El fenómeno de la concentración de la industria editorial,
en la Argentina y el mundo, empezó a mediados de los 90, dice la periodista
Daniela Szpilbarg, que escribió un artículo al respecto en la revista Anfibia,
algunos de cuyos fragmentos fueron cedidos gentilmente a esta agencia por una
de sus colegas, el fanzine digital español Frontera D.
¿Se trata de entrar en pánico? ¿Se escribe para publicar o
se escribe? ¿Desaparecieron las opciones? ¿Hubo una edad de oro y estamos ahora
bajo el reino de la mercancía? Acá, todos tienen la palabra.
“Recuerdo haber leído hace tiempo un artículo de título
impactante: Nace la mayor editorial del mundo. Allí se adelantaba la fusión de
medios más grande de Europa, Bertelsmann -presente en 63 países- y la empresa
británica Pearson. De esa unión, concretada en julio de 2013, nació la
editorial Penguin Random House (PRH).
“En aquel momento, la editorial resultante ostentaba cifras
ya impresionantes: más de 10 mil empleados, 260 sellos editoriales, 16 mil
títulos publicados al año y un catálogo con numerosos premios Nobel. A mediados
de marzo, lectores, autores y editores se sobresaltaron por la noticia de la
compra de Santillana (del grupo PRISA), por parte de Penguin Random House (…)
“Vale ahondar en las implicancias de esta transacción.
Recordemos que la red de la multinacional PRH ya gestionaba sellos como
Sudamericana, Mondadori, Plaza & Janes, Lumen, Debate y Grijalbo.
“Con esta última compra, se hizo también dueña de los sellos
literarios Alfaguara, Taurus, Aguilar y varios otros, incluidos los
pertenecientes a Santillana en Brasil: a partir de ahora no sólo dominará el
espacio literario en español sino también el portugués.
“Pero hay un otro lado de la palabra grande, tal vez menos
evidente: es el que adivinamos al preguntarnos lo que estos grupos editoriales
simbolizan en tanto enormes empresas multinacionales que contienen, además,
muchos otros medios de comunicación. Es eso lo que hace de este hecho un
acontecimiento digno de análisis: con esta operación, el conglomerado alemán
Bertelsmann (propietario de PRH) competirá -tanto en España como en
Latinoamérica- únicamente con el grupo Planeta (...)
“Suele decirse que estos movimientos se realizan
respondiendo a la necesidad de adaptarse a un mercado que cambia constantemente
a raíz del surgimiento de los libros electrónicos, las distribuidoras y
plataformas online y el crecimiento de la piratería. Pero lo cierto es que
estamos frente a un proceso de hiperconcentración que mueve las piezas del mapa
editorial, reorganizándolo en dos inmensos grupos que se separan, en tamaño y
facturación, de otros cientos de sellos editoriales pequeños y medianos.
“Vista al pasar, esta hiperbólica concentración es
impresionante y pareciera responder a un fenómeno nunca antes visto. Pero
representa, en realidad, un momento más de la concentración de la industria
editorial, proceso que no es nuevo y que probablemente, tampoco vea en esta
coyuntura su punto final. Se trata de una dinámica que se intensificó en
Argentina y en otros países, a partir de mediados de los 90, momento en el cual
se realizaron varias compras de editoriales locales.
“En este panorama convivían, por un lado, las editoriales de
grandes grupos transnacionales, con la consecuente irrupción de una
profesionalización inédita de los editores. Y, del otro lado, observábamos la
emergencia, post 2001, de muchos emprendimientos locales, pequeños y medianos,
que comenzaron a proliferar en el marco de un contexto económico propicio para
la producción de libros.
“Cuando hablo de profesionalización me refiero, por ejemplo,
a la aparición del marketing como uno de los cambios más notables. La entrada
de esta disciplina promovió nuevos roles y estructuras laborales en los grandes
grupos editoriales, que generaron iniciativas que apuntaban a considerar al
libro como un objeto de consumo masivo. Y también, irrumpió como un principio
que influenció áreas del trabajo editorial que estaban por fuera de esa lógica
(…)
“En los últimos años pude entrevistar a varios editores que
explican otros aspectos del funcionamiento de las editoriales de escala
internacional. Por ejemplo, la existencia de un comité que analiza la propuesta
de un plan editorial, que es consecuencia de un consenso económico-cultural
previo. Se hace cada dos o tres años y su estrategia se vincula con la búsqueda
de rentabilidad.
“Decía Ricardo Sabanes, ex director editorial internacional
de Planeta: Se plantea un proyecto editorial para alcanzar el nivel de negocios
que te dice el accionista. Eso requiere facturar tanto y ganar tanto. Tu
proyecto editorial va en busca de ese cometido económico; significa que vos te
vas a dedicar a publicar libros para conformar un mix de ofertas que te permita
llegar con distintos contenidos a distinto segmentos del mercado.
“Del mismo modo, Leandro de Sagastizábal, quien ha pasado
por empresas emblemáticas como Planeta, EUDEBA o Fondo de Cultura Económica,
destacaba la importancia de los cambios ocurridos desde fines de los 90: Si hay
algo que para mí han aportado las grandes editoriales en el proceso de fusión
es una lógica de empresa: saber que hay que trabajar con costos y que hay que
presentar un proyecto claro en ese sentido.
“En la misma línea, Mario Rolando, licenciado en
Comercialización y director general de Ediciones B -del Grupo Zeta-, contaba su
experiencia al ser entrevistado para comenzar a trabajar en Editorial Atlántida
a comienzos de los 90, en la función de gerente de Marketing: Tuve la
entrevista y le digo: Mirá, yo soy muy lector pero vengo de un mundo muy
diferente y no sé nada de industria editorial. Y me contesta: Eso es
exactamente lo que estoy buscando: yo quiero alguien que vea al libro como un
frasco de mayonesa, porque acá, de edición y editoriales sabemos todos.
“Antes decíamos que la otra cara de la moneda del proceso de
concentración fue el surgimiento de pequeñas editoriales locales. Volviendo a
la coyuntura actual, es decir la conformación del inmenso grupo PRH, debemos
analizar cómo estos cambios globales impactarán sobre las porciones del mercado
local sobre las que se vuelcan ambos grupos de editoriales.
“En relación con esto, una hipótesis que sí podemos
arriesgar tiene que ver con reconocer una actitud asociativa por parte de
pequeñas y medianas empresas locales, que resulta un síntoma del proceso actual
(…)
“En los últimos años, ante este recrudecimiento de la
concentración, se fueron consolidando algunas estrategias de parte de
editoriales pequeñas: desde las Ferias del Libro Independiente (FLIA) que
surgieron a mediados de la década del 2000, a stands colectivos en la Feria del
Libro. La más saliente de estas propuestas es Los siete logos, compuesto por
Eterna Cadencia, Adriana Hidalgo, Entropía, Beatriz Viterbo, Mardulce, Caja
Negra y Katz Editores, que comenzó siendo un stand colectivo de sellos
independientes.
“Pablo Braun, director de Eterna Cadencia, mencionaba que
Miguel Balaguer, editor de Bajo la Luna suele decir somos interdependientes.
Necesitamos unas de otras para sobrevivir. Me parece que nuestros catálogos se
potencian cuando están juntos: hay una unión natural. En la misma línea, Damián
Tabarovsky de Mardulce, sostiene que no hay tanto para inspirarnos sino para
asociarnos. El stand tiene algunos años y ahora se consolidó en estas siete
editoriales. La idea fue asociarnos y poder estar también más presentes en
España (…)