
La mejor tradición del género, con su inquietante repertorio
de intrigas, pesquisas y obsesiones, aparece resignificada en esta historia
cuyo punto de partida es un asesinato que confronta a dos personajes en un duelo
intelectual deudor de aquellos cuchilleros rioplatenses que le otorgaron a
Jorge Luis Borges su impronta decisiva.
Tesis sobre un homicidio, reeditada por el
sello Sudamericana, narra la transformación que sufre Roberto Bermúdez, un
prestigioso abogado ahora dedicado a la docencia y empeñado en demostrar que
uno de sus mejores alumnos -un joven de clase alta que ha llegado desde el
exterior para tomar un curso con el profesor- es el autor de un asesinato perpetrado
frente a la Facultad de Derecho.
Paszkowski, que a mitad de año publicará una nueva obra
titulada de manera tentativa "Max Rosen", manifestó estar
satisfecho con la versión cinematográfica que llegó a los
cines con el protagónico de Ricardo Darín y que su novela "es una
interrogación personal sobre sus métodos y posibilidades".
¿Qué ganó y qué perdió la historia original en su
transposición al cine?
Creo que no se perdió demasiado, más bien lo que se ve es
una elección distinta respecto a los enfoques. Por ejemplo, en el libro el
relato está contado por los dos personajes centrales, el psicópata y el
profesor de Derecho, mientras que en la película la narración recae sobre este
último únicamente, con la cual la voz narrativa en ese caso funciona como un
juego de espejos.
Hay detalles que aparecen cambiados, por ejemplo un
encuentro de los personajes que en mi novela transcurre en un cine y en la
película durante un espectáculo de Fuerza Bruta, un detalle que obviamente es
más vistoso que la escena original.
Finalmente, hay diferencia en los finales: el del libro es
más cerrado, lo que no quiere decir que el del film sea del todo abierto. Era a priori una historia muy difícil para llevar al cine,
con muchos monólogos interiores y pensamientos de los personajes. De hecho con
otra de mis novelas, El otro Gómez, yo intenté hacer un guión de cine y hasta
hubo muchas propuestas para llevarla al cine, pero Tesis sobre un homicidio en
cambio era mucho más compleja.
¿Cómo se resignifica esta obra publicada originalmente en
1998 hoy que la justicia está en el centro de distintos debates en los que se
cuestiona su imparcialidad y sus atribuciones?
De alguna manera, la justicia siempre está en el centro de
la escena. En 1998, con el trasfondo del menemismo, también se hablaba mucho de
ella de jueces corruptos y fallos comprados. Es un tema central y universal, en
la Argentina tal vez mucho más que en otro lado. En ese sentido, Tesis sobre un
homicidio es mi interrogación personal sobre la justicia, sobre sus métodos y
posibilidades.
La película posiblemente incite a la relectura del libro: en
ese caso, resultará muy difícil disociar los personajes de los rostros que le
ha asignado la versión cinematográfica ¿Esta dimensión visual potencia los
alcances de la obra literaria?
Me parece un ejercicio fantástico eso de comparar qué tienen
de distinto ambas versiones... es muy enriquecedor y divertido. Hay una novela
de uno de mis autores preferidos, Isaac Bashevis Singer, que se llama
"Enemigos, una historia de amor" y fue llevada al cine hace unos 15
años por Paul Mazursky: a mí esa comparación entre una y otra me encanta, me parece
un ejercicio útil para activar el pensamiento.
Tanto la novela como la película plantean una tensión entre
opuestos ¿Le costó lograr que la trama tuviera el peso específico suficiente
para que no quedara reducida a funcionar como el envase de esta dialéctica
centrada en los alcances de la justicia?

En Tesis sobre un homicidio hay un equilibrio entre el tono
y el argumento, a diferencia de otros trabajos míos como El otro Gómez, donde
claramente me interesa más el argumento que el estilo, mientras que en otra
obra como Alrededor de Lorena, lo que prevalece, por el contrario, es el
estilo.
Tesis sobre un homicidio, tal vez por ser tu primera novela,
es un relato clásico donde aparecen desplegadas tus lecturas y modelos
literarios, desde Borges hasta Juan José Saer ¿Se puede leer como un diálogo
entre la condición de lector y la escritor?
Absolutamente. En la primera novela uno tiene como el
impulso de mostrar todo lo que sabe hacer, todo lo que ha leído...es como
ponerse a hacer jueguitos con la pelota. Por primera vez, a los 28, 29 años
pensé en que por fin había encontrado un tono propio para contar. Después con
el tiempo lo cambié completamente.
Cada nueva novela es un nuevo desafío. Por eso yo siempre parto
de la expectativa de generar una historia nueva que no se parezca a las
anteriores. No me interesa hacer una "Tesis de un homicidio dos", una
fórmula que desde el punto de vista comercial hubiera resultado fácil de
escribir. Por eso mi producción es espaciada.
(Telam - Argentina)