![]() |
Horacio Verbitsky y su análisis del caso Nisman |
La columna de opinión del periodista Horacio Verbitsky sobre la denuncia de Nisman y su muerte dudosa, como parte de una confluencia de desidia e intereses que dejó impune el más grave atentado de la historia argentina.
Por Horacio Verbitsky
Es prematuro concluir si el fiscal general Alberto Nisman se
suicidó o fue asesinado. Cualquier afirmación al respecto que no esté
sustentada por constancias indudables de la investigación sólo tiende a
capitalizar lo sucedido en una dirección u otra.
Una lastimosa tradición nacional induce a sospechar de las
apariencias. Pero el brigadier Rodolfo Echegoyen, quien investigaba en la
Aduana un caso de narcotráfico mientras la Aeronáutica era conducida por su
camarada José Antonio Juliá (el padre de los dos condenados en España por ese
mismo delito), no tenía rastros de pólvora en las manos cuando lo suicidaron en
1990, ni marcas de la patada que en todos los peritajes posteriores produjo el
38 especial empleado. El capitán de navío Horacio Pedro Estrada, quien en 1997
estaba imputado en la causa por la venta ilegal de armas, era zurdo y el
disparo ingresó por la zona derecha de la nuca. Pruebe a cruzar el brazo por
detrás de la cabeza y apuntarse a la nuca del lado opuesto y después opine.
Marcelo Cattáneo, acusado de pagar sobornos por las contrataciones del Banco
Nación con IBM, apareció colgado al año siguiente, con un recorte de diario en
la boca sobre el caso que lo involucraba. Lourdes Di Natale cayó por el balcón
en 2003 con un tenor alcohólico en la sangre que no le hubiera permitido ni
llegar a la ventana, y en toda la casa no había una sola bebida alcohólica.
NADA QUE VER CON LA
MUERTE DE NISMAN
![]() |
La policía retira el cadáver del fiscal |
Por ejemplo, Nisman había decidido tomarse vacaciones hasta
fin de enero y se fue de viaje a Europa con una de sus hijas. A cargo de la
fiscalía especial que investigaba el atentado a la DAIA de 1994 quedó su colega
Alberto Adrián María Gentili.
Ayer Elisa Carrió dijo que la Procuradora General de la
Nación Alejandra Gils Carbó designó “en reemplazo de Alberto Nisman a fiscales
vinculados con el narcotráfico, según denunció Horacio Verbitsky”. Le agradezco
la cita y el link que colocó a una nota sobre una fiesta ofrecida por un
defensor de narcotraficantes a la que asistió Gentili, por entonces a cargo de
una fiscalía creada para investigar delitos de drogas. Muy impresionante, salvo
que Gentili no fue designado por Gils Carbó sino por el propio Nisman. Eran
amigos y ya lo había propuesto para reemplazarlo en licencias anteriores. Pero
esta vez Nisman regresó en forma intempestiva y sin comunicar a nadie que
reasumía sus funciones, el 13 de enero presentó su bodoque acusatorio contra la
presidente CFK por encubrimiento del atentado a la DAIA de julio de 1994. Su
inconsistencia impresiona e induce a preguntarse cómo hubiera podido defenderlo
ante los diputados en la cita a la que no acudió ayer. Fue muy apropiada la
decisión presidencial de levantar todos los secretos que le pidió Nisman, para
que nada obstruya la comprensión de lo que el ex fiscal sostuvo y con qué
respaldo lo hizo.
El juez de la causa Rodolfo Canicoba Corral se quejó: si se
refería al atentado, Nisman debió presentárselo a él; si era un hecho nuevo,
remitírselo a la Cámara Federal para que sorteara un juzgado, pero nunca
enviárselo al juez Ariel Lijo, que sólo debe investigar el encubrimiento ya
establecido en el juicio del Tribunal Oral que incriminó a Menem&Compañía.
Como Lijo estaba de vacaciones, la jueza María Servini leyó la denuncia y
rechazó investigarla aduciendo que no aportaba pruebas. Después de la muerte de
Nisman, Lijo volvió a casa y asumió la causa, que no le corresponde. La clave
de la denuncia de Nisman es que la impunidad se lograría cuando se levantaran
las órdenes de captura contra los sospechosos iraníes y las alertas rojas de
Interpol. Pero el propio Secretario General de Interpol, Roland Kennet Noble,
lo desmintió: CFK y Timerman insistieron en que se mantuvieran las alertas
rojas. ¿Qué quedaba para sustentar el escándalo al que se ha reducido el
horizonte de la descorazonada oposición política y mediática?
![]() |
Un atentado que sigue impune |
Pese a todo eso, no me animo a aseverar que fue un suicidio.
Quienes por el contrario dan por sentado que lo asesinaron y que la
responsabilidad es del gobierno, deben forzar los hechos a su gusto, con el
mismo desprecio por la realidad que les permitió decir que el gobierno
argentino coincide con los asesinos en que había razones para matar a los
dibujantes de Charlie Hebdo, o que la presidente le prohibió al canciller
asistir a la marcha, cuando Héctor Timerman fue el único ministro de las tres
Américas que estuvo allí y que firmó el libro oficial de condolencias.
Al día siguiente Nisman debía presentarse en el Congreso
para defender su acusación, cuya inconsistencia es similar a la que recorre
desde el primer día todo el expediente por el atentado y que en 2005 llevó al
gobierno nacional a reconocer su responsabilidad ante el Sistema Interamericano
de Derechos Humanos y comprometerse a adoptar una serie de reformas
institucionales, entre ellas una ley de Inteligencia que sometiera a los
servicios al mismo régimen de control de legalidad que los jueces aplican
cuando la prevención está a cargo de las fuerzas de seguridad. A veinte años
del atentado y a diez de la firma del reconocimiento de responsabilidad, esa
deuda con las víctimas y con el conjunto de la sociedad sigue pendiente. En el
mes transcurrido desde el descabezamiento de la Secretaría de Inteligencia
abundaron las opiniones críticas sobre la promiscuidad entre los servicios de
informaciones y la justicia federal. Pero esto no comenzó ahora. Es un hilo que
viene desde tiempos de la dictadura y que se continuó a través de todos los
gobiernos de la democracia.