Por Eduardo de La
Serna*
Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe nació en Buenos Aires
el 7 de octubre de 1930. Fue el tercero de los siete hijos del matrimonio
formado por Adolfo Mugica (ex-diputado conservador del período 1938-42, y
ex-ministro de Relaciones exteriores del presidente Arturo Frondizi en 1961) y
Carmen Echagüe, hija de terratenientes adinerados de Buenos Aires. Como él
mismo afirmaba, en su niñez y adolescencia, el mundo de los pobres le era
totalmente desconocido.
Fue el único hijo que no estudió en un colegio religioso.
Hizo el primario en el colegio "Cinco Esquinas" (Libertad y
Quintana); el secundario en el Colegio Nacional de Buenos Aires donde no brilló
ni se destacó en los estudios ni en su conducta. Así cursó tercero y cuarto año
en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza, donde empezó a tomar conciencia de
su capacidad intelectual. El crecimiento de su rendimiento le permitió ser
nuevamente aceptado en el "Nacional" donde terminó (1947-1948) con
excelentes calificaciones.
En todo este tiempo, comenzó a destacarse en la práctica de
deportes, particularmente el fútbol de lo que era apasionado, aunque también
practicó tenis, natación y boxeo. El cine también constituía otra de sus
grandes pasiones, y citaba películas con frecuencia (Passolini, Buñuel...
En 1949 comenzó los estudios de Derecho -cursó dos años- en
la Universidad de Buenos Aires, donde conoció y entabló relaciones con Roberto
Guevara, hermano del Che. En 1950, con motivo del Año Santo, viajó con varios
sacerdotes, y con su amigo Alejandro Mayol a Europa, y allí maduró su idea de
entrar en el seminario, lo que haría a los veintiún años, en marzo de 1952.
En el seminario no se destacó por su rebeldía sino por su
afección a la oración, y a su meticulosidad por buscar "lo perfecto",
con una "religiosidad individualista", "fiel al slogan: salva tu
alma". Es importante destacar que en su religiosidad, algo característico
de él, siempre tuvo tendencia hacia la escrupulosidad. Es importante en su
historia personal anotar que a fines de 1954 comenzó a colaborar pastoralmente
con el padre Iriarte en las misiones a conventillos y casas de la parroquia
Santa Rosa de Lima, de la que éste era párroco. Su acercamiento e intención de
llegar a esta gente lo marcaría meses más tarde de un modo definitivo. El
reconoce haber participado "del júbilo orgiástico de la oligarquía por la
caída de Perón. Una noche fui al conventillo como de costumbre. Tenía que
atravesar un callejón medio a oscuras y de pronto bajo la luz muy tenue de la
única bombita, ví escrito con tiza y en letras bien grandes: 'sin Perón no hay
Patria ni Dios. Abajo los cuervos' (= curas)". "La gente humilde
estaba de duelo, y si la gente humilde estaba de duelo, entonces yo estaba en
la vereda de enfrente".
En noviembre de 1957 escribió su primera obra: "El
católico frente a los partidos políticos" para la revista del Seminario.
El compromiso con los pobres comenzó a acentuarse y comenzó a integrar grupos
misioneros en diferentes puntos del interior del país. Tras ocho años de
estudios, fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1959. Acompañó un a
monseñor Iriarte, su antiguo párroco, y ahora obispo de Reconquista, al Chaco,
y allí descubrió el subdesarrollo y la pobreza, lo que constituyó un segundo
shock para su vida. De regreso a Buenos Aires -entre 1960 y 1963- trabajó al
servicio del cardenal Antonio Caggiano, quien a su vez lo destinó como vicario
cooperador a la parroquia Nuestra Señora del Socorro, en el muy elitista Barrio
Norte. Y como asesor de la Juventud de Acción Católica, en su ex colegio
"Nacional" y entre los universitarios de Medicina y Ciencias Económicos
de la Universidad de Buenos Aires, donde participó de las jornadas de
"Diálogo entre católicos y marxistas", el 18 de octubre de 1965, en
la Facultad de Fiilosofía y letras (cosa que causó honda preocupación con
varios sectores episcopales muy conservadores). Sin embargo, de una escuela le
solicitaron que se desempeñara como capellán de la escuela "Paulina de
Mallinkrodt", en la villa miseria del barrio de retiro. Por este tiempo
también comenzó a desempeñarse como profesor de teología en la universidad del
Salvador, en las facultades de Psicopedagogía y de Derecho. Por este entonces,
asimismo, se le solicitó la predicación de una homilía semanal en Radio
Municipal.
