En su nuevo libro, la autora recupera la historia de padres
de hijos desaparecidos durante la última dictadura cívico-militar, silenciosos
en los espacios públicos pero activos en la búsqueda y codo a codo al lado de
sus mujeres.
Las memorias de una lucha silenciosa, de testimonios
urgentes y borrosos en el imaginario colectivo, de hombres a los que el
terrorismo de Estado les arrancó de una vez y para siempre a sus hijos, se
entretejen con dolor en las páginas de este libro (Marea Editorial), que
visibiliza la búsqueda de los padres, detrás de la cara visible de las Madres y
Abuelas de Plaza de Mayo.
Se agruparon de a puñados aunque nunca formaron una
organización, no ocuparon los espacios públicos como las Madres, pero sí
buscaron a sus hijos y lo siguen haciendo 38 años después en la lucha por la
Memoria, Verdad y Justicia. Su lugar, asegura la autora en diálogo con Télam,
"estuvo siempre en la retaguardia".
Por eso visibilizarlos, dice Eisenstaedt: "Las mujeres
se juntaron y los hombres se respaldaron en eso pero nunca las dejaron solas;
mientras las Madres gritaban, daban vueltas a la Plaza, los padres las
cuidaban, recorrían Embajadas y también tocaban puertas. Se sintieron
respaldados mutuamente, si ellas no hubiesen tenido a ellos detrás no hubiesen
salido con tanta potencia".
Las mujeres se juntaron y los hombres se respaldaron en eso
pero nunca las dejaron solas; mientras las Madres gritaban, daban vueltas a la
Plaza, los padres las cuidaban, recorrían Embajadas y también tocaban puertas.
Se sintieron respaldados mutuamente, si ellas no hubiesen tenido a ellos detrás
no hubiesen salido con tanta potencia
Conscientes o no, "desamparados sin saber dónde ir",
la autora propone que estas funciones de roles tienen su raíz en que "si
los hombres salían a la calle los militares los masacraban, mientras que a las
mujeres no; estas madres, muchas amas de casa, son corajudas y los hombres más
cuidadosos, sosteniendólas".
"Eso no significa que no lo sufrieran ni que no
estuvieran buscando por todos lados", advierte Eisenstaedt sobre el lugar
de los padres, que ella misma rescató a través de entrevistas plasmadas en
testimonios -algunos en primera persona, otros son sus familiares quienes lo
relatan- por el impulso de "preguntarme qué paso con esos ellos, cómo
están hoy".
Eisenstaedt (Buenos Aires, 1940) decidió embarcarse en este
proyecto en 2010, justo el mismo año en el que se lanzó el documental
"Padres de la Plaza".
"Nada es casual" cree, al tiempo que cuenta que
tenía una "necesidad urgente de mirarlos a los ojos y escucharlos",
dice esta mujer que ya se metió con la vida de Sara Rus en "Sobrevivir dos
veces. De Auschwitz a Madre de Plaza de Mayo".
De los doce padres, tres fallecieron (Ángel Lepíscopo, Julio
Lareu y Lisandro Cubas); en los testimonios recopilados, se leen sus voces
desgarradas de dolor, los pasos que siguieron en la búsqueda de sus hijos, cómo
se enfrenta la vida después del arrebato de un familiar. "Lo que dicen es
su propia reflexión, su historia, su desolación y tal vez su resignación".
"Era inevitable que una vez que me contestaban sobre su
presente, lo segundo que me decían era `mi vida no es la misma antes y después
de la desaparición de mi hijo`", comenta.
Y no sólo el brutal sufrimiento de la desaparición de sus
hijos: en el caso de los padres el rol del género masculino asociado
tradicionalmente al de jefe de familia también les significó un impacto muy
duro porque "está el que cerró la fabrica, el que faltó tres meses al
trabajo, el que tuvo que seguir haciéndolo para alimentar al resto de su
familia".
Sólo una entrevista, no más. "Los padres estaban muy
cansados para contestar", expresa la autora, a la vez que explica que
"fue muy díficil para ellos contar sus historias, lo hicieron muchas veces
en juicios pero no tanto en entrevistas y pasó mucho tiempo. Reconectarse con
esa situación implica mucho, incluso hay quienes se culpabilizan a sí mismos
por la desaparición".
Por eso, para la autora este libro es "un compromiso y
una devolución que tenía que hacerles a ellos y también es un compromiso con la
memoria que hay mantenerla viva porque todavía hay mucho guardado",
asegura.
"Desconsoladamente/Des/Con Sol,/Hada,/Mente.",
cita Eisenstaedt en la primera página de su libro al poeta Juan Gelman, otro de
los hombres a cuyo hijo lo secuestraron y desaparecieron, y que al igual que
otros tantos padres "buscaron la verdad y bregaron por la justicia hasta
el último de sus días". Este libro los recupera y les rinde homenaje.