lunes, 17 de febrero de 2014

JULIO CORTÁZAR: SUS INÉDITOS

Todo indica que la obra inédita de Julio Cortázar es más vasta que su obra publicada, parte de la cual él dejó preparada para su edición; pero hay otra que todavía sigue siendo recuperada por Aurora Bernárdez, su viuda y albacea. 
Si Borges, por su lado, parece haber decidido anotar todos los libros de la Biblioteca Nacional para dejar una huella deliberada de su lectura; si Bioy Casares, por el suyo, editó su vasto Diario literal como una loza capaz de culminar su parricidio de Borges; Cortázar, en cambio, parece haber escrito en los varios pisos de su torre de Piranesi. Sólo que, asombrosamente, con la gratuidad fervorosa que define su relación con la escritura, no parece haber escrito para publicar otro libro pero tampoco para que nadie lea esos papeles. Hizo muy bien Aurora en llamar a la primera compilación de esos escritos Papeles inesperados . El titulo tiene la inmediata precisión suya, ese ligero sobresalto de estirpe cortazariana: anuncia que esos textos son papeles sueltos pero que su publicación es impuesta por los mismos. No se los podría haber llamado “Libro inesperado”, porque eso son la mayoría de los que se publican. Quizá César Aira podría haber escrito una brevísima novela sobre este Narrador que se imagina como Lector de su obra para ser su Personaje y poder escribirla.


Mi hipótesis, en efecto, es que la literatura de Julio Cortázar no es causal, pero tampoco casual. Tiene otra lógica de producción: no conoce principio ni final, es un acto completo, no un proceso. Es, en fin, un evento: no tiene linaje (autoridad) y no propone ni demanda (des-autorizada). Aurora Bernárdez me ha explicado que Julio dejó inéditos algunos libros que ella ha ido publicando porque entendió que no eran borradores (o sea, documentos de su obra en proceso) sino libros que él no había logrado publicar. Recuerdo bien los dilemas de Galaxia-Gutemberg con la edición de las Obras reunidas de Cortázar. Fuera de dos tomos de Novelas y uno de Cuentos, ¿cómo ordenar ese material que resiste los imperativos de la clasificación editorial? La biografía de Keats, por ejemplo, es una caja de papeles sueltos, todo hecho a mano, y está en la biblioteca de raros de Harvard. Es imposible imprimirlo, salvo como “libro de arte”, pero eso pertenecería ya al museo, mientras que este objeto, “ejemplar único,” es una suerte de libre animal de la escritura. ¿Quién hubiera imaginado que su correspondencia ocuparía cinco tomos? Cada carta es más que una carta: es casi un diario, una biografía de la escritura y postula una tribu de interlocutores. ¿Bastaría llamar miscelánea a los dos escenarios de escritura que organizó?

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