Crítico con el Gobierno de Illía, empezó a tener problemas
entre la feligresía que consideraba que "se metía demasiado en
política". Esto motivó que muchas personas pidieran el traslado del padre
Carlos, a los que el párroco accedió pidiéndoselo al Cardenal Caggiano:
"Creo que la misión del sacerdote es evangelizar a los pobres... e
interpelar a los ricos. Y bueno, llega un momento en que los ricos no quieren
que se les predique más, como sucedió... en el Socorro cuando me echaron
[porque] 'las señoras gordas' le fueron a decir al párroco que yo hacía
política en la misa". Mugica pasó a desempeñarse como vicario en la
parroquia Inmaculada Concepción de María, en la calle Independencia.
En la JEC su presencia fue altamente atractiva para los
estudiantes que lo tomaron como referente; allí conoció a Gustavo Ramus, Abal
Medina y Mario E. Firmenich, futuros fundadores de la organización armada
peronista "Montoneros" Con ellos, participó en Santa Fe en una misión
rural en 1966. Dos frases escuchadas por los misioneros marcaron hondo al padre
Carlos y las repetía con frecuencia: una viejita le dijo a una misionera
"A mí, qué me vienen a hablar de Dios si me estoy muriendo de
hambre"; y un hachero que dijo "yo soy la alpargata del patrón".
Los futuros guerrilleros afirman que allí Mugica tomó partido por la lucha
armada, aunque eso parece contradecir frases anteriores del P. Carlos y la
distancia que empezó a existir entre uno y otros a partir de esta experiencia
misionera.
"Señor, quiero vivir desde ahora en adelante como un
hombre libre. Quiero recordar, de una vez y para siempre, que mi futuro está en
tus manos y que tú eres mi Padre. Y cuando me asalte el temor, el desaliento y
la desconfianza, recuérdame Dios mío que estás junto a mí, y que los hijos de
mi vida están en tus manos, manos de padre, manos de amigo, que nunca me
dejarán en la estacada"
En la facultad de Derecho, fue notable su enfrentamiento con
el entonces titular de Derecho Agrario, José Alfredo Martínez de Hoz, luego
Ministro de Economía de la asesina Dictadura militar argentina del general
Videla (24 de marzo de 1976).
Su encendida y pública defensa del peronismo, como asimismo
la frecuencia con que en sus discursos eran citados el Che Guevara, Mao, Camilo
Torres y otros, trajo al P. Carlos abiertos, y cada vez más frecuentes, choques
con el Arzobispo, Juan Carlos Aramburu. También se fue agudizando el conflicto
con las religiosas de Mallinckrodt que -dedicadas al trabajo con las clases más
altas- no veían con buenos ojos a este sacerdote que por su
"alcurnia" les había parecido ideal, en un principio.
En 1967, viajó, en nombre de monseñor Podestá, a Bolivia,
para reclamar el cuerpo del Che Guevara e interesarse por la suerte de los
prisioneros del ELN (Ejército de Liberación Nacional) detenidos tras la muerte
del mítico guerrillero (entre ellos estaba Regis Debray). Ese mismo año,
interrumpió toda actividad en noviembre y hasta octubre de 1968, tiempo en que
viajó a París para estudiar, en el Instituto Católico, Epistemología y
Semiología; Doctrina Social de la Iglesia y Comunicación Social y Teología
Pastoral con los dominicos Chenu y Blanquart. En la capital francesa, residió
en un pensionado religioso de la Rue Madame, profundizó sus relaciones de
amistad con otros sacerdotes argentinos como Concatti y Brascelis, y allí pudo
ver en directo los famosos sucesos del mayo del 68. También viajó -gracias a
los oficios de su padre- a España donde visitó al general Perón, hospedándose
en la calle Montesquinza, 25, casa de los padres del sacerdote español Antonio
Echave; y por haber conocido (en el partido Racing [el club de sus amores]
Celtic, de Glasgow por la copa Intercontinental, a J. W, Cooke, delegado
personal de Perón, a Cuba, a donde viajó en estricto secreto, con pasaporte
falso y vía Praga, donde permaneció 10 días.
