Una de las iniciativas fue presentada en el Congreso y en la Legislatura porteña. El objetivo es prevenir el hostigamiento a
las mujeres en la calle. Las víctimas podrán hacer la denuncia y los castigos
incluyen multas y hasta arresto.
Tres proyectos de ley, uno presentado en el Congreso y dos en la Legislatura porteña, buscan castigar –y sobre todo prevenir– el acoso verbal callejero, mal llamado piropo, una práctica extendida y naturalizada de violencia de género, que sufren cotidianamente miles de mujeres, sobre todo adolescentes y jóvenes, en lugares públicos de todo el país. Con algunas diferencias, las iniciativas coinciden en proponer la realización de campañas de concientización sobre el problema y prevén sanciones que van desde multas hasta diez días de trabajo de utilidad pública e incluso, arresto para quienes se vayan de boca. Uno de los proyectos, de la diputada de la Ciudad del FpV Gabriela Alegre, establece un punto clave: que la Policía Metropolitana elabore un protocolo de actuación para evitar que en las comisarías se desestimen las denuncias. Hace poco más de un mes, Perú sancionó una ley, una de las primeras específicas para enfrentar el problema, en Latinoamérica (ver aparte).
“Creemos que es deber del Estado
contribuir a la sensibilización y concientización sobre una práctica que genera
en sus víctimas miedo, humillación y ofensa. Se trata de situaciones que pueden
generar consecuencias traumáticas en las personas que la sufren y que no deben
minimizarse, a pesar que estén instaladas como algo común en nuestra sociedad”,
señaló Alegre a Página/12.
“El objetivo de la iniciativa es
lograr que sea un puntapié inicial para el cambio cultural que implica que la
mujer no sea puesta como un objeto. La mujeres somos soberanas de nuestro
cuerpo”, indicó la diputada Victoria Donda, autora junto a Humberto Tumini, de
Libres del Sur, del proyecto que ingresó en la Cámara baja y que modifica al
Código Penal para castigar el acoso sexual callejero con una multa de 100 a
7000 pesos.
Además de Alegre, en la
Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, también el legislador Pablo Ferreyra,
del bloque Seamos Libres, elaboró un proyecto para prevenir y sancionar esta
conducta. Los dos vinculan al acoso callejero con el hostigamiento, definido en
el artículo 52 del Código Contravencional: Alegre lo encuadra como un agravante
de esa figura; Ferreyra, en cambio, como una variante de esa contravención. Al
margen de esa diferencia, ambas iniciativas se complementan.
AGRESIONES
Las propuestas, tanto en el
Congreso como en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, se presentaron en
los últimos días, después de que Aixa Rizzo, una estudiante universitaria de 20
años que vive en el barrio de Caballito, hiciera público a través de un video
en YouTube el acoso callejero que sufrió de parte de varios operarios que
trabajaban para una obra de la empresa Edenor, a metros de su casa. El caso
tuvo amplia repercusión en los medios, aunque en algunos programas de
televisión se burlaron de la situación y revictimizaron a la joven. Aixa
denunció el hecho en la Justicia, y le asignaron una custodia policial por
algunos días. Y luego, cuando se la retiraron, le dieron un botón antipánico.
Pero la semana pasada, según contó a este diario, volvió a ser hostigada por
parte de la cuadrilla y el botón no funcionó y tuvo que pedir nuevamente
custodia policial.
Organizaciones que vienen
batallando para visibilizar a los comentarios sexualmente explícitos como una
forma de violencia machista celebraron los proyectos. “Lo que me parece más
destacable es que se empieza a pasar de la idea de un halago a una conducta que
debe ser sancionada. Es un paso muy importante para que dejemos de vivir el
acoso callejero como algo natural, más allá del debate que seguramente se dará
sobre el tipo de castigo que se debe aplicar. Las leyes tienen una carga
simbólica fundamental. Por eso es importante que estos proyectos se aprueben,
para que las mujeres podamos estar tranquilas en la calle”, dijo a Página/12
Natasha Urman, de 19 años, activista de Acción Respeto, el colectivo que hace
un año instaló en la agenda mediática la problemática del acoso callejero con
creatividad y una campaña provocadora que tuvo como lema “Si te incomoda
leerlo, imaginate escucharlo, todos los días, cada vez que salís a la calle”.
Consistió en una pegatina en distintas ciudades de afiches con esas típicas
frases que irrumpen amenazantes en el oído de tantas mujeres cuando transitan
por la vía pública, como: “Mami, si te agarro te hago otro hijo”, “Vení, morocha,
que te violamos”, “Gordita, te hago de todo menos upa” o “Qué culito, mi amor”,
entre otras por el estilo. Ahora están juntando firmas para que se debatan los
proyectos. Empezaron en la Semana Internacional contra el Acoso Callejero, que
tuvo lugar del 13 al 19 de abril. Las integrantes de Acción Respeto están
sorprendidas por la buena recepción que están teniendo. Sólo el domingo pasado
lograron recolectar alrededor de 1200 firmas en el Obelisco. “Hace un año los
comentarios que recibíamos eran muy negativos. Mucha gente se reía del tema, se
burlaba. Este año notamos que cambió muchísimo la actitud frente a nuestro
planteo. La gente se nos acerca por curiosidad y se interesa. Todavía hay
algunos que dicen que exageramos, que nos cuestionan, pero logramos instalar el
tema con muchísima fuerza”, destacó Natasha.
