Con afiches bajo el lema “Si te incomoda leerlo, imaginate
escucharlo”, se invitó a la sociedad a pensar en el grado de violencia que
soporta cada día una mujer. El ¿exabrupto? de Macri y sus disculpas.
La nena tiene entre 10 y 13 años y viste como adolescente que es: calzas, remera corta, zapatillas. Camina por su barrio, despreocupada y erguida. En una cuadra un hombre le grita: “Qué lindas tetitas, te chupo toda”; en la segunda otro hombre le dice “qué lindo culo tenés”. En la tercera, la chica camina encorvada y se ató un buzo en la cintura para taparse el trasero. En otro barrio, una joven de 20 años camina bajo el sol con su hijo de la mano, cuando un hombre le manifiesta en voz más que alta: “Mamita, si te agarro te hago otro hijo”. El nene mira a su mamá y le pregunta: “¿Por qué ese señor te dijo eso?”. Situaciones como esas son las que trata de evitar la Semana Internacional contra el Acoso Callejero, que se celebró entre el 6 y el 13 de abril con pegatina de afiches y reparto de folletos. El tema se conversó, difundió y debatió en casi todos los medios de comunicación, pero lo que nadie esperaba era que el jefe de gobierno porteño y aspirante a presidente de la Nación, Mauricio Macri, avalara esa forma naturalizada de violencia de género, al afirmar primero que “a todas las mujeres les gusta que les digan un piropo, aunque sea qué lindo culo tenés” y luego que “a aquellas que dicen que no, que se ofenden, no les creo nada”.
Vaya casualidad: la web de Mid-Valley Women’s Crisis Service,
organización dedicada a atender a víctimas de violencia doméstica y sexual,
detalla que entre las excusas de abusadores y violadores está la de que “cuando
ella dijo que no, pensé que quiso decir que sí”. Quizá por eso la usuaria
“Mane”, de Facebook, posteó: “Sí, Mauri, me encanta. Tocame una teta, de paso”.
Macri fue criticado por, entre otros, la diputada Victoria
Donda, quien argumentó que “si tenés derecho a opinar sobre el cuerpo de una
mujer y expresarlo públicamente, también tenés derecho a hacer uso; entonces es
muy peligroso”; y por María José Lubertino, titular del Observatorio de
Derechos de las Personas con Discapacidad, quien señaló que “la misoginia en
Macri no es nueva; no fue un exabrupto, su gobierno se ha caracterizado por un
retroceso de las políticas de género”.
Un día después de lanzar esa frase en la radio FM Masters,
de Ushuaia, Tierra del Fuego –provincia gobernada por una mujer, Fabiana Ríos,
otra coincidencia–, Macri tuvo que pedir disculpas en una conferencia de prensa
en la que se presentó acompañado por dos mujeres de sus filas: la vicejefa de
gobierno, María Eugenia Vidal, y la ministra de Desarrollo Social, Carolina
Stanley. “Una de mis hijas me llamó y me retó por el tema de los piropos
–dijo–. Hice un comentario desde la galantería, pero si alguna mujer se sintió
ofendida pido disculpas”. Alguien debería aclararle a este mandatario que
mencionarle el culo a una mujer no es galantería. Y que en realidad no hay
“alguna” mujer que se sintió ofendida por sus dichos. Las que se sintieron
ofendidas son el 25% de niñas de 12 años que sufren acoso en la calle, el 90%
de las jóvenes de 19 años con la misma vivencia, y el 56% de las mujeres que
cruzan la calle para evitar un grupo de varones.
Esas son las cifras que arrojaron los estudios realizados
por Stop Street Harassment –organización impulsora de la Semana Internacional
contra el Acoso Callejero– sobre 811 personas, y la Universidad Abierta
Interamericana. “¿Con qué derecho el jefe de gobierno decide sencillamente no
creerles? Es profundamente machista”, dijo a Página 12, Verónica Lemi, creadora
de Acción Respeto, responsable de la campaña de intervenciones en vía pública
“Por una calle libre de acoso”, que se realizó a nivel nacional para
sensibilizar sobre el tema.
El acoso callejero es definido por la especialista
estadounidense Holly Kearl como “las palabras y acciones no deseadas llevadas
adelante por desconocidos en lugares públicos, que están motivadas por el
género e invaden el espacio físico y emocional de una persona de una manera
irrespetuosa, rara, sorprendente, atemorizante, o insultante”.