En París Mugica conoció por carta la existencia -el
nacimiento- del Movimiento Sacerdotes del Tercer Mundo (MSTM) y envió su adhesión
incondicional. También inició su colaboración en el Equipo Intervillas, fundado
el 2 de agosto de 1968 gracias a la dedicación de Jorge Goñi, también
"cura villero".
Mugica vuelve a la Argentina a un mes de clausurado el
encuentro episcopal de Medellín. Casi sin desempacar se entera que ha sido
reemplazado en la capellanía de las religiosas de Mallinckrodt por el padre
Julio Triviño, ubicado pastoral y teológicamente en las antípodas del Padre
Carlos. Representante típico de la mentalidad preconciliar, espiritualista y
también capellán castrense. Sin embargo, la parroquia San Martín de Tours, a
cargo de los sacerdotes asuncionistas había decidido abrir una capilla en la
villa de Retiro, en su jurisdicción parroquial, y confió al Padre Mugica su
desempeño, lo que fue confirmado por el Cardenal Caggiano. Con la ayuda
económica de su hermano Alejandro se levantó un salón multiuso. Así en el
barrio Comunicaciones se levantó la capilla "Cristo obrero", donde
ejerció su máxima actividad pastoral entre sus "hermanos villeros".
Entre tanto, cubría otras tareas pastorales como vicario en la parroquia San
Francisco Solano, ayudando a su amigo el Padre Jorge Vernazza. Volvió también a
las cátedras de Teología en la Universidad del Salvador, en las facultades de
Ciencias Económicas, Derecho y ciencias Políticas. Su hiperactividad lo llevó a
asumir compromisos de celebrar en el Instituto de Cultura Religiosa Superior y
en la parroquia Santa Elena.
Su participación cada vez más activa en el MSTM lo llevó a
agudizar el enfrentamiento con el Arzobispo coadjutor Juan Carlos Aramburu que
prohibió a todos los sacerdotes de la Arquidiócesis a manifestarse públicamente
en cuestiones políticas (prohibición que no parecía concernirle a él mismo), y
que causó profunda reacción en varios grupos sacerdotales, aunque el grupo MSTM
Capital obedeció esta orden.
Su presencia en los medios de comunicación se hacía cada vez
más frecuente y su figura cobró cada vez mayor notoriedad. Incluso fue notable
la cantidad de personas del ambiente televisivo que empezaron a frecuentar la
villa.
La ola de violencia que afectaba al país lo llevó a
reflexionar sobre la violencia institucionalizada y la violencia revolucionaria.
Por este tiempo el Padre Alberto Carbone, ex compañero de Mugica en la JEC, es
encarcelado injustamente por el asesinato del general Aramburu (su parentesco
con el cardenal Juan Carlos es sólo ideológico). La encendida defensa del P.
Carbone y la cercanía a miembros de la Organización Montoneros, además de su
actitud "poco clara" sobre la violencia, lo llevó también a ser
encarcelado. Periódicos manifiestamente adversarios del MSTM y luego claramente
adherentes a la violencia asesina del Proceso de Reorganización Nacional como
"La Razón" y "Nueva Provincia", lo cuestionaron por su
"justificación de la violencia que se ha desatado en el país". Todas
las homilías del P. Mugica (y de otros miembros del MSTM) eran manifiestamente
grabadas por los Servicios de Inteligencia. El Arzobispo Aramburu, entre tanto,
acrecentó fuertemente su distancia con el P. Carlos llegando en más de una
oportunidad a proponerle la "laicización", cosa que Mugica rechazó
terminantemente, aunque constituyó una de sus mayores angustias en los últimos
tiempos: "espero, en Dios, no verme forzado jamás a abandonar el
sacerdocio aunque deba resistir infinitas presiones".
En un enfrentamiento con fuerzas policiales de la dictadura
militar son asesinados Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus el 07/09/70.
