
Si bien, se han realizado análisis críticos de sus personajes y de las tiras televisivas compuestas, señalando que en muchos casos fueron portadoras de mensajes violentos, es innegable la popularidad que adquireron dentro y fuera de su país de origen. En Argentina su momento de esplendor fue durante la dictadura cívico militar. Hay una historia que vincula a Roberto Gómez Bolaños con los militares y un suculento contrato que recordó el periodista Diego Rottman, citando el libro escrito por Enrique Vázquez.
“A comienzos de la última dictadura militar, los canales
estaban repartidos por Fuerza: Canal 9 era del Ejército, Canal 11 de la Fuerza
Aérea y Canal 13 de la Armada. Cada uno funcionaba con un interventor que hacía
y deshacía su gusto. En el ’76 al 7 se lo reservó para “la cultura” (alta,
pacata y aburrida). En 1978, Mundial mediante, el 7 pasó de ser el patito feo a
tener un edificio nuevo y capacidad para transmitir en color. Así, con el nuevo
nombre de Argentina Televisora Color (ATC), el cisne pasó a ser codiciado por
todos. ATC se convirtió en una “sociedad anónima del Estado”, con un directorio
integrado por oficiales del Ejército, la Armada y la Aeronáutica en un 33 par
ciento cada Fuerza.
En su libro La última,
Enrique Vázquez cuenta que semejante
monstruo tecnológico y administrativo merecía una programación acorde: se
contrataron los gerentes más brillantes, se invirtió un dineral y a principios
de la temporada ’79 el ‘paquete’ quedó presentado con moñito y todo. Al
tener vía libre con el presupuesto, los ejecutivos del canal viajaron a México
para contratar a Roberto Gómez Bolaños como figura exclusiva con sus programas El Chavo y El Chapulín Colorado. Chespirito vendría a Buenos Aires a hacer una
serie de shows y, de paso, firmar el abultado contrato que los militares le
habían prometido.
Pero había un problema: el programa ya se estaba emitiendo
por Canal 9, con altísimo rating. El interventor del 9, el coronel Clodoveo
Battesti, se sintió damnificado y elevó una queja formal a sus superiores en la
Fuerza, para que impidieran la sustracción de Gómez Bolaños.
El secretario general del Ejército se puso en contacto con
sus pares de la Armada y la Fuerza Aérea para ver cómo se solucionaba el
asunto, pero no tuvo la respuesta que esperaba: para los marinos y los aviadores,
la prioridad era el canal compartido,
vale decir, ATC.
El tema pasó entonces a consideración de la Junta Militar,
órgano supremo del Estado, encabezado por Videla, Massera y Agosti. Todas las
resoluciones de la Junta debían gozar de unanimidad, y en el caso del Chavo del
8 no la hubo: la Armada y la Fuerza Aérea entendieron, a través de sus
comandantes en jefe, que Gómez Bolaños debía ser contratado por ATC.
![]() |
El libro de Enrique Vázquez |
Durante las tres semanas que la cúpula del gobierno
argentino se enfrascó en el debate sobre cómo resolver el diferendo, Chespirito
quedó anclado en Buenos Aires, a la espera de la decisión sobre cuál era el
canal para el que debía firmar.
El falló terminó favoreciendo a ATC. Gómez Bolaños firmó y
quedó liberado para volver a México.
Desairado por la decisión que le quitaba la joya de la
corona de su canal, el coronel Battesti presentó su renuncia, que le fue
rechazada por las autoridades de la Secretaria de Información Pública.
El país podía volver a la normalidad. Dice Vázquez que el
mismo día que El Chavo del 8 debutó
en su nuevo canal, el ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz
sancionó la circular 1050 para indexar los préstamos hipotecarios. No hubo
discusión previa alguna.”