El proyecto de Donda y Tumini es
breve y conciso. Define el acoso sexual en espacios públicos como “toda
conducta u acción, física o verbal, con connotación sexual y no deseadas,
realizada por una o más personas en contra de toda mujer o persona que se
autoperciba como mujer, llevada adelante en lugares o espacios públicos, o de
acceso público, que de manera directa o indirecta afecten y/o perturben su
vida, dignidad, libertad, integridad física y/o psicológica y/o el libre
tránsito, creando en ellas intimidación, hostilidad, degradación, humillación
y/o un ambiente ofensivo en los espacios públicos, siempre y cuando no
configure un delito más severamente penado”.
Verónica Lemi, ideóloga de la
campaña de Acción Respeto, destacó que el proyecto “se propone, en realidad,
como medida de emergencia ante una situación que se salió de control y que sólo
se podrá modificar realmente con educación, por lo que está muy enfocado en el
trabajo de concientización y prevención por parte del Estado para modificar los
aspectos culturales que avalan este tipo de agresiones”. La iniciativa, que
ingresó la Cámara de Diputados, establece como castigo multas de 100 a 7000
pesos, que serán destinadas al Consejo Nacional de la Mujer, el órgano de
aplicación de la ley, para la realización de campañas, tanto en espacios
públicos como privados de uso público, escuelas y lugares de trabajo. Uno de
los puntos más interesantes es que establece que se debe incluir la temática en
la currícula escolar, justamente con la finalidad de prevenir y generar
conciencia entre los más jóvenes sobre este tema. Además, ordena “que se
exponga el artículo que fija las multas en todos los espacios en los que la ley
aplica, que no están limitados a la calle, sino que incluye también los lugares
de uso público”. Esto es vital porque no basta sólo con la ley, sino que se
debe educar a la ciudadanía para que sepa que existe y en qué consiste. A su
vez, define una semana nacional de lucha contra el acoso callejero, durante la
cual el Estado se verá obligado a realizar actividades y promover la
concientización. En ese sentido, “es un proyecto sólido que contempla la
problemática como algo cultural que debe modificarse desde distintos frentes y
plantea un marco de acción para esto”, subrayó Lemi en diálogo con este diario.
AGRAVANTE
Lemi también destacó las
iniciativas de los legisladores porteños. “Nuestro proyecto –indicó Alegre–
busca que la Ciudad se comprometa en la lucha por desnaturalizar y hacer visible
el acoso sexual callejero como un problema que sufren mayoritariamente las
adolescentes mujeres, pero del cual no están exentas personas de cualquier
género u orientación sexual.” La diputada explicó que el Código Contravencional
ya contempla una figura para sancionar el acoso, que es la de “hostigamiento,
maltrato e intimidación” (art. 52). “Lo que proponemos es que la sanción debe
agravarse cuando la conducta tenga connotación sexual. El Código ya prevé
agravante a la pena cuando la víctima del hostigamiento sea menor de dieciocho
años y cuando la contravención la cometan dos o más personas”, precisó. De esta
forma, se castigaría el acoso callejero con dos a diez días de trabajo de
utilidad pública, multa de 400 a 2000 pesos o dos a 10 días de arresto.
La iniciativa de Alegre propone
que de manera permanente el Estado realice campañas de difusión y
sensibilización, que elabore y distribuya material sobre las características
del acoso sexual en lugares públicos y las vías para denunciarlo. Además, plantea
el desarrollo de talleres, jornadas y otras acciones pertinentes para abordar
la problemática en el ámbito educativo. “Al mismo tiempo, teniendo en cuenta
las dificultades con que se enfrentan las víctimas al momento de realizar
denuncias por acoso callejero encomendamos a la Policía Metropolitana a
desarrollar un protocolo de actuación ante las denuncias que respete la
normativa local, nacional e internacional de protección de los derechos
humanos”, señaló la diputada. Este aspecto del proyecto para Lemi es
fundamental para evitar que las denuncias se desestimen. Aixa Rizzo contó que a
ella le costó que en la fiscalía contravencional adonde se dirigió le tomaran
la denuncia.
La propuesta del diputado
Ferreyra aporta una enumeración de las distintas conductas en las que puede
expresarse el acoso callejero:
a) Miradas lascivas, silbidos,
besos, bocinazos, jadeos y otros ruidos.
b) Gestos obscenos.
c) Comentarios sexuales, directos
o indirectos al cuerpo.
d) Fotografías y grabaciones no
consentidas a partes íntimas.
e) Contacto físico indebido u no
consentido.
f) Persecución y arrinconamiento.
g) Masturbación y exhibicionismo.
Por otra parte, establece “como
medida de prevención” que deberán colocarse en el subterráneo y premetro, en el
metrobús y en las estaciones de movilidad saludable “cartelería y publicidad en
donde se señale que las conductas de acoso sexual se encuentran prohibidas y
serán objeto de denuncia y sanción”.
En los fundamentos de su proyecto,
el legislador Ferreyra recuerda que existen diversos mitos sobre el acoso
sexual callejero como: “Eso les pasa a las mujeres ‘bonitas’”, “Si las mujeres
no dicen nada es porque les gusta”, “A las mujeres no les molesta el acoso
cuando el chico que lo hace es ‘guapo’”, “Las mujeres tienen la culpa porque se
visten para atraer a los hombres”. Pero “la verdad –dice Ferreyra– es que todos
estos dichos o pensamientos no hacen más que encubrir una situación que cada
día se hace más insostenible”.
Aixa ya tiene copia de los tres
proyectos en su casa. Hasta que sufrió el episodio de acoso callejero estudiaba
una licenciatura en Administración de Empresas, carrera que había elegido
después de dejar de lado Derecho. Pero ahora, cuenta, se volvió a entusiasmar
con convertirse en abogada. Y está convencida de que la aprobación de las
propuestas legislativas servirán “para tomar conciencia de que el acoso sexual
callejero es una de las primeras formas de violencia contra la mujer”.