La historia y el tiempo han dado la razón al poeta mexicano
Octavio Paz (1914-1998), un "hombre muy combativo" que siempre
defendió sus convicciones y cuyo mayor premio fue vivir y escribir, dijo su
viuda, la francesa Marie José Tramini.
La segunda esposa del único Nobel de Literatura mexicano
(1990) no quiere dar entrevistas, dice que prefiere ser “una espectadora” del
“gran homenaje” que México ha preparado para Paz con motivo del centenario de
su nacimiento, que se cumplirá el 31 de marzo.
Pero al final no resiste la tentación de hablar de su
historia de amor y de los “momentos privilegiados” que compartió durante “casi
cuatro décadas” con este “hombre excepcional”.
Cuenta que llena sus horas con recuerdos del también
ensayista y diplomático y con toda la tarea que le queda por hacer sobre su
obra “tan vasta”, y confiesa que trabaja en ello sin parar, inmersa en “una
especie de redescubrimiento”.
Entre los más de 40 libros que escribió, destacan títulos
como “El laberinto de la soledad” (1950), “El arco y la lira (1956) “Libertad
bajo palabra” (1960), “Salamandra” (1962), “Sor Juana Inés de la Cruz o las
trampas de la fe” (1982) y “La llama doble” (1993).
Sobre el “gran homenaje” que el Gobierno mexicano ha
preparado para Paz, con la publicación de ediciones especiales, conciertos,
coloquios y exposiciones, Marie Jo, como le decía el poeta, asegura que es muy
merecido y que le conmueve.
“Me ha emocionado mucho de verdad, estoy muy agradecida, me
siento muy privilegiada de poder asistir a eso”, señala Tramini, quien la
semana pasada asistió a un homenaje a Paz en la Cámara de Diputados que marcó
el inicio de las actividades conmemorativas.
Allí exhortó a los diputados a seguir el ejemplo del
escritor y hacer que el debate en la política sea “un concierto de voces e
ideas y no una Babel de monólogos simultáneos”.
Recordó que su esposo siempre apostó por la pluralidad y el
contrapunto, lo que “le costó que los poderes lo miraran con recelo, que no
supieran qué hacer con sus disensos y su defensa de la libertad”.
“Hoy se le honra en la Cámara de Diputados y el círculo se
cierra. Su voz puede sonar aquí y allá como la del individuo libre y valiente
que siempre fue”, apuntó en el recinto legislativo la viuda, quien recibió una
medalla en honor al poeta.
Sin embargo, en la entrevista asegura que Paz “no buscaba
medallas ni premios”, y que “nunca hizo nada para tener fama, ni esa
publicidad; no tenía agente literario”.
“Era un hombre sencillo, un hombre modesto (que) no quería
nada de estos homenajes” y su premio era “escribir y vivir”, dice Marie José,
quien conoció a Paz en 1964 en la India cuando él era embajador de México en
ese país.
También “era una persona muy vital” que emprendió muchos
combates desde joven y protagonizó polémicas, pero “siempre pensó que con la
inteligencia, la lógica, podría convencer a sus agresores”, señala.
“No era un escritor aislado en una torre de marfil. Era muy
combativo, sobre todo cuando pensaba que tenía la razón y lo demostraba”,
asegura.
Paz “decía lo que uno no quiere oír” y siempre defendió sus
convicciones, dice Tramini. “Lo bueno -añade- es que la historia y el tiempo le
han dado razón”.
Uno de los momentos clave de su vida fue cuando renunció a
su puesto como embajador en la India en protesta por la matanza de estudiantes
del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en la
capital mexicana.
La renuncia fue duramente criticada por su exesposa, la
escritora mexicana Elena Garro, y la hija de ambos, Laura Helena Paz.
“Además de su talento como escritor”, Paz era un “hombre de
gran calidad humana” y “amoroso”, nada ambicioso, ni oportunista, recuerda
Tramini, y asegura que fue “mejor marido que escritor”.
Así describió a Paz en una de las pocas entrevistas que
concedió cuando cumplió 80 años, comenta, y agrega: “Lo que más me gusta es
haberlo hecho feliz”.
Marie Jo sostiene que la mayor sorpresa de su vida fue
cuando se reencontró en París “por azar” con Paz, después de que se había
marchado de la India sin avisarle.
Allí, dijo, “empezó nuestra gran historia” y “aquí estoy
después de tantos años de felicidad y de compartir momentos privilegiados”.