En los primeros días de abril las calles de las ciudades más
grandes del país, Buenos Aires, Córdoba y Rosario, entre otras, se vieron
cubiertas de afiches con presuntos piropos –frases como “Gordita, te hago de
todo menos upa”, y las menos sutiles del estilo “Qué linda, te chuparía toda la
conchita” o “Mamita, con esas tetas me salen dientes de leche de nuevo”–, y el
lema “Si te incomoda leerlo, imaginate escucharlo”.
Es obvio que esas “galanterías” no tienen como objetivo
establecer una relación con la mujer en cuestión –quien si no responde con un
insulto sólo puede ignorarlo–, sino simplemente dejar establecido que como
hombre puede decir lo que quiera y cuando quiera del cuerpo de una mujer,
considerado por una cultura machista como la argentina de dominio público. Si
no, vale preguntarse: ¿por qué un hombre que no conoce a una mujer se siente
con el derecho de comentar en voz alta y de manera pública su aspecto?
La campaña, que tuvo su correlato en Facebook con 35.000
seguidores, invita a la sociedad a ponerse en la piel de toda mujer que soporta
estos comentarios por parte de desconocidos. Según Verónica Lemi, “busca romper
el silencio y poner al espectador en el lugar de la mujer. Es una doctrina de
ocultar, esconderse. Es muy opresiva. El primer acercamiento a la sexualidad.
Buscamos que se trate el tema como se debe y no minimizándolo”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que dos de
cada tres mujeres en el mundo son violentadas en algún momento de su vida. Que
existen múltiples tipos de comportamiento agresor y que no todos son físicos.
El verbal, a través de los mal llamados “piropos”, constituye una práctica
global y no es reciente, pero de aquellos hombres que le daban la mano a una
mujer para ayudarla a bajar de un tren la humanidad pasó a estos que silban y
gritan groserías sin ningún tipo de pudor, y que obligan a las mujeres a
cambiar su camino o su forma de vestir.
“Piropos”, justamente, se llama el video que grabó la actriz
Malena Pichot para reflejar el sentimiento femenino ante ese tipo de abordaje.
Con una mirada irónica, en la acción la mujer demuestra sentir lo que esos
hombres creen que siente: un obrero la radiografía con la mirada y le dice una
vulgaridad. Ella contesta: “Ay, gracias, ¡me alegraste el día!”. En aquel
momento, la actriz manifestó que no desea “que ningún desconocido opine sobre
mí” y se planteó: “Del tipo que te dice una guasada al que se anima a tocarte,
¿cuántos casilleros hay?”.
El carismático cantautor Cacho Castaña también habló en
estos días sobre el tema, aclarando que sus piropos se relacionan con que él
“endiosa” o “adora” a las mujeres. Nadie duda de la capacidad poética de Cacho
a la hora de hablar de una mujer. Ahí está como ejemplo “La Gata Varela”. Pero
hay un episodio para retratarlo: cuando se encontró con la presidenta Cristina
Fernández de Kirchner le tiró un piropo y la mandataria lo cortó en seco: “Sos
un atorrante”. Podría haberlo dejado ahí y hubiera quedado como una anécdota
simpática, sin embargo agregó: “Es una de las mujeres más lindas que conocí. Y
si la veía en calzas esto terminaba mal… O muy bien, bah”. Una pena.
POR EL MUNDO
Una de las legislaciones más avanzadas en el tema acoso
callejero es la de España, donde “piropear” a una mujer podría tener pena de
cárcel y una sanción económica de 3.000 euros. En Perú, el artículo 130 del
Código Penal dice que “el que ofende o ultraja a una persona con palabras o
gestos será reprimido con prestación de servicio comunitario de 10 a 40
jornadas o con 60 a 90 días-multa”. En ese país, la encuesta metropolitana de
victimización de 2012 reveló que al menos siete de cada diez mujeres se sintieron
inseguras en las calles tras experimentar algún tipo de acoso sexual. En la
ciudad de Nueva York, piropos, miradas lascivas, silbidos y gestos se incluyen
en el acoso callejero y se pena con una multa económica, pero sólo si un
uniformado presenció el hecho. En México, la Ley de Acceso de las Mujeres a una
Vida Libre de Violencia establece sanciones para aquellos hombres que profieran
palabras o lancen miradas lascivas a las mujeres.
(Fuente: Revista Veintitres 23-04-2014)