Reproducimos una entrevista con José Antonio Lorente, director del Laboratorio de
Identificación Genética de la Universidad de Granada, ha conseguido
reconocimiento mundial, entre otros motivos, por sus investigaciones sobre los
restos de Colón, las mujeres de Ciudad Juárez, los desaparecidos de la Guerra
Civil o sus trabajos dentro del FBI de los EEUU.
El profesor de Medicina Forense José Antonio Lorente (Serón, Almería, 1961) acaba de regresar de la ciudad mexicana de Ciudad Juárez, donde ha participado en el análisis de restos óseos de las mujeres desaparecidas y en la formación y entrenamiento del personal del laboratorio de ADN de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Chihuahua. “Se está analizando el ADN de los restos y de los presuntos familiares, creando las bases que permitan las adecuadas comparaciones”, señala Alonso.
-¿Puede llegar a saberse todo a través de su metodología forense?
-No. Las técnicas forenses están limitadas a la
identificación de las personas, no nos ofrecen información sobre
características o enfermedades. Sí se pueden saber datos de relaciones
filiales, que a veces son muy importantes en los temas de identificación.
UN “CAMPO DE JUEGO”
-¿Que puede llegar a “decir” el ADN?
-Hablando del ADN en general, del genoma de una persona, sin
quedarnos limitados al campo forense, es cierto que el ADN no puede decirlo
todo, pero puede decir muchísimo. Poniendo un símil deportivo, el ADN de una
persona viene a marcar los límites del “campo de juego” en la vida de esa
persona, pero el ser humano es mucho más que ADN. En el desarrollo, la vida y
la enfermedad de una persona influyen circunstancias medioambientales, la
educación (para el desarrollo intelectual), dietas, costumbres saludables o
nocivas, etc. Ahora bien, ciertas características genéticas sí marcan unos
máximos y unos mínimos que no pueden ser modificados (a más o a menos) por
ninguna de las influencias externas. Cada persona puede decidir si jugar más a
la defensiva o al ataque, al sol o la sombra, pero no puede salirse del campo
de juego que le marcan sus genes, salvo modificaciones genéticas que por medio
de terapia génica se puedan ir realizando en el futuro y para casos especiales
y graves.
-¿Hasta qué punto puede resultar peligrosa esta información en malas
manos?
-La información genética puede ser mal utilizada en muchos
casos, y sobre esto hay que estar prevenidos y en consecuencia poner una serie
de barreras legales -a ser posible universales- que unidas a las éticas
dificulten o imposibiliten el mal uso de esta información. Clasificar a las
personas con base en características genéticas es (ya en este momento) posible
y fácil, y eso debe evitarse. Hay áreas en las que existen especiales temores,
como son las de los seguros y el empleo, donde una persona puede ser
discriminada por el tipo de ADN que presente. Se suele olvidar que el ADN nos
informa sobre la mayor o menor predisposición de una persona a una enfermedad o
alteración, pero salvo graves enfermedades, normalmente el que haya una
alteración no implica que necesariamente se vaya a producir la enfermedad
(ejemplo, mutaciones en el gen BRCA1 y cáncer de mama).
SOCIEDAD EGOCÉNTRICA
-¿Debe tener límites -éticos o morales- la ingeniería genética?
-Pueden y deben ponérsele límites éticos y legales a la
ingeniería genética, porque morales ya los tiene acreditados. Se tiende a
pensar que todo avance científico es bueno, y estamos entrando, en una sociedad
egocéntrica, conformista, cómoda y muy poco autocrítica, en una dinámica
peligrosa, donde el fin justifica los medios. Los científicos siempre van a
querer avanzar al máximo en el desarrollo científico y técnico de su
especialidad. Una persona que se pasa años y años viendo cómo se puede
diferenciar una célula pluripotencial en una neurona, que ha empleado miles de
horas en ese estudio, va a ser muy difícil convencerla de que hay un problema
ético o moral subyacente, porque lo que el científico ve son figuras, números,
letras que le hablan de la progresión de sus experiencias. La ciencia y la
comunidad científica tampoco se deben idealizar. Hay competencia, hay intereses
comerciales y económicos, hay grupos y “contragrupos”, no todo lo que venga de
la mano o de la mente de los científicos debe ser bienvenido sin un poco de
autocrítica y sin una valoración legal y ética. El problema es que ahora ya es
un poco tarde en muchas cosas, porque las valoraciones conjuntas hay que
hacerlas antes de empezar grandes proyectos, y en esto nunca va a haber un
acuerdo internacional: lo que en un país es permisible, en el otro puede costar
años de prisión.
