El término que alude a las manifestaciones convocadas frente a los domicilios de políticos y otros personajes públicos, fue la palabra de 2013 para la Fundación del Español Urgente. Por primera vez en sus ocho años de vida, la Fundéu BBVA eligió su palabra del año de entre las muchas consultas recibidas durante los últimos doce meses.
“Buscábamos una palabra que tuviera cierto interés desde el
punto de vista lingüístico, bien por su origen o por cómo está formada, y que
haya estado en el primer plano de la actualidad en los últimos meses”, explica
el director general de la Fundéu BBVA, Joaquín Muller.
“Escrache reúne cualidades en los dos aspectos: es una
palabra con un origen no del todo cierto, pero muy interesante, que ha llegado
al español de España desde el de Argentina y Uruguay, y que se convirtió en
protagonista de la actualidad y en el centro de una polémica en la que se
cruzaban los elementos del lenguaje y los políticos”, aclara Muller.
“Conviene destacar también el valor que tiene el viaje
transatlántico de esta palabra. Un hecho del lenguaje que cada día se produce
con mayor frecuencia y rapidez y que resulta un elemento enriquecedor del
español, sumando aportaciones propias de la lengua de una comunidad al resto de
comunidades de habla hispana”, añade.
El Diccionario de la Real Academia Española no incluye ese
término, pero sí el verbo “escrachar” como una expresión coloquial propia del
español rioplatense con dos significados: ‘romper, destruir o aplastar’ y
‘fotografiar a una persona’.
El “Diccionario de americanismos”, de la Asociación de
Academias de la Lengua Española, añade que en esos países “escrachar” significa
también ‘dejar en evidencia a alguien’.
Y para el sustantivo “escrache” aporta la definición que ha
popularizado el término fuera de su ámbito original: ‘manifestación popular de
denuncia contra una persona pública a la que se acusa de haber cometido delitos
graves o actos de corrupción y que en general se realizan frente a su domicilio
o en algún otro lugar público al que deba concurrir la persona denunciada’.
Con ese sentido y en el contexto de la investigación de los
crímenes de sus dictaduras, empezó a emplearse con frecuencia en los medios de
comunicación argentinos y uruguayos en los años 90.
En España la palabra se populariza durante las protestas
organizadas en los primeros meses de 2013 por la Plataforma de Afectados por la
Hipoteca (PAH).
Muy pronto, a la polémica generada por ese tipo de acciones,
que llevó incluso a reformas legales para regular estas manifestaciones, se
sumó otra sobre el propio uso del término, que para algunos representantes
políticos no era más que un eufemismo para lo que consideraban un “acoso con
métodos violentos”.
La polémica llegó incluso al seno de la Policía cuando un
sindicato denunció que se había pedido a los agentes que no empleasen la
palabra “escrache” en sus comunicaciones y diligencias, aunque luego el
Ministerio del Interior aclaró que había instado a no usarla porque no se
adapta a la terminología de la legislación actual.
Respecto al origen del término, hay varias teorías. Unas lo
sitúan en el italiano “schiacciare” (‘aplastar, astillar, machacar’) o en el
genovés “scraccÃó” (‘escupir’), términos que habrían llegado al español a
través del lunfardo, una jerga originalmente empleada por las clases más bajas
de Buenos Aires, muchos de cuyos integrantes provenían de Italia.
Para otros existe una conexión clara con el inglés “to
scrach” (‘arañar, rasguñar, marcar’). De hecho en el español de los Estados
Unidos se usa “escrache” como ‘arañazo o rasguño’, como recoge el “Diccionario
de americanismos”.
Esa combinación de factores del lenguaje y de actualidad
es, explica Muller, la que justifica que “escrache” sea la palabra del año para
la Fundéu BBVA; una fundación constituida por la Agencia EFE y el BBVA, que
trabaja asesorada por la Real Academia Española y que tiene como principal
objetivo velar por el bueno uso del idioma en los medios de comunicación.
Los filólogos y periodistas que trabajan en esta
organización hicieron una primera selección de doce términos entre los que,
además de la finalmente elegida, figuraban varios vocablos relacionados de
algún modo con la situación económica, como “copago”, “emprender”, “ere” -la
forma lexicalizada de la sigla ERE-, “quita” y “austericidio”.
El mundo de internet y las redes sociales estaban presentes
con voces como “meme”, “autofoto” y “wasapear”. La docena de palabras
aspirantes se completaba con un término del mundo de la ciencia (“bosón”), otro
del deporte (“cholismo”) y, por último, con la forma “expapa”, una palabra que
en más de dos mil años de historia de la Iglesia no había habido apenas ocasión
de emplear, pero que saltó a las páginas de los medios con ocasión de la
renuncia de Benedicto XVI.