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Joan Manuel Serrat, de regreso en Argentina |
"Siempre es bueno decir lo que pensamos", dice el cantautor
español quien celebra sus 50 años de trayectoria con una imperdible Antología
desordenada que lo trajo nuevamente al país para actuar en diversos escenarios.
Gustavo Cirelli y
Fernando Capotondo
Joan Manuel Serrat, 71 años, hijo
de Ángeles y de Josep, de profesión cantautor, natural de Barcelona, dice que
perdió la cuenta sobre la cantidad de veces que cruzó el Atlántico para visitar
la Argentina. “Por suerte”, agrega el Nano, algo cansando, pero atento y
cordial, en una habitación del quinto piso de un hotel céntrico que será su
base de operaciones durante la estadía porteña, donde colmará una decena de
Gran Rex, y tocará por el interior del país, para celebrar 50 años con la
música. Otra gira de Serrat. Una más. Ahora, con la excusa de presentar
Antología desordenada.
¿No está cansado de tantas giras,
recitales, entrevistas?
–La verdad, hoy un poco (se ríe).
Hablando en serio, si sintiera la pereza mental de una gira, directamente no me
metería en esto. Hace falta tener ilusión para emprender cualquier cosa, pero
en el caso de una gira de este tipo tienes que tener mucha ilusión, gustarte lo
que haces y disponer de un público que te responda. Y, lo que es fundamental,
disponer de una salud que te acompañe.
¿Y ese es el motor, lo que lo
motiva a salir de gira?
–La verdad es que no lo sé. No
tengo ni idea. Quizás sea que no he encontrado otra cosa que me divierta más
que inventarme un espectáculo, aunque la verdad no inventas nada porque estás
siempre dándole vueltas al mismo concepto. Pero juntar las canciones,
escogerlas, manejarte con ellas… si no me divirtiera con esto sería pesado
estar dos horas arriba de un escenario. Esto es muy curioso, yo tengo una
familia estupenda, una mujer que adoro, hijos que funcionan cada uno por su
cuenta, y un perro al que echo mucho de menos. Y a pesar de tener todo esto,
estoy aquí en Buenos Aires encantado de la vida.
Un artista con su trayectoria y
tantos años de coherencia, ¿siente que cada vez que abre la boca se espera una
declaración trascendente?
–Yo siempre advierto que
simplemente contesto las preguntas que me hacen, con la sencillez de la
información que pueda tener. No trato de colaborar a esta historia, pero creo
que siempre es bueno decir lo que pensamos. Es bueno para uno mismo y puede
servir para que te conozcan mejor los otros.
¿Cree hubo un redescubrimiento de
su nombre en Argentina en los últimos años?
–Me ocurre todo el tiempo. Es
imposible tener 71 años, llevar 50 de actividad y no contar con una renovación
de público. Es necesario. De otra manera no se puede seguir y te conviertes en
un artista anecdótico.
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Antología desordenada, una compilación de su autoría |
Cuando eligió el repertorio para
la gira, ¿seleccionó algunos temas para contar algo en particular?
–Es curioso porque algunas de las
canciones que lo conforman no están en la Antología. Yo escogí 50 canciones
para hacer una antología hace menos de un año y ahora ya estoy recuperando
algunas que no están incluidas en aquella selección. Nadie se quejó, todavía.
Seguramente, algún seguidor de estos imperturbables escuchará mis recitales,
los comparará con la antología y dirá "coño, pero esta canción no
estaba". Porque hay gente que ya conoce de memoria las canciones que están
en el disco.
En determinados momentos de su
carrera, eligió la palabra de poetas como Machado, Hernández, Benedetti, para
contar algo que quería decir. Se puede pensar en la actualidad que tiene el
verso de Machado que describe: “entre una España que muere y otra que bosteza”,
¿qué poeta lo representaría hoy?
–He puesto música a algunos
poetas porque he encontrado en ellos lo que quería decir, no a la inversa. Es
decir, nunca tuve algo que decir y fui a buscar a un poeta que lo contara
bonito. Creo profundamente en la poesía. Es heroica. El que escribe poesía es
un tipo con una necesidad de expresarse poéticamente tan fuerte, por las
razones que sean, que es capaz de dedicar su tiempo a una forma de comunicación
que ya no vende. No se vende y no se puede comunicar, porque en la radio no hay
cosa más añeja que un rapsoda y los periódicos dejaron hace tiempo de publicar
poemas. ¡Ni los calendarios los incluyen! Está claro que escribir poesía
requiere de una gran vocación y posiblemente hoy la encontramos en la prosa.
Constantemente voy escarbando en poetas porque me gusta mucho esta forma
concreta de emoción concentrada en una línea. Aunque debo decir que no escribe
poesía la gente que uno quisiera que escribiera. Además, lamentablemente,
muchos se autopublican, lo que es un criterio que no da una línea de
credibilidad.
A lo que se sumó, hace años, el
fenómeno de Internet, donde cada cual se convierte en su propio editor y
publica lo que se le antoja.
–Hablamos mucho de Internet como
forma de comunicación, de difusión, pero hace falta tener un gran conocimiento
en el manejo de Internet para llegar a escoger. Más allá de Wikipedia, a la
gente empieza a costarle usar Internet, con el debido respeto. Y a veces en el
barullo, en la confusión, también se pierde mucho. Yo creo mucho en el diálogo
y en que la confrontación de ideas es fundamental en una sociedad para que esta
viva y no se empobrezca. Pero a veces uno no encuentra confrontación de ideas,
sino un manojo de sandeces y de escupitajos. Y esto es lo más alejado de lo que
puede ser una manifestación cultural.