Los sacerdotes Carlos Mugica y Héctor Benítez dan una misa en el funeral en la
parroquia San Francisco Solano. Carlos Mugica expresó entonces: "No puedo
sino pronunciar unas palabras de despedida para quienes fueron mis hermanos
Carlos Gustavo y Fernando Luis, que eligieron el camino más duro y difícil por
la causa de la dignidad del hombre. No podemos seguir con indefinición y con
miedo, sin comprometernos. Recuerdo cuando con Carlos Gustavo hicimos un viaje
al norte del país y allí lo vi llorar desconsolado al ver la miseria y el
triste destino de los hacheros. Fue fiel a Cristo, tuvo un amor concreto y real
por los que sufren; se comprometió con la causa de la justicia, que es la de
Dios, porque comprendió que Jesucristo nos señala el camino del servicio. Es un
ejemplo para la juventud, porque tenemos que luchar para alcanzar la sociedad
justa y superar el mecanismo que quiere convertirnos en autómatas. Que este
holocausto nos sirva de ejemplo". Una semana más tarde ambos sacerdotes
son arrestados bajo el cargo de apología del delito.
Poco tiempo después, ofició junto a los padres Benítez (ex
confesor de Eva Perón) Adur y Ricciardelli, el funeral por sus amigos Abal
Medina y Ramus, miembros de "Montoneros", asesinados en un enfrentamiento
con las fuerzas de seguridad. A consecuencia de la homilía pronunciada por
Benítez y Mugica, según la transcripción -cargada de inexactitudes- de "La
Razón", los dos fueron detenidos, el 14 de septiembre, y por espacio de
una semana. El Arzobispo, entre tanto, suspendió al P. Mugica en sus licencias
ministeriales por el lapso de 30 días; de esto Mugica se enteró en prisión por
los diarios.
Su lugar de trabajo en la Villa 'Comunicaciones' se vistió
de fiesta cuando el 27 de diciembre de 1970, en una ceremonia presidida por
Mons. Aramburu, se inaugura la Capilla de Cristo Obrero. El P. Carlos, sin
embargo, solía dormir por las noches en su domicilio en la calle Gelly y Obes,
en un cuartito en el último piso. Mugica redobló sus trabajos en favor de los
villeros, y redujo sus apariciones en los Medios. Asimismo, reforzó su vida
interior yendo con frecuencia al monasterio benedictino de la localidad de Los
Toldos, en la provincia de Buenos Aires. La capilla sería luego muy visitada
por personajes conocidos de la sociedad argentina (futbolistas, artistas, etc)
lo que sería aprovechado por el sacerdote para la realización de eventos
gratuitos en la villa. También acudiría allí el general Perón, el 6 de
diciembre de 1972, tras su triunfal regreso después de dieciocho años de exilio
(el P. Carlos no se encontraba en ese momento en la ciudad), y el presidente
Héctor Cámpora, recién elegido primer mandatario del país, por la candidatura
del Frente Justicialista de Liberación (FREJULI) -en la que se había propuesto
un lugar a Mugica, cosa que él rechazó. Fue el 9 de mayo de 1973, y nos podemos
imaginar la alegría de los villeros al ver al presidente argentino, entre
ellos, compartiendo una comida.
El viernes 2 de julio de 1971, una bomba estalló en la casa de
Gelly y Obes 2230, pero aunque la bomba afecto edificios y automóviles (la
propiedad privada que tanto defendían los adversarios del P. Carlos), nadie
resultó herido. Fue en este momento que en un reportaje el P. Carlos pronunció
su clásica: "Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia,
luchando junto a los pobres por su Liberación. Si el Señor me concede el
privilegio, que no merezco, de perder la vida en esta empresa, estoy a su
disposición". Las amenazas continuaron, y dos hombres irrumpieron en el
piso donde se encontraba el cuartito del P. Mugica pero no pudieron concretar
nada ya que éste se encontraba en un encuentro de los MSTM en Córdoba.
