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El periodista Horacio Verbitsky analiza el texto de Nisman |
Una primera lectura a velocidad supersónica de la denuncia
del fiscal Alberto Nisman contra la presidente CFK y su ministro Héctor
Timerman, difundida en la tarde de ayer por la Corte Suprema de Justicia en su
página electrónica, indica que el eje excluyente de la argumentación del
difunto ex fiscal gira sobre la presunta decisión de las máximas autoridades
argentinas de obtener la anulación de las órdenes de captura contra los
funcionarios iraníes acusados y de las correspondientes alertas rojas emitidas
por Interpol. Esta afirmación se reitera ad infinitum a lo largo del dictamen,
ahora en poder del juez federal Ariel Lijo, quien lo puso en manos del
presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti.
“La baja de las notificaciones rojas constituyó el interés
central para las autoridades iraníes en este acuerdo y el canciller Timerman
aceptó y contribuyó a ello. Hizo todo lo posible para que ese objetivo fuera
cumplido por Interpol, más allá de sus declaraciones públicas en sentido
contrario, porque sostener la verdad además de confesar su participación en el
plan delictivo, hubiese sido incompatible con los reclamos de justicia. La
diligente y a la vez inesperada –para los encubridores– actitud de Interpol,
específicamente de su secretario general, Ronald Noble, lo impidió”, sostiene
en la foja 107.
En la 120 narra una reunión de Timerman con el secretario
general de Interpol el 26 de noviembre de 2013 en la sede de la organización en
Lyon y dice que el canciller argentino intentó convencerlo “para que cediera y
dispusiera el cese de las notificaciones rojas”. Este esquema se repite una y
otra vez a lo largo del escrito.
(De allí la importancia del correo electrónico que Noble le
envió a Timerman la semana pasada, en el que afirma en forma categórica que
tanto el ministro como la presidente CFK y todo el gabinete argentino
permanecieron “cien por ciento comprometidos a que las alertas rojas de
Interpol siguieran vigentes”, con una actitud consistente e inflexible. Sobre
el encuentro del 26 de noviembre de 2013 en el que Nisman afirma que Timerman
intentó convencer a Noble para que cediera y levantara las alertas rojas, el
propio Noble dice que Timerman “reiteró que la posición del gobierno argentino
es que las alertas rojas debían permanecer en efecto, sin cambios, debían
seguir siendo válidas”. Nada que el gobierno diga ahora podría mejorar este
desmentido rotundo de Noble, ex jefe del Servicio Secreto de los Estados
Unidos, quien en un reportaje publicado en este diario el domingo, añadió por
si quedaran dudas, que Nisman mentía cuando afirmaba lo contrario.)
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Portada de Página 12 |
(Esto remite una vez más al problema que el juez Rodolfo
Canicoba Corral señaló en la resolución en que pidió las capturas que
originaron las alertas rojas de Interpol: Nisman debía conseguir pruebas, ya
que se basaba sólo en informes de Inteligencia. La modificación de la ley de
Inteligencia, para que la justicia controle la tarea de los servicios y no a la
inversa, es el compromiso que Néstor Kirchner asumió en 2005 ante los
familiares nucleados en Memoria Activa, en el reconocimiento de responsabilidad
que la Argentina realizó ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y
cuyo cumplimiento sigue pendiente.)
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Fernando esteche y Luis D'elía |
(Hasta el día de hoy eso no ocurrió. Los granos los sigue
vendiendo Grobocopatel y la Argentina no importa petróleo de Irán. El comercio
bilateral creció antes de la presunta apertura de las negociaciones secretas y
decayó desde entonces.)
Por último, el dictamen del ex fiscal reproduce
conversaciones telefónicas de una persona a quien identifica como Allan Bogado,
“que responde a la Secretaría de Inteligencia de la Presidencia de la Nación.
Se trata de una persona con acceso al entorno presidencial que cuenta con
información privilegiada, incluso sobre la salud de la señora presidente, y que
ha declarado su simpatía por el régimen iraní”. Agrega que ha transmitido
informaciones secretas y protegidas por la ley de Inteligencia a agentes de una
potencia extranjera y en quien la señora presidente ha confiado para llevar
adelante parte del plan de impunidad. La que menciona es reducida por el propio
Bogado al carácter de “chisme”. En febrero de 2003 dice que habría sabido “en
la casa” (Nisman interpreta que es la SI) que Interpol estaba por levantar las
alertas rojas. El ex fiscal también menciona como inventor de una “verdad
falsa” que se instalaría en el expediente para liberar de culpa a los iraníes,
al ex juez y ex fiscal Héctor Yrimia.
(Ante una consulta de Lijo, el Secretario de Inteligencia
Oscar Parrilli respondió que ninguno de ambos “pertenecen ni han pertenecido
como personal de la planta permanente, contratado, de gabinete ni personal
transitorio”. Agregó que en noviembre, la Secretaría denunció por tráfico e
influencias a Bogado, “quien no siendo personal de este organismo se presentaba
ante funcionarios de la Aduana como agente de esta Secretaría”. La causa está
en el juzgado federal del juez Luis Rodríguez. Además, hace dos años la SI ya
había negado que Bogado trabajara allí ante una consulta de otro tribunal.)
En esta primera lectura rasante de la denuncia, nada parece
más inquietante que una grabación de Khalil, en la foja 45 sobre una “persona
que laburó con Irán... cuando Irán mató acá”, y otra en la que dice que Emilio
Pérsico “siempre tuvo el discurso de que nosotros fuimos... y está bien hecho
así... dice él. Es la pelea”. Los puntos suspensivos son de Nisman. Para
quienes creen en la pista iraní, será un aliciente para continuar la labor de
Nisman en el expediente por el atentado.