martes, 5 de febrero de 2013

LEGALIZAR LAS DROGAS, APORTE PARA EL DEBATE


Luego de las declaraciones del Gobernador Bonfatti a favor de la legalización de las "drogas blandas" en nuestro país, publicamos un artículo escrito por el periodista Juan Manuel Berlanga en octubre de 2012, pero que tiene una vigencia importante para aportar al debate.


LEGALIZAR LAS DROGAS... ¿ALGUIEN TIENE UNA IDEA MEJOR?
por Juan Manuel Berlanga (Redacción Santa Fe - 31/10/2013)

Legisladores y dirigentes del PJ local acusan al gobierno de Bonfatti y no dudan en tirarle, por elevación a Hermes Binner. Los socialistas dicen que el gobierno nacional no los apoya para combatir este flagelo. El Ministro de seguridad les aseguró a diputados y senadores que no tiene el total control sobre la policía. El ex jefe policial está preso y el supuesto jefe narco ahora parece que en lugar de la cocaína que se le encontró, llevaba en el auto un kilo de azúcar.

Mientras tanto: asesinatos escalofriantes, inseguridad en escalada, nuevos jefes que eran los segundos de los hoy expulsados, desconfianza general, periodistas que defienden a unos, periodistas que denuncian a otros. Y las muertes a sangre fría se suceden. El terror y la inseguridad, también. ¿Alguien tiene una idea mejor que la legalización?

Toda la política de persecución a consumidores y a perejiles que hacen un par de bagallos para tener una vida menos miserable con poco esfuerzo, ha sido un fracaso rotundo, No es materia opinable. Los números están sobre la mesa y cualquiera que quiera conocerlos puede satisfacer el deseo con una simple googleada de media hora.

Esta supuesta política represiva trajo aparejado todo un oscuro entramado en el cual las sospechas de connivencias entre narcos, policías y funcionarios han estado desde hace años a la orden del día. Pero hoy, las cosas se pasaron de castaño oscuro. En Santa Fe tenemos al ex jefe de la policía preso, a un supuesto jefe narco liberado por mala praxis judicial y a otro que las pericias acaban de transformarle en azúcar la supuesta cocaína con la que lo habían detenido.

Rosario, pero también todo el territorio provincial, se ha convertido en un polvorín en donde ya son casi normales los amaneceres con hombres rellenos de plomo en autos importados. Y pobres inocentes transeúntes que la ligan de yapa. Y por nuestro cielo, surcan avionetas baratas que tiran bolsas de marihuana y cocaína en campos lejanos a los centros urbanos. Ya ni aterrizan.
La gran mayoría de los operativos de secuestro de drogas no tienen adosados detenidos. Da la casualidad de que, cuando las fuerzas del orden llegan al lugar de los hechos, los narcos están tomando un vermut, festejando el buen negocio.

Mientras miles de argentinos mueren por el cáncer y los infartos que el tabaco les provoca, en el Congreso Nacional están buscando, casi en puntita de pie y sin hacer mucho ruido, despenalizar la tenencia para el consumo. ¿Y con eso se termina el narcotráfico?

No. Sólo podrá amenguarse la comercialización ilegal de marihuana. Es la única droga que los consumidores pueden hacer crecer en una maceta y después de esperar ansiosos que les regale sus flores, las cortan, las secan y las enrollan en un papel para convertirlas en humo.
El resto de las drogas (Cocaína, sus derivados y hasta la basura del paco, las drogas de diseño y demás) seguirán generando un comercio ilegal. Negocio en el cual sus “empresarios” están dispuestos a poner un billete o una bala en donde sea necesario para que el libre mercado fluya.

Y esos billetes son muchos y esas balas también. Y asustan, porque leemos en los diarios que matan de verdad. Impunemente. ¿A alguien se le ocurre una mejor idea que la legalización?
La demanda de drogas todos estos años ha aumentado. La premisa de que legalizando más gente caerá en las garras de las drogas es por un lado incomprobable, y por el otro, de ser cierto, nada cambiará respecto de lo que hoy ocurre. Cada vez más gente consume drogas, cada vez hay más hombres y mujeres dispuestos a hacerse cargo de ese negocio. Y por él, coimear, matar y complementar con toda clase de ilegalidades que no dejan afuera la trata de personas.

¿Y qué pasa si legalizamos la producción, distribución, venta y consumo de drogas? ¿Cómo y quien se encarga del negocio?

En principio la actividad, los “trabajadores” de la cadena y los consumidores dejarán de convivir con situaciones irremediablemente pegadas a la inseguridad. Ciudadanos como cualquier otro, pero conviviendo con un mundo de delito que, en la mayoría de los casos, les es ajeno.

La policía, sus estructuras y sus hombres y mujeres, dejarán de ser tentados por los billetes y aterrados por las amenazas de muerte. Inmediatamente desaparecerán las cajas negras. Al menos las engrosadas por las drogas.

Las denuncias y sospechas sobre que esas cajas negras son utilizadas para financiar a los sectores políticos que ostentan el poder de turno, también se diluirían.

Los consumidores podrán consumir drogas menos nocivas, con un control de calidad por parte de organismos estatales, creados para ese fin. Se podrá llevar un control de adicciones serio, con datos personales, límites de compra y programas de información y salud pública, financiados por el propio “negocio”.

Podrá un Estado fuerte monopolizar la producción, distribución y venta de los distintos estupefacientes, disminuyendo los precios y aumentando la calidad para desalentar a emprendedores locales, dejándolos fuera del mercado.

O bien, reconocerá el Estado que no está preparado, ni tiene el suficiente poder como para derribar las empresas actuales y abrirá el negocio para que los hoy narcos, y nuevos emprendedores, puedan legalizar sus producciones, registrarse en los organismos de control y tributar sus ganancias. Y de paso, blanquear la situación irregular de sus empleados, quienes hoy, además de no recibir beneficios sociales, viven con el karma de ser allanados. También dejarán de tener la necesidad de dormir con un fierro berreta debajo de la almohada.

Sólo quedaría en las fuerzas del orden un solo combate: la producción para vender en mercados externos que no legalicen su consumo. Un problema realmente menor que el que hoy tenemos.

¿Hay realmente una mejor idea que legalizar? ¿Creen seriamente los legisladores nacionales que el Estado puede revertir de una vez y para siempre la lucha narco con las posturas que se vienen llevando adelante? ¿Por qué han pasado gobiernos de uno y otro color y nunca lo han logrado?

En los últimos años nos convertimos en una sociedad que soporta que sus dirigentes comiencen a cambiar varios paradigmas que parecían eternos e inmodificables. La grave situación que atraviesa Santa Fe podría abrir las puertas a un debate de fondo sobre el tema. ¿Alguien tiene una mejor idea que legalizar?

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