El tercer volumen de los Borradores inéditos de Saer,
dedicado a su obra poética, reúne una serie de versos que componen un universo
elaborado a través de los años como un proyecto silencioso devenido en un
deslumbrante hallazgo sobre uno de los más grandes escritores argentinos.
El libro, publicado por Seix Barral, es el tercero de la
colección “Borradores”, iniciada en 2012 con la publicación de Papeles de
trabajo (I y II), un proyecto dirigido por el ensayista Julio Premat, y que en
esta ocasión se presenta en una impecable edición al cuidado del investigador
Sergio Delgado, quien estuvo a cargo del prólogo, la selección y las notas.
Saer (1937-2005), autor de una extraordinaria obra narrativa
compuesta por novelas que también pueden entenderse como una unidad, se dedicó,
acaso de forma más íntima, a la escritura de poesía a lo largo de 30 años.
Los únicos poemas que publicó se encuentran en “El arte de
narrar”, un libro que fue incorporando poemas en sus tres ediciones: 1977, 1988
y 2000.
Alberto Díaz, el histórico editor de Saer que desde 1984
publicó toda su obra -primero en Alianza y después en Seix Barral-, habla sobre
la génesis del volumen, su estructura, y la pasión que significaba la poesía
para el autor de El limonero real, un escritor siempre preocupado por el tono,
el ritmo, la música de las palabras.
“En el volumen se
puede encontrar un sólido corpus poético que Saer desarrolló entre 1960 y 2000,
junto a un anexo con sus poemas de juventud. El noventa por ciento del material
estaba agrupado en una carpeta, pasado a máquina, con algunas anotaciones. O
sea que no son trabajos incompletos. Quizás no todos tienen el mismo nivel,
pero se trata de obras que conforman un nuevo libro. Además, hay dos
curiosidades: el capítulo de traducciones, algo que Saer siempre tomó de forma
muy privada y heterogénea: Ezra Pound, D. H. Lawrence, William Carlos Williams,
Allen Ginsberg, Wallace Stevens. Otra cosa muy linda son las traducciones de
los haikus (formas de poesía tradicional japonesa). Es interesante porque los
haikus no están agrupados por tema, sino por valor poético.”
“Saer era muy
faulkneriano, y pienso que toda la buena literatura latinoamericana tiene
marcas de Faulkner. Claro que cada uno las toma para su lado; García Márquez,
que a Saer no le gustaba, lo toma de una manera muy diferente a él. De todas
formas, más allá de la influencia, Saer era un autor muy nacional. No le
gustaba que lo llamaran autor en español, porque insistía que su lengua no era
la española.
Se consideraba un
escritor argentino y estaba siempre preocupado por las palabras que circulaban
o que dejaban de usarse. Estaba muy atento al habla. A pesar de haber vivido
tantos años en Francia, nunca aduló a los franceses.
No quería perder el
carácter argentino, la pertenencia, pero no por nacionalista. Su obra se
desenvuelve en una zona del país, Santa Fe, pero esa zona también es el mundo,
sus temas son universales. Era un escritor que se preocupaba por los detalles
de la realidad.”