por Natalí Yager
(desde Córdoba para la
eh!)
Ayer el día se me presentó extraño.
¿Qué son las pasiones? El exceso de ellas, el abuso… su
abandono.
Contradicciones de un ser que se para en una esquina y mira
ensordecido hacia una iglesia repleta de seres llevando sobre sí unas estatuas
muy, muy grandes de unos llamados santos. Luego unas campanas. Muchas
campanadas.
Y entonces pensar en esto como una pasión, una forma de
llevar los minutos hacia adelante, de transportarse en estallidos pequeños de
ilusiones de fe. ¿Qué cosa será la fe… no?
La casita de ensueños de niñas con muñecas se dibuja y se
construye en mi ciudad actual. Para decir verdad no sé muy bien cual es esta
“mi-ciudad” actual. Pero aquí estamos, aquí andamos.
Diagramando un esquema de juguete en las calles. Un edificio
que quiere ser jenga, un gimnasio que intenta la lucidez de New York. Una
revista que quiere ser la Rolling Stone.
Jugar a la lucidez en
la mediocridad.
Jugárselas, matarse a tropezones en los días de nubes
frescas. Chocarse y toparse con estruendos de seres que llevan consigo un mundo
de muestras de arte y ferias de libros “divinos”. Y entonces miramos y el mundo
se va de las manos con el arte conceptual, y música tradicional tocada en Do
mayor.
Ya me harté de los conceptos. La vanguardia ya pasó.
Pasión-arte. Arte- pasión. No queremos ser alquimistas de
una realidad desarmada y abandonada a la
más disparatada desfachatez… pero quizás algo parecido. Queremos ser
hablantes con causa. Queremos un escriba con fundamento. Queremos salir en
pelotas (porque considero que hoy, estamos avanzando a tientas en cuanto al
mercado-arte, y ya no se ven muchos originales) salir en pelotas y comenzar la
construcción de las verdaderas pasiones. Dejar de lado las copias mal armadas y
los vuelos desconsiderados.
¿Cómo continuar diciendo presente en un espacio en donde nos
han dejado abandonados? Y bueno… creo que quedó claro desde los aproximadamente
siete-ocho años que no es cierta la existencia de los reyes magos, del pastito
y los regalitos dados gratuitamente. El primer cachetazo a la ilusión de una
no-vanidad.
Un gráfico matemático en donde se sube en línea ascendente y
luego se baja bruscamente. Se cae. Se es
plaf, Pum, Catacataplum. La verdadera revolución será cuando aprendamos a
tocar el original. A sorber. A succionar. A descomponernos en verdadera
sinceridad. Un aprendizaje desde la involución a la evolución.