El gobierno militar se encontraba en crisis. El P. Carbone
nuevamente había sido detenido por una supuesta (y evidentemente falsa)
participación suya en un intento de copamiento armado de una unidad de
Prefectura Naval, ocurrido el 3 de enero de 1972. Carbone había sido visto en
su hogar y en el cine. Hasta la justicia militar hubo de sobreseerlo, aunque
fue liberado 5 meses más tarde. Mugica presentó un recurso judicial de habeas
corpus. Cuando se produjo el regreso del General Perón a la Argentina, Mugica
fue junto con Vernazza en el avión charter que fue a buscar al anciano líder en
noviembre de 1972. Esto acrecentó sus distancias con el Arzobispo Aramburu.
Un artículo anónimo publicado en el Boletín Eclesiástico de
Buenos Aires (órgano oficial del Arzobispado) se dedicó duramente a criticar
diferentes posturas teológicas del P. Mugica en su artículo "Jesús y la
política de su época". Mons. A. Canale, canciller de la Curia comunicó a
Mugica que debía preparar su descargo, para ser publicado en el
"Boletín", pero aunque el caso fue archivado, no se publicó ni
siquiera un resumen de su escrito de 18 páginas (preparado con la ayuda de Luis
Rivas, Rafael Tello y Lucio Gera).
La curia, además, resolvió que "a ningún sacerdote,
religioso o religiosa le está permitido actuar en partidos políticos o
movimientos similares, ni aceptar ofrecimientos para desempeñar funciones
políticas". Como era de esperar, la decisión del Arzobispado había llegado
tarde: hacía ya varios meses que los MSTM habían decidido de común acuerdo
"no aceptar posibles candidaturas a cargos electivos". Mugica, como está
dicho, rechazó ser el primer candidato a diputado por el Peronismo de la Ciudad
de Buenos Aires, cargo que indudablemente hubiera ocupado ya que el peronismo
venció en todas partes.
Mugica, con su gran capacidad de trabajo, celebraba misa los
sábados en la iglesia de San Francisco Solano, de la que era párroco su amigo
el padre Vernazza, y en la que luego sería asesinado, daba cursos
prematrimoniales una vez al mes, e impartía clases de Teología en la
Universidad del Salvador, de los Padres Jesuitas. Con el peronismo gobernando,
Mugica, aceptó ser nombrado asesor - sin remuneración - del Ministerio de
Bienestar Social, pero poco después, se desvinculó públicamente de este cargo,
por discrepancias con el titular del mismo, López Rega, ya que para Mugica,
"no había comunicación entre el ministerio y los villeros". Muchos
han visto en esta discrepancia abierta y manifiesta con López Rega, los motivos
de su asesinato (una noche, ante un grupo de vecinos de la villa Mugica se
expresó diciendo: "López Rega me va a mandar matar"). Al mismo
tiempo, Mugica y los Montoneros se distanciaban cada vez más; en una misa en
conmemoración por la muerte de Aval Medina y Ramus, el 7 de diciembre de 1973,
Mugica se expresó diciendo: "Como dice la Biblia, hay que dejar las armas
para empuñar los arados". En este año 1973, apareció como de su autoría un
libro Peronismo y Cristianismo, en el que se reunieron desordenadamente una
serie de trabajos de Mugica, sobre las relaciones entre el cristianismo y el
socialismo, los católicos y la política y los valores cristianos del peronismo;
el P. Carlos siempre afirmó no tener nada que ver con esa publicación, aunque
los artículos sean de su autoría.
Esta doble amenaza de derecha e izquierda no era la que más
preocupaba al Padre Carlos: "No tengo miedo de morir. De lo único que
tengo miedo es de que el Arzobispo me eche de la Iglesia".
En 1974, terminó de escribir el texto de la "Misa para
el Tercer Mundo", cuyo disco, grabado y editado por la RCA, con la
colaboración del "Grupo Vocal Argentino" que compuso una bella
música, con ritmos argentinos, asiáticos y africanos, fue destruido por orden
del ministro Rocamora.
Las amenazas de muerte empezaron a multiplicarse. La revista
Militancia (puede descargarse del excelente sitio amigo Ruinas Digitales),
ligada al peronismo de izquierda, dirigida por Ortega Peña y Duhalde, lo ubicó
en lo que llamaban "La Cárcel del Pueblo", un apartado editorial
donde semanalmente "encarcelaban" a diferentes personas del
"antipueblo": Asimismo "El Caudillo", de la Derecha
peronista le cuestionaba desde su ministerio sacerdotal hasta su servicio a los
pobres: "está al servicio de los pobres o tiene a los pobres a su
servicio", se preguntaba, y terminaba por acusarlo de "bolche".
