El censo que realiza anualmente , la Asociación de Revistas Culturales Independientes, describe la
situación del sector como alarmante.
La Asociación de Revistas
Culturales Independientes de Argentina (ARECIA) relevó por cuarto año
consecutivo la situación del sector gráfico comunitario y autogestivo, que año
tras año se reconoce, organiza y empodera en todo el país. El informe 2015
confirma las consecuencias de una situación alarmante que los editores
independientes denunciamos desde hace años: la falta de legislación que
promueva políticas públicas de fomento, protección y equidad frente a un
mercado de prensa gráfica concentrado y desregulado en los dos extremos de la
cadena: la producción de papel y la distribución y venta. Esto significa el
incumplimiento por parte del Estado de los tratados internacionales en materia
de Libertad de Expresión que ordenan “evitar o revertir los monopolios u
oligopolios en la propiedad o control de los medios de comunicación”.
Ante esta situación desigual, el
censo de AReCIA evidenció lo que desde hace años trabajamos para evitar: somos
menos editores publicando. Hay menos voces. De las 213 revistas censadas en
2014; en 2015 continuaban en actividad 178. “Nuestra revista se dejo de
imprimir hace 6 meses por los costos elevados del papel”, lamentó el editor de
En línea (Mar del Plata), mientras que uno de los editores de la publicación
Ginasiá (La Plata) agregó: “Dejamos de editarla por el aumento en fotomecánica
y papel en diciembre”. Ese fue el tono general de las respuestas de los
editores a los que la asociación decidió consultar para obtener un registro
cualitativo de la situación.
A pesar de las publicaciones que
no pudieron sostener la periodicidad de sus ediciones, las voces de los
editores independientes continúan escuchándose en todo el país: CABA (48,9 por
ciento), Zona Metropolitana Bs As (15,7 por ciento), región Centro (17,4 por
ciento), NOA (7,9 por ciento), Cuyo (5,1 por ciento), Patagonia (3,4 por
ciento), NEA (1,7 por ciento).
El impacto de los aumentos en el
papel e imprentas son muy fuertes debido a que del total de revistas, el 74,2
por ciento continúa publicando en papel, mientras que el 25,8 por ciento son
publicaciones exclusivamente digitales. El incremento en los precios del papel,
de acuerdo a cifras del INDEC, hasta octubre de 2015 acumula un 23 por ciento
desde el año anterior, mientras que si se toma la inflación desde octubre de
2013, el acumulado es de 68,9 por ciento. El acumulado supera y sigue sumando
al ya denunciado en otro período similar: entre diciembre de 2012 y agosto de
2014 se registró una suba del 63 por ciento. “Si el papel tiene un precio
impuesto por un monopolio, solo el monopolio brinda información”, denunció
entonces la Revista Cítrica (CABA).
El último empujón —cuyas
consecuencias agravan la situación reflejada en este censo—se registró tras la
devaluación de diciembre de 2015 que se tradujo en bruscos aumentos. “Aunque
logramos un buen acuerdo con la imprenta, que conoce nuestra situación
económica, no tenemos forma de absorber el aumento del 30 por ciento si no es
trasladándolo al precio, es decir, a ustedes, los lectores”, explicó la Revista
Barcelona (CABA), una de las fundadoras de AReCIA, en su edición de enero.
Según el censo de AReCIA, el precio promedio por ejemplar es de 41,5 pesos. En
2014, el precio era de 27 pesos, lo que indica que los aumentos en la cadena
productiva generaron para el bolsillo de los lectores una inflación de 51,7 por
ciento.