-¿Qué líneas de investigación sigue su Laboratorio de Identificación
Genética?
-Como líneas de investigación estamos muy interesados en el
desarrollo de bases de datos poblacionales en Latinoamérica, que sirvan para el
uso forense en el momento de hacer cálculos estadísticos. Estamos trabajando
mucho en temas de “hueso”, o sea, tratar de obtener de huesos ADN con buena
calidad, sin contaminantes y en cantidades adecuadas. Finalmente, en el área
forense estamos trabajando con polimorfismos nucleotídicos simples (SNPs, léase
“esnips”), que son parte del desarrollo futuro de la identificación en casos
complejos. Paralelamente, desde hace un año venimos investigando en LORGéN, una
empresa que surgió con el apoyo de la Universidad de Granada y de la Junta de
Andalucía (IFA-IDEA), que se especializa en diagnóstico genético de
enfermedades, donde estamos desarrollando proyectos relacionados con cáncer de
pulmón, asma grave, cáncer de colon y marcadores genéticos de enzimas de rutas
metabólicas: todo muy apasionante.
TÉCNICAS IMPENSABLES
-¿Cómo ha ayudado en su trabajo los avances en materia genética de los
últimos años?
-Totalmente. Para mí, que he vivido la época anterior a la
PCR (reacción en cadena de la polimerasa), o de la PCR en tiempo real (RT-PCR),
todo lo que se hace ahora era hace 20 años impensable sin las técnicas y
conocimientos actuales.
-¿Qué le aportaron sus años de trabajo en el FBI?
-Muchas cosas, todas buenas. Aprendí mucho técnica y
científicamente con Bruce Budowle y su equipo, pero también aprendí otras cosas
no tan académicas, como el valor del trabajo en equipo y de confiar en tus
compañeros (algo clave para un policía, pero que en algunos científicos que
tienden al cripticismo a veces no es virtud principal). También me llamó la
atención la capacidad de reflexionar sobre un problema desde una perspectiva
diferente, o sea, preguntar a personas que a lo mejor no son “super-expertos”
en una materia, pero que por su experiencia o inteligencia, son capaces de
ofrecer respuestas o claves en un tema puntual. Finalmente, desde que fui allá
en 1992, el aforismo de “mens sana in corpore sano” se quedó grabado en mí para
siempre: deporte y vida sana, vida sana y deporte.
-¿Se ha sentido alguna vez amenazado por la información que ha surgido
de sus investigaciones?
-No amenazado directamente en el sentido de sentir el
peligro, pero a veces -fuera de España y en casos muy graves- he recibido
amenazas telefónicas en los hoteles donde he estado (por algún caso puntual), o
me han puesto escolta policial desde que bajé del avión hasta que volví al
mismo.
MEDICINA GENÓMICA
-¿Qué plazo le da a las enfermedades considerando que pueden llegar a
predecirse a través de la medicina genómica?
-Les doy mucho plazo, mientras haya humanidad habrá
enfermedades, y en este sentido no conviene levantar falsas esperanzas. Por
regla general, el que podamos predecir una enfermedad no significa que se pueda
evitar la misma, aunque podría detectarse y eliminarse si aparece. En otros
casos, por medio de técnicas de terapia génica se podrán reponer genes y
fragmentos de ADN dañados en células específicas, pero la enfermedad siempre
estará presente, porque el cuerpo humano está en permanente actividad y las lesiones
(genéticas o traumáticas) aparecerán antes o después. El desarrollo de la
genómica debe acompañarse del de la proteómica y de una cultura mucho más
amplia de prevención (mejores dietas, más deporte o ejercicio, etc.). Termino
como comencé, porque el ADN no lo es todo ... pese a que sea lo más importante.
UNA FINANCIACIÓN ESPECIAL
Para José Antonio Lorente la iniciativa privada tiene una
importancia capital en su trabajo. “Hace falta una especial financiación,
amplia, arriesgada”, puntualiza. Uno de sus más estrechos colaboradores es la
Fundación Marcelino Botín, que ha intervenido en dos grandes proyectos. Desde
1999, participa en el Programa Fénix de Identificación Genética de Personas
Desaparecidas, que desarrolla la Universidad de Granada junto con la Guardia
Civil. Y también entre 2001 y 2004 por medio del Taller Internacional de
Identificación Genética Marcelino Botín.
* El Cultural.es (03.05.14).