ACABA DE APARECER PAPELES DE TRABAJO II
El material incluye anotaciones, textos truncos, notas de
lectura, borradores y otros interesantes documentos encontrados en el
escritorio Juan José Sae4r en París. En esta nota, Natalia Páez dialogó con su amigo y editor Alberto Díaz.
Un argumento demoledor para quien se atreva a cuestionar el
pecado de las ediciones póstumas es mencionar a Kafka. O mejor a Max Brod, el
amigo de Kafka que publicó su obra después de muerto desoyendo sus deseos. ¿Qué
sería de la literatura del siglo XX si no hubiera existido su obra publicada
contra su voluntad? Es un argumento irrebatible. Con esa idea fuerza pero
también con el cariño y el profundo conocimiento sobre la obra y la persona de
Saer de su editor histórico y amigo Alberto Díaz (Planeta) se publica el
segundo tomo de Papeles de trabajo. Se trata de un libro que viene a completar
la edición de Papeles I, un conjunto de documentos preparatorios, anotaciones,
textos truncos, notas de lectura, borradores inéditos y otros documentos
encontrados en el escritorio del autor en París, por un equipo de
investigadores.
Si el primer tomo de los Papeles de trabajo del santafesino
delimitaba la figura de un joven escritor, que ante la poesía y el ensayo
polémico iba definiendo un tono de escritura, una posición ante la literatura;
en este segundo material perfila a un escritor maduro, desde su llegada a
Francia (en 1968) hasta su muerte ocurrida en París en 2005 cuando escribía su
última novela, titulada La Grande, de la que se publican en este libro sus anotaciones
de trabajo.
Se trata de un escritor para quien el alejamiento le produjo
una proliferación de proyectos y textos. Según el prologuista, Julio Premat:
"Los años setenta son, en la trayectoria de Saer, los más fértiles en
creaciones de todo tipo, en experimentaciones, en aperturas de posibilidades,
líneas narrativa y perspectivas. No es sorprendente que los textos de La mayor
sean de esa época y que aparezca entonces la primera edición de su único libro
de poemas, El arte de narrar (1977), completada y ampliada luego."
"Este segundo tomo completa al primero que abarcaba el
que llamamos 'el período argentino de Saer', antes de viajar a Francia. Aquí
encontramos también textos truncos, documentos de lectura. Es interesante para
un lector común porque se publican narraciones inéditas, cuentos, que son muy
buenos. Por ejemplo los que figuran en ‘Cuadernos con animales’ donde hay
narraciones breves, autónomas, o ‘argumentos’ como llamaba él a esas
anotaciones que pueden leerse como si no fueran inéditos porque incluso estaban
corregidos", explicó Alberto Díaz a Tiempo Argentino.
Ante la pregunta de cómo decidieron qué publicar y qué no,
el editor respondió: "Muchos viudos, viudas y albaceas de autores, o bien
por presiones del editor o por otros motivos terminan publicando hasta la lista
del supermercado. Se han publicado entonces barrabasadas y cosas muy tontas en
detrimento de los autores. Yo fui muy amigo de Juan y le tuve un gran cariño,
por lo que no me hubiese permitido publicar algo que deteriore su imagen. La
calidad de los materiales de estos dos volúmenes no desmerecen para nada su
obra publicada."
Una de las perlas de Trabajos II son las anotaciones y
reflexiones para escribir la que fue su última novela a la que él se refería
como "la novela grande" y que si bien tenía otro título al principio
terminó titulando La Grande. La frase que cierra es: "con la lluvia llegó
el otoño, con el otoño el tiempo del vino". "La última vez que hablé
con él unos días antes de morir me dijo 'ya tengo la primera frase y la última
de la novela', mientras se encontraba escribiendo. Con el hallazgo de sus notas
encontramos unos papeles escritos en la década del ´60 donde esa última frase
aparece escrita. Esa era su forma de trabajar. Cuando se ponía a escribir una
novela lo hacía muy rápido pero la elaboraba y trabajaba durante mucho tiempo.
En los cuadernos se ven los originales casi idénticos a las versiones luego
publicadas, era un escritor muy seguro. Trabajaba como los poetas. Anotando
pensamientos, elaborando mentalmente escenas. Tal vez durante años o en un
rapto de inspiración. Luego, cuando se lanzaba a escribir ya tenía todo en la
cabeza pero se ayudaba con estos avances. En esta edición está todo el proceso
de La Grande", finaliza Díaz.
No serán los últimos tomos de sus borradores. Habrá dos
volúmenes más. Y en el tercero además de las anotaciones se acompañará de 150
poemas inéditos. Lo que conformaría su segundo libro de poemas. Estos están ya
pasados en limpio y llevan la leyenda "corregidos", escrita por el
propio Saer. También traducciones de otros poetas incluso de haikus japoneses.
En la presentación de este libro que edita el sello Seix
Barral y que se realizará el miércoles próximo a las 19:30 en la Usina Cultural
de Daín (Nicaragua 4899) estarán entre otros Alan Pauls y Martín Kohan.
Entre estas notas, también el lector encontrará reflexiones
sobre literatura, algunas joyas como un tipeo de nueve puntos sobre qué es la
ficción. «
LO IMBORRABLE
Lo imborrable de Juan José Saer (1992) es una novela narrada
por su personaje más famoso , Carlos Tomatis. Una suerte de monólogo lírico en el que se cuenta
la salida de su protagonista a la vida luego de un largo período de depresión.
Con el negro marco de la dictadura militar, la acción se desarrolla en 1981 y
la novela constituye el cierre de una trilogía que comienza con La vuelta
completa y continúa con Glosa (ambientadas las dos en el año 1961).
Las siguientes son notas que el autor escribió antes de
sentarse a escribirla. Y que se editan en Papeles de trabajo II, Borradores
Inéditos (Seix Barral):
Agenda 1988
Lo imborrable
28/6/88
Lo vengo pensando: tal vez antes de empezar, sea necesario
explicar dónde me encuentro en este momento, dónde estoy parado, como se dice,
a qué altura de mi vida y en qué situación, legitimar en cierto sentido mi
posición explicando, si acudimos a considerar la vida de cada hombre como una
escalera hacia los planos superiores de la existencia, en qué escalón me
encuentro en la actualidad, como para autoconcederme el uso de la palabra, si
el punto del trayecto en el que estoy haciendo un alto para escribir, me
autoriza de verdad a hacer ese alto. Lo cierto es que no estoy en el escalón
más bajo de todos, no; en el más bajo de todos, no; en el más bajo de todos
estaba hace seis meses, tan bajo, pero tan bajo, que por arriba de los
tobillos, bastante por arriba digamos, la parte superior de mi cuerpo
chapaleaba ya en una sustancia oscura, viscosa, en un magma pantanoso a decir
verdad, y que llegar al escalón siguiente parecía algo imposible, una aventura
perdida de antemano. Ahora, seis meses más tarde, ya no estoy en el escalón más
bajo. Estoy casi en el más bajo –antes de empezar quería aclarar ese punto que
atañe a mi posición.
Casi en lo más bajo entonces: esa es mi posición desde un punto
de vista general –el penúltimo escalón. Y me tomo el atrevimiento de concederme
el penúltimo porque hace seis meses, puedo decirlo con objetividad, y estoy
midiendo mis palabras, estaba propiamente en el penúltimo escalón que ya cubre el agua negra...