Otra señal de la suba en los
costos se refleja en el tipo de comercialización: en 2014 las publicaciones
pagas eran 60,3 por ciento; en 2015 este porcentaje se incrementó un 8,8 por
ciento. En paralelo, la tirada promedio descendió de 3013 ejemplares en 2014 a
2880 en 2015. Frente a este panorama, como estrategia comunicacional y de
difusión, pero también como refugio ante las condiciones desleales de
competencia editorial, muchas revistas duplican su trabajo y producen
contenidos en papel y digital (44,4 por ciento), mientras que sólo el 29,8 por
ciento se sostiene solo en papel.“La revista sale en formato digital desde
julio del 2013. En 2014 salimos con tres números en papel, pero se hizo
insostenible por las dificultades en la distribución y el precio de la
imprenta”, reflejó Revista La Granada (Buenos Aires).
Las estrategias de sostenimiento
de las cerca de 200 publicaciones registradas por AReCIA son múltiples, pero en
los lectores reside la mayor fortaleza de estas publicaciones: las ediciones
gráficas alcanzan un total de 1,2 millones de lectores mensuales, mientras que
las publicaciones exclusivamente digitales llegan a 2,8 millones de personas
por mes.
En cuanto a la publicidad, de las
178 revistas censadas, el 79 por ciento vende espacios publicitarios, que
ocupan en promedio el 21,7 por ciento de la superficie de la publicación. Un
dato es relevante para romper el mito subsidiario de las revistas culturales:
sólo el 17,4 por ciento de las publicaciones censadas recibió pauta oficial en
2015.
“La revista salió durante 2015
pero no logramos poner en la calle el tercer número. La cuestión económica es
completamente desfavorable (…) Cayó fuertemente la cuestión publicitaria y esto
entendemos que está íntimamente ligado a la línea editorial que llevamos
adelante”, denunció la revisa PostA (Córdoba).
Entre las revistas que venden
espacios publicitarios, en el 64,5 por ciento son los propios integrantes del
equipo editorial que se encargan de conseguir auspiciantes, el 39 por ciento
tiene vendedor propio, el 3,5 por ciento comercializa con una agencia de
publicidad y otro 3,55 por ciento recibe ingresos a través de Google Adsense o
servicios similares.
Al otro extremo de la cadena, el
sector está concentrado —7 empresas periodísticas comercializan 68 títulos y
sólo dos (Clarín y La Nación) controlan “el 50 por ciento de la distribución”,
según el sindicato de canillitas Sivendia— y desregulado por el decreto
1025/2000, que reza: “La eliminación de todas las restricciones a la oferta de
bienes y servicios en todo el territorio nacional que distorsionen los precios
del mercado”. Recordamos: el artículo 13 de la Convención Americana de Derechos
Humanos y el punto 12 de la Declaración de Principios sobre Libertad de
Expresión obliga a los gobiernos nacionales a “garantizar la existencia de
medios de comunicación libres, independientes y plurales, y de evitar o revertir
los monopolios u oligopolios en la propiedad o control de los medios de
comunicación”.
En este contexto, el censo 2015
reveló que en comparación con 2014 disminuyó la distribución en kioscos de
diarios y revistas, lo que demuestra la expulsión paulatina de los editores
independientes del circuito tradicional. Otro circuito tradicional en el que
disminuyó la participación de las revistas culturales, aunque en menor medida,
fue en librerías. En paralelo, aumentaron los canales alternativos: suscripción
(54,5 por ciento), Centros Culturales (59,8 por ciento), otros puntos
estratégicos (68,9 por ciento).
La crisis provocada por la
desregulación del mercado, que arrastró al cierre a varias publicaciones,
también se llevó puestos de trabajo: de los 1312 registrados en 2014, en 2015
el número descendió a 1182. Sin embargo, las publicaciones que sobrevivieron al
impacto del aumento de los costos incrementaron en promedio la cantidad de
trabajadores. Como industria, el impacto también se ve reflejado en el aporte
al sector de la industria gráfica pyme regional: 3,5 millones de pesos
mensuales.
El informe de ARECIA finaliza
solicitando para las revistas culturales una Ley de Fomento que pueda asegurar
la libertad de expresión.
Fuente: ARECIA