada por
Thelma Doroty Jara de Cabezas y que como en ese caso se investigue para
determinar qué personas dentro de la Editorial Atlántida SA realizaron acciones
voluntarias dolosas en los años 1977 y 1978 en mi perjuicio y sobre otras
personas, para que ellos respondan penalmente en la medida de sus actos”.
Más adelante sostiene en su denuncia contra la editorial que
“los autores de los homicidios de mis padres y mi privación ilegal de libertad,
como quienes posteriormente planificaron la realización de las notas
periodísticas, la difusión de una fotografía mía y la edición de varias notas
publicadas en revistas, contribuyeron en un plan genocida único, que incluía
diversas acciones, una de ellas, las acciones de propaganda para encubrir
delitos de lesa humanidad”.
Los tres artículos a los que se refiere Barry salieron en
Somos el 30 de diciembre de 1977 bajo el título “Los hijos del terror”; el 5 de
enero de 1978 en Gente, que informó “Esto también es terrorismo. Alejandra
(sic) está sola” y Para Ti cerró la serie de notas el 16 de enero de 1978 con
el título “A ellos no les importaba Alejandra”. En su denuncia, Barry sostuvo
que “‘las notas periodísticas’ que me involucran marcaron gran parte de mi
vida, fraguaron mi historia personal y afectaron mi identidad”. Tal vez el dato
más contundente que aportó está relacionado con la velocidad con que se
produjeron los hechos: “el asesinato de mis padres, la restitución a mi familia
y la publicación de estas notas se dan en menos de un mes, incluso cuando parte
de los hechos se desarrollan en el país vecino”.

Cuando declaró ante el TOF1 en Comodoro Py reveló que
mientras buscaba datos de sus padres se presentó en la Dipba (la Dirección de
Inteligencia de la Policía Bonaerense ya disuelta) para solicitar las fichas de
sus padres, Juan Alejandro y Susana. Recibió una sorpresa gigante cuando le
dijeron que había dos Barry, pero se trataba de ella y su papá. “Yo estaba
catalogada como ‘delincuente subversiva’ por haber participado en una marcha
contra la presencia de Clinton en Argentina en el año 1997 y evidentemente por
ser militante política”.
(Página 12)