El dato surge del examen
toxicológico de la sangre extraída del cuerpo del fiscal. El estudio reveló que
había ingerido bajas dosis de dos sedantes y un pequeño nivel de una bebida
alcohólica fuerte. Se refuerza la hipótesis del suicidio.
Por Irina Hauser y Raúl Kollmann
El examen toxicológico de la sangre extraída del cuerpo de Alberto Nisman dio como resultado que el fiscal estaba plenamente consciente al momento de morir. Sólo se encontraron restos, en pequeñas cantidades, de dos sedantes –Rivotril y Alplax (o similar)–, y un pequeño nivel de una bebida alcohólica fuerte, tipo vodka. Los datos refuerzan la hipótesis del suicidio porque esto significa que cuando se produjo el disparo, nadie tenía dormido o inconsciente a Nisman. Es decir que nadie pudo utilizar su cuerpo para simular una escena suicida; por ejemplo, agarrándole la mano y usándola para disparar desde menos de un centímetro. Quedan todavía pendientes varios estudios, entre ellos completar la anatomopatología y ver si hay algún rastro bajo las uñas del fiscal.
El examen toxicológico de la sangre extraída del cuerpo de Alberto Nisman dio como resultado que el fiscal estaba plenamente consciente al momento de morir. Sólo se encontraron restos, en pequeñas cantidades, de dos sedantes –Rivotril y Alplax (o similar)–, y un pequeño nivel de una bebida alcohólica fuerte, tipo vodka. Los datos refuerzan la hipótesis del suicidio porque esto significa que cuando se produjo el disparo, nadie tenía dormido o inconsciente a Nisman. Es decir que nadie pudo utilizar su cuerpo para simular una escena suicida; por ejemplo, agarrándole la mano y usándola para disparar desde menos de un centímetro. Quedan todavía pendientes varios estudios, entre ellos completar la anatomopatología y ver si hay algún rastro bajo las uñas del fiscal.
La coordinadora del área química
del Cuerpo Médico Forense, Ana María Perkins, encabezó el estudio cuyo
resultado indica que de ninguna manera Nisman tenía una combinación de sedantes
y alcohol suficiente para provocarle un estado de inconsciencia. La
concentración de alcohol en sangre resultó bajísima, menos de 0,5 gramo por
litro, y las dosis de Rivotril y Alplax también estuvieron en niveles mínimos.
Debe pensarse que, por ejemplo, para algo parecido a un coma alcohólico, se
necesita entre seis y diez veces más de lo encontrado en el cuerpo de Nisman. Y
lo mismo ocurre con las dosis de los ansiolíticos. Jueces y criminalistas con
vasta experiencia afirman que es muy habitual encontrar rastros de alguna
bebida fuerte en suicidas. Es una forma de inhibir los temores. De todas
maneras, no es un dato concluyente.
Los resultados de la toxicología
apuntan a que Nisman estaba en pleno uso de sus facultades al momento del
disparo. El punto entonces es si alguien pudo acercarse a menos de un
centímetro, dentro del baño, y le disparó por sorpresa, ya que no hay lesiones
defensivas en su cuerpo ni se percibieron rastros de lucha en el baño. Esto ya
configuraría un cuadro de dos alternativas.
- Una: que Nisman se disparó a sí
mismo, planteamiento que es hipótesis principal del informe de autopsia.
- Dos: que le haya disparado
alguien de su más cercana intimidad, que pudiera acercarse tanto, dentro de un
baño, para dispararle. Se trata de una hipótesis improbable. Sobre todo teniendo
en cuenta que, según testimonió la mamá de Nisman, el cuerpo del fiscal
obstruía la puerta con la cabeza. Es decir que resultaría muy difícil para el
homicida salir del baño sin dejar rastros, pisadas o arrastres.
A todo esto se agrega un elemento
de relevancia. Fue Nisman el que consiguió la pistola calibre 22 que le provocó
la muerte, ya que se la pidió prestada a un hombre de su confianza, el
informático Diego Lagomarsino. Y su voluntad de conseguir un arma quedó
demostrada porque también le pidió una pistola a su custodio de mayor
antigüedad, Rubén Benítez.
En la hipótesis de un asesinato
sofisticado, no encaja que un sicario o un superagente de Inteligencia haya
usado una pistola calibre 22, viejísima, con proyectiles también viejísimos, un
arma que el propio Lagomarsino pensaba que podía fallar.
Con todos estos datos, aunque
faltan estudios y medidas de prueba, la toxicología agrega un elemento más que
refuerza la idea de que Nisman se quitó la vida.
- Falta todavía completar la
anatomopatología. El centro de ese estudio es ahora el análisis del orificio de
entrada del disparo, algo sobre lo que se trabajó ayer en la Morgue Judicial.
Por lo que se sabe, no hay discrepancias entre los forenses oficiales y de
parte: el disparo se efectuó a menos de un centímetro. La polémica se plantea
por la ubicación del disparo, dos centímetros por encima de la oreja. Los
peritos de Arroyo Salgado –Osvaldo Raffo, Julio Ravioli y Daniel Salcedo–
sostienen que es un lugar atípico para un suicida, en tanto que los peritos
oficiales están de acuerdo en que el lugar es poco habitual, pero afirman que
hay bastantes casos. La discrepancia tendrá que ser saldada por la jueza,
Fabiana Palmaghini.
- Falta ver si bajo las uñas de
Nisman se encontraron rastros genéticos de otra persona. Indicaría algún nivel
de pelea.
- Falta el análisis de los
archivos encontrados en las computadoras y los celulares. Es decir, el
contenido de todo tipo de mensajes.
- Está pendiente una autopsia
psicológica, en la que intervendrán peritos oficiales y el psiquiatra forense
designado por Arroyo Salgado, Ricardo Risso.
- Falta el estudio completo de
las cámaras de seguridad de Le Parc. Lo que se busca es determinar si ingresó
alguien extraño o sospechoso en el edificio.
- La fiscal Fein todavía no la
ordenó, pero se supone que habrá una nueva pericia sobre el arma. Consistirá en
hacer otro disparo con la Bersa calibre 22 y ver si deja o no rastros del
fulminante.