domingo, 6 de enero de 2013

EL LEGADO DE PACO URONDO


De la “palabra justa” a la búsqueda de nuestras propias palabras 


La obra poética del escritor santafesino Francisco “Paco” Urondo ha dejado como uno de sus fundamentales aportes al sistema literario argentino es el de ser “un documento de nuestras vidas”, más allá de que cierta parte de su producción no sea considerada relevante y se focalicen los análisis teóricos  más en sus desaciertos literarios que en sus logros.


¿Porqué decir entonces que Urondo ha hecho un gran aporte a nuestras letras? El motivo es porque no siempre lo importante del análisis es observar la novedad de la puesta en manifiesto del lenguaje de un poeta, ni resulta lo más provechoso, como en este caso puntual donde es imposible dejar de pensar en un poeta íntimo que desde su subjetividad dejó testimonio de lo público, de lo social y de las señas de identidad de una juventud llena de voluntad.

Así como otros poetas, podríamos citar a Gelman, desde la obra de Urondo se leen los temas que irrumpen en un período histórico argentino y que poseen características nunca antes vividas por nosotros. Las tematizaciones que desde sus poemas operan en nuestro conocimiento dejan huella y hablan en un nuevo lenguaje de nuevas maneras de operar desde el poder sobre la “juventud revolucionaria” de las décadas del 70 del siglo pasado en nuestro país y sobre todo el cuerpo social: ya no hablamos de fusilados o encarcelados, a partir de ahora en la Argentina hablamos de desaparecidos y de robo y usurpación de identidades, hablamos de exterminio de una generación completa hablamos de planes sistemáticos, de “proceso de reorganización” y los versos de Urondo anticipan este nuevo discurso.

¿De qué temas hablamos? Siguiendo con la ayuda que nos brindan los poemas de Juan Gelman de los vuelos de la muerte que se eternizan en su “Sí dulcemente” y en que en Urondo aparecen como una revisión introspectiva de su lugar en la lucha social, como militante y como poeta y la búsqueda de la “palabra justa” para nombrar tanta injusticia.

Pero no queda tan solo en esto la novedad, “Paco “ Urondo revisa el lugar de la dirigencia de las organizaciones guerrilleras, de la conducción que juzgaba y condenaba desde la moral ”revolucionaria”, de los que se iban, de los que no se comprometían con la realidad social y miraban para otro lado pero fundamentalmente nos deja a quienes no vivimos ese momento histórico los pensamientos críticos de un joven militante, de un joven poeta, de un periodista de oportunidad  que como la mayoría de la juventud debía tomar partido porque no era posible no hacerlo aunque la elección fuera negar la realidad y esconder la cabeza bajo tierra para no saber.

No fue lo que Francisco Urondo hizo y así lo dicen sus versos:
                                        
                                                “ algunos prefieren quedarse al margen
                                                 y otros  admiten la abyección
                                                 y todos
                                                 los volubles y los mártires
                                                 caen
                                                 sufren
                                                 miran sin remedio ese orden ajeno
                                                 ese tiempo raro
                                                 sin vuelcos
                                                 sus caprichos
                                                 el derrumbe de los ídolos
                                                 que su  propio resplandor pudo imponer”.

Es revelador leer estos versos y pensar en la experiencia de los “70” y comenzar a descifrar sus signos desde la lejanía histórica, ese es el aporte fundamental, el de haber dejado testimonio, de la urgencia de dejar de ser uno para ser todos, nuevamente el dilema de lo privado e íntimo que se desvanece y se vuelve lo público y lo colectivo, experiencia que en la actualidad no podemos nombrar con ejemplos.

De Urondo quedan su vida y su historia que se cuenta y se repite, la lucha armada como elección y su muerte que nos revela un ser que ha decidido tomar su vida a su entera conciencia y hasta su muerte es su elección, pero de Urondo nos quedan las palabras y en “Trampa” dice así:

                                          “Si el criterio que impera en
                                            nuestros tiempos supone esta pobreza,
                                            esta idea maula de la normalidad, al menos
                                            convengamos que todo es anormal, que un estado
                                            de cosas rechazables, es decir, una anormalidad; es más: hay
                                            que organizarse rigurosamente para conformar esa
                                            nueva anormalidad que nos espera con los brazos abiertos
                                            para no caerse, como un chico
                                            que corre hacia nosotros por primera vez”.

Esta es la novedad literaria de Francisco Urondo, sus palabras que nombran los dolores de una época y refieren a las decisiones urgentes que el país tomó y hoy vuelven en la lectura de sus versos como nuestras ceremonias pendientes.
                                    
Autora: Alejandra Boch, para revista "eh! Agenda Urbana" 

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