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Las aristas de un caso todavía no resuelto |
Aunque la investigación concluyera de manera terminante que
el fiscal Nisman se suicidó, muchos no lo creerían. Es una muerte que se
prestará siempre para la especulación y el juego político.
La manera en que el
fiscal Ricardo Sáenz o su colega Carlos Rívolo usaron este suceso trágico para
influir en su interna profesional es apenas una demostración.
¿Qué es más
importante: dilucidar esa muerte o utilizarla para saldar cuentas con la
procuradora Alejandra Gils Carbó y desgastar la figura presidencial?
La “amenaza” que recibió el polémico juez Claudio Bonadio
subraya el sentido que se les quiere dar a estos hechos: “La yegua ya dio la
orden de tu muerte”, dice el mensaje, escrito novelescamente con letras de
diario recortadas. Este juez es el que lleva una investigación de la empresa
Hotesur, de las que una de las propietarias es Cristina Kirchner. Justamente
por esa razón, Cristina Kirchner es la más interesada en que no le pase nada.
La misma situación se planteaba con Alberto Nisman, que había presentado una
denuncia contra ella.
Las dos acusaciones tienen poca consistencia y forman parte
de la ofensiva judicial contra el Gobierno en un año electoral. Sobre todo es
endeble jurídicamente y sin pruebas la denuncia que presentó el fiscal Nisman.
Por esa debilidad de la denuncia, el oficialismo necesitaba que el fiscal se
presentara en el Congreso para ponerlo en evidencia. La falta de pruebas es tan
obvia que su posición hubiera sido pulverizada en la reunión parlamentaria que
se había convocado para el lunes posterior al hallazgo de su cuerpo. Con sus
años como fiscal, Nisman tenía que saber el desastre al que se dirigía. El
borrador que se encontró es todavía más flojo. Su muerte en esas circunstancias
fue la peor noticia para el oficialismo, que ya consideraba que la reunión del
lunes sería un paseo. Nadie fue más afectado por la muerte de Nisman en ese
contexto que el Gobierno.
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Relevando elementos probatorios |
Toda la investigación que realizó Nisman del atentado a la
AMIA fue alimentada por el director de Operaciones de la Secretaría de
Inteligencia, Antonio “Jaime” Stiuso, quien, a su vez, recibía los aportes de
la CIA y el Mossad. Los Servicios de Inteligencia descartaron otras pistas y
eligieron la llamada pista iraní. Fue así durante la investigación del juez Juan
José Galeano y se mantuvo después con la del fiscal Nisman. Pero hacía varios
años que Nisman no aportaba nuevas pruebas. Como sucedió con el ex embajador de
Irán en la Argentina, Hadi Soleimanpour, que fue detenido en Londres por
Interpol y liberado por falta de pruebas, si otros acusados hubieran sido
detenidos, habría sido muy difícil condenarlos con las pruebas que había
reunido Nisman. ¿Por qué los Servicios de Inteligencia (SIDE, CIA, Mossad) no
aportaron más pruebas a la investigación de Nisman? ¿Por qué lo dejaron solo
con su acusación?
La denuncia del memorándum de acuerdo con Irán se produjo
cuando el gobierno de Israel se manifestó en su contra. Dos periodistas
argentinos dijeron bajo juramento que les habían mostrado una comunicación
interna de la Cancillería iraní donde se afirmaba que el gobierno argentino
podía dejar de perseguir a los acusados por el atentado a la AMIA a cambio de
acuerdos económicos. Nadie más que algún funcionario de la embajada israelí o
del Mossad podría haber mostrado un documento de esas características. Ese
documento, que estaba escrito en inglés, cuando en Irán se habla el idioma
farsi, fue una piedra basal de la denuncia contra el memorándum.
De ese documento, lo único que hay es la palabra de los dos
periodistas, uno de los cuales reveló que supo de él por “fuentes oficiosas de
la Cancillería de Israel que ni siquiera hubieran podido asegurar que no era
falso. Nadie más lo vio. En todo caso, el Mossad nunca se lo facilitó a Nisman.
Aunque nada de lo supuestamente acordado se verificó en la realidad, Nisman
formuló su denuncia contra la Presidenta y el canciller sobre esa hipótesis.
Está comprobado que nada de lo que dice es cierto. Los jefes de Interpol
aclararon que el gobierno argentino insistió en que no se levantaran las
alertas rojas, está demostrado que el comercio con Irán disminuyó en vez de
aumentar y que el famoso petróleo iraní –que según Nisman fue el motivo de esta
supuesta traición– no se puede refinar en la Argentina por su alto contenido de
azufre.
La razón por la que Nisman creyó más en los Servicios de
Inteligencia que en los hechos crudos todavía es una incógnita. Sobre esas
patrañas pretendía acciones legales contra una presidenta de la República y un
canciller. Pero los Servicios de Inteligencia no le proveyeron de prueba
concreta, también lo dejaron solo, más interesados en las repercusiones
políticas de la denuncia que en el esclarecimiento de las mismas. Es probable
que el fiscal también persiguiera un efecto político, pero sin pruebas quedaba
muy expuesto desde el punto de vista legal, y su trabajo como fiscal en las dos
investigaciones –AMIA y memorándum– quedaba marcado por el fracaso, como
sucedió. Entre las miles de versiones sobre estos sucesos, se habló de que al
fiscal le habían prometido dos testigos para apuntalar su denuncia, y que a
último momento le avisaron que no los tendría.
Toda la guerra contra el gobierno argentino por el
memorándum de acuerdo con Irán partió de los Servicios de Inteligencia, en
especial el israelí, que aportó ese famoso documento interno de la Cancillería
iraní, nunca presentado en la causa y cuyo contenido se demostró que era falso.
Una operación del servicio secreto de un país extranjero pudo movilizar a la
oposición interna contra el memorándum. Todas las instancias por las que
transitan estos gravísimos hechos –el atentado a la AMIA y la muerte del fiscal
que lo investigaba– están conmocionadas a su vez por problemáticas concretas de
los que tratan de usarlos en provecho propio: los sectores más conservadores
del estamento judicial se resisten a introducir los cambios propuestos por el
oficialismo; la corporación mediática se resiste a la desmonopolización que
requiere la nueva ley de medios; los Servicios de Inteligencia buscan venganza
por los desplazamientos internos y la reorganización que se impulsa desde el
Congreso; y la oposición está en un año electoral. Para todos ellos, el
Gobierno es el único responsable de todos sus males. No es la mejor combinación
para esclarecer ninguno de los hechos investigados.
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Las fiscal Fein junto a investigdores |