Se llama Celina Koffman, pero nadie la llama así, para
todos es la Queca. Cuando comenzamos a
hablar con ella nos cuenta de su actividad como docente en la ciudad de Concordia
donde residía también su hijo Jorge, desaparecido en Tucumán.
“En Concordia existen 23 desaparecidos denunciados y a pesara de ser una ciudad chica, no nos conocíamos ninguna de las madres. A poco de andar fuimos encontrándonos y junto con otras personas que pertenecían a partidos políticos se conformó la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos que nos permitió trabajar de un modo más organizado. Se presentaban habeas corpus de manera permanente, pero las respuestas siempre eran las mismas ´nadie lo vio, no sabemos nada´, por supuesto escritos con lenguaje castrense.
Cuando viaje a Tucumán para hacer la denuncia, me
acompañó mi esposo y Hugo, otro de mis hijos. Nos encontramos con una ciudad
tomada, estaba como interventor militar Acdel Vilas, el abogado que nos atendió
Ángel Gerardo Pisarello nos pidió que cuidáramos con quiénes hablábamos porque
había muchos informantes. Había que ir a la morgue a reconocer cerca de 20
cadáveres nuevos por día, a nosotros nos sugirieron no hacerlo porque esto
también era peligroso. Iba el abogado. Estando en Tucumán, fuimos a la ciudad
de Famaillá, porque suponíamos que si mi hijo aún estaba con vida podría estar
allí. Íbamos con una carta del abogado para que nos atendieran. De lo único que
se ocuparon en el Destacamento es de preguntarnos si nosotros éramos judíos,
pero información de nuestro hijo no nos
dieron. En ese momento tuve un presentimiento, como solemos tener las madres,
de que Jorge estaba allí. Entonces me puse a gritar su nombre con toda mi voz.
A mí me agarró mucha desesperación. La escuela estaba rodeada de alambrados y
era un horror, yo me acerqué a los alambres y grité quiero ver a mi hijo,
déjenme ver a mi hijo. Me dijeron, acá no tenemos a nadie, les respondí ustedes
lo tienen y quise trepar el alambrado, pero allí me pusieron dos carabinas en
el cuello, mi marido estaba medio desmayado detrás de mí, entonces grité Jorge…
nunca sabré si me escuchó o no. Tiempo después, ya en democracia, cuando me entero
de los distintos centros de detención por los que fue trasladado mi hijo, uno
de ellos fue Famaillá.”
Ya de regreso en Concordia, Queca nos dice que estaban
permanentemente comunicados con el abogado de Tucumán para recibir noticias de
su hijo, una noche reciben un llamado con la perspectiva de alguna información
positiva, el abogado nos dice ´hay una luz en el camino’, fue la última vez que
nos llamó porque luego lo secuestraron y lo mataron. El Dr. Ángel Pisarello, fue un militante
radical tucumano que defendió a los presos políticos y pagó con su vida por
hacerlo.”
Celina “Queca” Koffman nos cuenta que sus padres
adherían a las ideas socialistas y fue educada en esos principios. Por eso no
la sorprendió que sus hijos militaran en política. También de su padre recibió
su pasión por la docencia, ya que él fue maestro rural.
El vínculo que “Queca” establece con los familiares de
desaparecidos en Santa Fe es a través de Elsa Ramos, “Ella había organizado la
marcha de los jueves en la Plaza de El Soldado, era el alma de los familiares
aquí, una persona muy luchadora, y como yo venía seguido participaba de las
marchas y trataba de motivarlas para que también conformaran la Asociación en
Santa Fe. La negrita Ravelo era una entusiasta, fue la primera presidenta. Más
tarde, ella me pidió que si podía radicarme en Santa Fe siguiera al frente de
la asociación porque ya no le daban las fuerzas para participar en tantas
actividades. Yo me radiqué en Santa Fe y soy la presidenta, los santafesinos me
conocen, sin embargo nunca corté lazos con las madres de Concordia.” Los
santafesinos que la conocemos a Queca sabemos de sus fuerzas incansables, de
sus convicciones y de su discursividad que no oculta rasgos de docencia, de esa
docente que tuvo que cambiar el guardapolvo blanco por un pañuelo: “Seguí
trabajando como docente de otra manera, escribiendo en el periódico de las
madres, viajando a distintos lugares en donde tuve que explicar el tema a
adultos, jóvenes y niños, yo reconozco que me formé y me forjé a lado de todas
las compañeras, de todas las madres. Desde este lugar hemos levantado las
banderas de nuestros hijos, socializando la maternidad, hay madres que dieron pasos
gigantescos porque muchas eran madres sin experiencia, este caminar nos hizo
crecer como personas.”
Daniel Dussex