¿Alguna vez se sintió agredido en
Internet?
–No, no tengo Facebook ni
Twitter, con el debido respeto.
¿Sigue la actualidad de la
Argentina?
–La sigo con interés, con
curiosidad, con preocupación, con escándalo.
Como un argentino más.
–Sí, manifiesto mi preocupación
porque pienso que la radicalización del discurso me parece terrible. Los
discursos que tienden a descalificar me producen ciertos escalofríos y siempre
recaigo en la frase de Benito Juárez, que decía que "el respeto al derecho
ajeno es la paz". Creo que el respeto a la opinión ajena es el progreso y
el enriquecimiento. Y esto uno sólo lo escucha en la Cámara, en fechas
oportunas, pero no existe una praxis en ese sentido.
¿Pero esto lo ve como un fenómeno
solamente argentino?
–No, es general. Lamentablemente
es algo exportable, global. Pero bueno, creo que lo que deberíamos importar es
tolerancia, y desplazar la radicalización. La tolerancia quizá nos pueda llevar
a esclarecer las cosas; la radicalización, seguramente, no.
Volviendo a aquellos versos de
Machado, ¿cómo analiza la situación en su país?, ¿hay una España que despierta?
–En España tenemos una amalgama
de problemas, que se basan en toda la crisis financiera, que ha sido tremenda,
donde el ciudadano de a pie ha sido condenado a pagar los dispendios públicos y
de los bancos públicos. La crisis tremenda de los partidos con la
descomposición de los políticos, con casos de corrupción y pérdida de
credibilidad del sistema parlamentario democrático y la aparición de nuevas
fuerzas políticas generan una situación muy compleja en España que, incluso, se
transmite a una comunidad como Cataluña, que está en un proceso de intento de
secesión. Partimos de un país que tenemos más de 5 millones de ciudadanos en
paro, donde el empleo es cada vez más barato, más temporal, y por lo tanto la
situación es menos sólida. Hay grandes problemas con la financiación en
sanidad, con la educación, y aunque el gobierno plantea una cierta mejora en
las cifras macroeconómicas, que pueden ser ciertas, yo creo que la
macroeconomía no le sirve de nada a la gente común. Lo que le sirve es la
economía de lo cotidiano.
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El nuevo CD del Nano Serrat presenta una antología |
La del almacén.
–Exacto, la economía del almacén,
de llevar todos los días a los niños al colegio.
Coincidimos con la importancia de
la tolerancia, pero ¿cómo se hace para dialogar con corporaciones, como, por
ejemplo, el sistema financiero que usted citaba, que fueron entre otros quienes
causaron esta situación de crisis?
–Bueno, quizá sea muy difícil.
Pienso que previo a dialogar con los que manejan el sistema financiero,
tendríamos que hacerlo entre las víctimas de ese sistema financiero, entre los
ciudadanos que defienden los derechos de los ciudadanos. Primero deberían discutir
entre ellos, porque sin duda son mayoría. No creo que en ningún país, el 50% de
su población sea servidora del Fondo Monetario Internacional.
Un emergente de la crisis
española ha sido la aparición de Podemos. ¿Lo sorprendió este fenómeno?
–No me sorprende porque en Italia
también surgió un movimiento con Pepe Grillo, que si bien no pretendo
compararlos porque cada uno tiene sus personajes y experiencias, demostraron la
necesidad que tiene la gente de agruparse alrededor de algo que pueda enfrentar
sus déficits cotidianos. Más que el resultado de un éxito ideológico, Podemos
responde a un desastre ideológico, de la clase política y de los partidos
tradicionales.
Y al hartazgo de la gente.
–Eso fundamentalmente.
EL MITO DE SU PASIÓN POR BOCA
Todos saben que el catalán es
fanático de Barcelona pero que, en Argentina, un pedazo de su corazón está
rendido a los pies de Boca. Muchos creen ver en esta elección un guiño hacia un
equipo de inconfundibles raíces populares, que reivindica la pasión y la garra
por sobre todas las gambetas. Pero no es así. La explicación es mucho más
lógica y sencilla: "Ocurre – recuerda Serrat– que cuando llegué por
primera vez a la Argentina, allá por el año '69, estaba el Boca de don Alfredo
Di Stéfano, un gran amigo. Fue por eso que tuve mucha simpatía por el
equipo."
–Lo que hace en las canchas es
irrepetible porque sencillamente ha inventado una forma diferente de jugar al
fútbol. He tenido que soportar a mucha gente meterse con él, decirle que es un
pecho frío y cosas increíbles. No los puedo entender porque Messi es un jugador
que vive el fútbol con un entusiasmo de crío, de potrero.
Como Maradona, otro que tuvo el
gusto de ver en el Barcelona.
–Maradona era diferente y jugó en
una época en la que el fútbol también era distinto. Recuerdo haberlo visto
hacer cosas increíbles, especialmente cuando jugó en Boca.
A beneficio - GARRAHAN
El 6 de abril ofrecerá una gala
benéfica en el Café de los Angelitos (Rivadavia 2100), para recolectar fondos y ayudar a los
hospitales Garrahan y Joan De Deu, de Barcelona.