domingo, 10 de marzo de 2013

JUAN JOSÉ SAER, EN BORRADOR...


ACABA DE APARECER PAPELES DE TRABAJO II

El material incluye anotaciones, textos truncos, notas de lectura, borradores y otros interesantes documentos encontrados en el escritorio Juan José Sae4r en París. En esta nota, Natalia Páez dialogó con su amigo y editor Alberto Díaz.


Un argumento demoledor para quien se atreva a cuestionar el pecado de las ediciones póstumas es mencionar a Kafka. O mejor a Max Brod, el amigo de Kafka que publicó su obra después de muerto desoyendo sus deseos. ¿Qué sería de la literatura del siglo XX si no hubiera existido su obra publicada contra su voluntad? Es un argumento irrebatible. Con esa idea fuerza pero también con el cariño y el profundo conocimiento sobre la obra y la persona de Saer de su editor histórico y amigo Alberto Díaz (Planeta) se publica el segundo tomo de Papeles de trabajo. Se trata de un libro que viene a completar la edición de Papeles I, un conjunto de documentos preparatorios, anotaciones, textos truncos, notas de lectura, borradores inéditos y otros documentos encontrados en el escritorio del autor en París, por un equipo de investigadores.

Si el primer tomo de los Papeles de trabajo del santafesino delimitaba la figura de un joven escritor, que ante la poesía y el ensayo polémico iba definiendo un tono de escritura, una posición ante la literatura; en este segundo material perfila a un escritor maduro, desde su llegada a Francia (en 1968) hasta su muerte ocurrida en París en 2005 cuando escribía su última novela, titulada La Grande, de la que se publican en este libro sus anotaciones de trabajo.

Se trata de un escritor para quien el alejamiento le produjo una proliferación de proyectos y textos. Según el prologuista, Julio Premat: "Los años setenta son, en la trayectoria de Saer, los más fértiles en creaciones de todo tipo, en experimentaciones, en aperturas de posibilidades, líneas narrativa y perspectivas. No es sorprendente que los textos de La mayor sean de esa época y que aparezca entonces la primera edición de su único libro de poemas, El arte de narrar (1977), completada y ampliada luego."

"Este segundo tomo completa al primero que abarcaba el que llamamos 'el período argentino de Saer', antes de viajar a Francia. Aquí encontramos también textos truncos, documentos de lectura. Es interesante para un lector común porque se publican narraciones inéditas, cuentos, que son muy buenos. Por ejemplo los que figuran en ‘Cuadernos con animales’ donde hay narraciones breves, autónomas, o ‘argumentos’ como llamaba él a esas anotaciones que pueden leerse como si no fueran inéditos porque incluso estaban corregidos", explicó Alberto Díaz a Tiempo Argentino.

Ante la pregunta de cómo decidieron qué publicar y qué no, el editor respondió: "Muchos viudos, viudas y albaceas de autores, o bien por presiones del editor o por otros motivos terminan publicando hasta la lista del supermercado. Se han publicado entonces barrabasadas y cosas muy tontas en detrimento de los autores. Yo fui muy amigo de Juan y le tuve un gran cariño, por lo que no me hubiese permitido publicar algo que deteriore su imagen. La calidad de los materiales de estos dos volúmenes no desmerecen para nada su obra publicada."

Una de las perlas de Trabajos II son las anotaciones y reflexiones para escribir la que fue su última novela a la que él se refería como "la novela grande" y que si bien tenía otro título al principio terminó titulando La Grande. La frase que cierra es: "con la lluvia llegó el otoño, con el otoño el tiempo del vino". "La última vez que hablé con él unos días antes de morir me dijo 'ya tengo la primera frase y la última de la novela', mientras se encontraba escribiendo. Con el hallazgo de sus notas encontramos unos papeles escritos en la década del ´60 donde esa última frase aparece escrita. Esa era su forma de trabajar. Cuando se ponía a escribir una novela lo hacía muy rápido pero la elaboraba y trabajaba durante mucho tiempo. En los cuadernos se ven los originales casi idénticos a las versiones luego publicadas, era un escritor muy seguro. Trabajaba como los poetas. Anotando pensamientos, elaborando mentalmente escenas. Tal vez durante años o en un rapto de inspiración. Luego, cuando se lanzaba a escribir ya tenía todo en la cabeza pero se ayudaba con estos avances. En esta edición está todo el proceso de La Grande", finaliza Díaz.

No serán los últimos tomos de sus borradores. Habrá dos volúmenes más. Y en el tercero además de las anotaciones se acompañará de 150 poemas inéditos. Lo que conformaría su segundo libro de poemas. Estos están ya pasados en limpio y llevan la leyenda "corregidos", escrita por el propio Saer. También traducciones de otros poetas incluso de haikus japoneses.

En la presentación de este libro que edita el sello Seix Barral y que se realizará el miércoles próximo a las 19:30 en la Usina Cultural de Daín (Nicaragua 4899) estarán entre otros Alan Pauls y Martín Kohan.

Entre estas notas, también el lector encontrará reflexiones sobre literatura, algunas joyas como un tipeo de nueve puntos sobre qué es la ficción. «

LO IMBORRABLE
Lo imborrable de Juan José Saer (1992) es una novela narrada por su personaje más famoso , Carlos Tomatis. Una  suerte de monólogo lírico en el que se cuenta la salida de su protagonista a la vida luego de un largo período de depresión. Con el negro marco de la dictadura militar, la acción se desarrolla en 1981 y la novela constituye el cierre de una trilogía que comienza con La vuelta completa y continúa con Glosa (ambientadas las dos en el año 1961).
Las siguientes son notas que el autor escribió antes de sentarse a escribirla. Y que se editan en Papeles de trabajo II, Borradores Inéditos (Seix Barral):

Agenda 1988
Lo imborrable
28/6/88
Lo vengo pensando: tal vez antes de empezar, sea necesario explicar dónde me encuentro en este momento, dónde estoy parado, como se dice, a qué altura de mi vida y en qué situación, legitimar en cierto sentido mi posición explicando, si acudimos a considerar la vida de cada hombre como una escalera hacia los planos superiores de la existencia, en qué escalón me encuentro en la actualidad, como para autoconcederme el uso de la palabra, si el punto del trayecto en el que estoy haciendo un alto para escribir, me autoriza de verdad a hacer ese alto. Lo cierto es que no estoy en el escalón más bajo de todos, no; en el más bajo de todos, no; en el más bajo de todos estaba hace seis meses, tan bajo, pero tan bajo, que por arriba de los tobillos, bastante por arriba digamos, la parte superior de mi cuerpo chapaleaba ya en una sustancia oscura, viscosa, en un magma pantanoso a decir verdad, y que llegar al escalón siguiente parecía algo imposible, una aventura perdida de antemano. Ahora, seis meses más tarde, ya no estoy en el escalón más bajo. Estoy casi en el más bajo –antes de empezar quería aclarar ese punto que atañe a mi posición.
Casi en lo más bajo entonces: esa es mi posición desde un punto de vista general –el penúltimo escalón. Y me tomo el atrevimiento de concederme el penúltimo porque hace seis meses, puedo decirlo con objetividad, y estoy midiendo mis palabras, estaba propiamente en el penúltimo escalón  que ya cubre el agua negra...

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