A mediados de abril de 1974 Mugica se retira a Los Toldos a un nuevo retiro
espiritual. Allí Carlos le manifestó su miedo de ser echado de la Iglesia a lo
que el abad le dijo: "Yo no sé si Aramburu puede ponerte frente a la
situación de irte de la Iglesia, pero de lo único que podés estar seguro es que
pase lo que pase, Dios te va a ser fiel".
El 11 de mayo,
sábado, de 1974, a las 8 y cuarto de la noche, y cuando Mugica se disponía a
subir a su coche Renault 4-L azul, matrícula C-542119, estacionado junto a la
iglesia de San Francisco Solano, en la calle Zelada, 4771, donde había
celebrado misa, fue tiroteado por un individuo con bigotes achinados, que se
bajó de un coche estacionado muy cerca. Este personaje sería Rodolfo Eduardo
Almirón, jefe de la lopezreguista Triple A, luego jefe de custodia de Manuel
Fraga Iribarne, en España. Cinco disparos, de ametralladora "Ingram
M-10", le afectaron el abdomen y el pulmón. El tiro de gracia lo recibió
en la espalda. El padre Vernazza, que salió de la iglesia al oír los disparos,
corrió a darle la unción, y lo llevaron en un viejo Citroën; Mugica alcanzó a
sonreírle y guiñarle el ojo a Vernazza. El cuerpo agonizante de Mugica llegó al
Hospital Salaberry, donde murió. Moribundo, alcanzó a exclamar a una enfermera:
"¡Ahora más que nunca tenemos que estar junto al pueblo!" Eran las
nueve de la noche. El doctor Avelino Vicente Dolico, certificó que las causas
del fallecimiento fueron "heridas de bala de tórax y abdomen y hemorragia
interna".
El entierro fue una multitudinaria manifestación. Sus
villeros, a los que tanto quería, le llevaron a hombros hasta el cementerio de
La Recoleta, en el corazón del Barrio Norte. La prensa -no toda- le calificó
como "el santo villero". Desde que se tuvo la primera noticia de su
muerte, muchos recordaron, que la revista El Caudillo, portavoz oficioso de la
Triple A (ultraderecha), había publicado en diciembre del 73, una "Carta
abierta a Mugica", en la que se le advertía de estar equivocado, y andar por
la vereda equivocada. Por si fuera poco, se sabía, que la escolta de López Rega
había hecho ostentación pública de ametralladoras "Ingram".
Más sorprendente todavía fue la afirmación del Arzobispo
Aramburu que le dijo al P. Héctor Botán: "¡Ahora no me va a decir que
Mugica no era montonero!".
Producida la muerte del P. Carlos, tanto los Montoneros como
la Triple A intentaron desvincularse del episodio. El P. Carbone fue llevado
clandestinamente a un encuentro con Firmenich, jefe de la agrupación Montoneros
(sería extraño que después del feroz proceso militar este siga vivo, si no
fuera bastante pública su traición y reuniones con el almirante Massera, en
París). "Si Ud. fuera discípulo de Carlos, estaría muerto, como él",
le dijo públicamente Marta Mugica -hermana de Carlos- a este detestable
personaje de la historia argentina. La revista "El Caudillo", por su
parte, comenzó a exaltarlo como modelo y mártir".
Al morir, Mugica, se convirtió en el símbolo de una
generación, y en el primer mártir del MSTM. Además de sus escritos, recogidos
en un volumen por el padre Vernazza, y publicados en 1984, este sacerdote nos
dejó un grandioso ejemplo de lo que es compartir la suerte de los pobres, desde
ellos. En la obra Iglesia Argentina, Memoria y Esperanza, Mugica es recordado
así: "Mugica era una imagen transparente, una suerte de provocador de
conciencias, que en nombre del evangelio no dudaba en enfrentar a los poderosos
desde la perspectiva de los pobres. Carlos Mugica era un profeta..."
* Sacerdote de Opción
por los pobres