sábado, 19 de abril de 2014

RICARDO PIGLIA EN EL ENCUENTRO DE LA PALABRA

La tensión entre la ficción y la memoria y la relación entre la lectura y el tiempo fueron algunos de los puntos que abordó Ricardo Piglia en el Encuentro Federal de la Palabra.

"Hay muchas maneras de pensar una autobiografía, yo podría armar una que tenga que ver con los encuentros con amigos en los bares, otra que estuviera centrada en el amor, otra en la política, pero en este contexto me parece que hay que pensarla a través de los libros, no de los que he escrito, sino de los que leído", dijo el escritor ante un numeroso público en la Nave de la Ciencia.

Piglia recordó que conserva imágenes de sí mismo leyendo ciertos libros, "una suerte de paseo por la lectura a partir de una pregunta, por qué quedó ese recuerdo, y una primera lección que sería: Para leer hay que saber estar quieto".

"Muchas veces los libros que nos llevan a tomar la decisión de convertirnos en escritores no son libros necesariamente buenos, pero son los que han dejado una marca que tiene, en mi caso, la condición de que me vea a mí mismo leyéndolos", apuntó el autor de "Respiración artificial".

"Habitualmente no me recuerdo a mí en esas imágenes -puntualizó-, pero hay ciertas pasiones, ciertos peligros o ciertas lecturas donde aparezco yo mismo".

Según Piglia, "tener los libros al revés es un buen modo de leer, darlos vuelta, hacer lo que queremos hacer, no seguir aquellas condiciones impuestas de lectura, ya que la lectura es una de las pocas actividades libres que nos quedan. Por lo tanto, tenemos que preguntarnos qué quiere decir leer mal, muchas veces leer mal es muy creativo".

"Es más -continuó- muchas veces, porque uno lee mal se convierte en escritor; es decir, lee algo que uno pone en ese libro, sin que necesariamente eso esté en el libro. Por ejemplo, Don Quijote leía mal las novelas de caballería, las leía y creía tanto en ellas que luego quería vivirlas. Siempre hay una tentación benéfica de buscar en los libros aquello que uno quiere que tengan".

Piglia destacó lo inolvidable de las primeras lecturas, "la primera vez que leemos a Dickens, Roberto Arlt o Faulkner, una emoción que luego se desplaza hacia el recuerdo, porque lo que se lee no es el contenido del recuerdo, sino su forma".

El autor de "El camino de Ida" consideró que "lo que vivimos hoy -en torno a la lectura- es un proceso de circulación muy veloz de la información, un acceso muy rápido y democrático".

"Se suele decir que una imagen vale más que mil palabras, una frase que Virgilio escribió como `una metáfora vale más que mil palabras` y que la cultura contemporánea interpretó en cuanto a las imágenes que nos rodean, cuando la diferencia entre ambas nociones es que si bien la imagen se descifra instantáneamente,  mil palabras lleva un tiempo leerlas", resumió el escritor.

En esta época, aseveró, "se ha acelerado el acceso a la lectura pero no el proceso de lectura en sí, leer lleva un tiempo que el lenguaje nos enseña a respetar y aprendemos nuestra noción del tiempo porque conjugamos los verbos".

El escritor señaló que "la relación entre temporalidad y lenguaje encuentra su espacio pleno en el momento de la lectura, el tiempo necesario para leer un texto no se puede acelerar más allá de que uno se saltee partes y, en algún sentido, seguimos leyendo a la misma velocidad que en tiempos de Aristóteles".


"Yo acepto que las imágenes nos dan una comprensión inmediata, pero no vamos a poder nunca acelerar el tiempo que necesitan esas mil palabras para ser leídas", sentenció al despedirse.

(Fuente. Telam)

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