Entrevista a la escritora y ensayista María Pía López,
directora del Museo del Libro y la Lengua, sobre “el nombramiento de Teresa
Parodi, que viene de la música y que tiene en su concepción de la música un
registro de lo que es la diversidad cultural del país, la heterogeneidad
discursiva, idiomática”.
Por Juan Ciucci
En principio, queríamos conocer sus impresiones a partir de la creación
del Ministerio de Cultura.
María Pía López: Me parece que la creación del Ministerio
era necesaria, era una demanda antigua para la cultura. En parte, porque tenía
que ver con una jerarquización del área, me parece. En el sentido que ya había
un Ministerio de Ciencia, de Técnica, de Turismo, ¿no?, pensando que la Cultura
es algo de una envergadura muy amplia y muy profunda, que es para el lazo
social mismo, no sólo a las producciones simbólicas. En ese sentido, me parece
que el Ministerio era una vieja y necesaria realización. Me parece que eso que
sucedió al mismo tiempo ha sido acompañado por el nombramiento de una persona
que viene de la música y que tiene en su concepción de la música un registro de
lo que es la diversidad cultural del país, la heterogeneidad discursiva,
idiomática. Me parece que es fundamental para pensar una renovación de la
cultura argentina.
En ese marco, de estos últimos años, lo que se ha hecho en cultura es
de lo que más se ha reivindicado, si se quiere. ¿Cuáles le parece que pueden
llegar a ser los desafíos a futuro de este Ministerio?
El Ministerio tiene desafíos grandes que tienen que ver con,
por un lado, poner como objeto de discusión reflexiones políticas concretas,
algunas cuestiones que no se están discutiendo demasiado en Argentina. Por ejemplo:
¿qué pasa con la situación del libro en la Argentina?, ¿qué pasa con la
concentración de editoriales? Son cuestiones centrales que se empezaron a
discutir alrededor del Instituto del Libro y la Ley del Libro; que finalmente
no ha salido, no se sancionó. Son cuestiones centrales porque hacen también a
la proliferación de autores, de estilos, de formatos; en un mercado editorial
que está cada vez más concentrado, donde se rigen por la lógica estricta de la
mercancía, vamos a tener cada vez más un nivel expresivo y una potencia
expresiva recortada. Esto último me parece que puede pasar en la música con las
discográficas. El cine, que es una industria que requiere grandes
financiamientos, el INCAA como política pública ya existe, ya tiene capacidad
de contrapesar la lógica del mercado. Pero eso no lo tenemos en áreas tan
sensibles como la del libro. Por otro lado, me parece que se necesitan
políticas más activas en relación a las traducciones, a la afirmación de la
heterogeneidad idiomática del país. Tengo optimismo pensándolo como lo ha
pensado la ministra, porque me parece que ella, por origen, tiene una
sensibilidad mucho más interesante que muchas otras personas para pensar esta
idea, esta cuestión de lo diverso y al mismo tiempo de afirmación de una cuestión
nacional sin caer en formas soberanistas.
¿Le parece que entran también las discusiones de lo que es cultura, de
cierto marco elitista, si se quiere, del pasado?
Creo que es necesario, me parece para un Ministerio, no
tener una idea de cultura restringida a los bienes culturales tradicionales.
Quizá no la tiene la Secretaría, la Secretaría no cumplía esa idea de cultura
donde entienda por cultura sólo los cuadros que están en el Museo de Bellas
Artes o la música clásica o el libro erudito. Eso ya no estaba en la
Secretaría. También me parece que se abre una posibilidad interesante que es:
salir incluso de la dicotomía “alta cultura” y “cultura popular”. Me parece que
estaríamos en un momento en que sería posible pensar de un modo más renovado a
Borges (y para poner en Borges el nombre de las formas más tradicionales de la
“alta cultura” o de las formas de la escritura más desarrollada del país). Y al
mismo tiempo, poner atención sobre qué tipo de poética surge del rap de los
barrios. Me parece que si algo de eso se pudiera hacer desde el Ministerio de
Cultura saldríamos de la dicotomía social más fácil, que es pensar que hay
“alta cultura” - “cultura popular” y certificar a una o a la otra, de modos
inversos. Ninguna de esas certificaciones me parece que sería interesante a la
hora de expandir las posibilidades de la Argentina y de lo popular también.
La Presidenta, en el marco del anuncio y de la jura de la nueva
Ministra, hizo referencia a la cultura “under”, una cultura que está por debajo
de lo institucional. ¿Cómo analiza eso, el apoyo que se ha dado o no en estos
tiempos y qué desafío hay para esa cultura que crece por fuera de las
instituciones?
Voy a desviarme para contestarte, porque por ejemplo me
parece un hecho fortísimo lo que pasa en estos días en la Feria del Libro, la
decisión de la Ciudad de San Pablo de traer una enorme delegación a la
Argentina de poetas de la periferia paulista, que están entre el activismo
lírico y el activismo político y que no son poetas editados por grandes
editoriales sino que tienen esa circulación más bien plebeya. Esa decisión de
San Pablo, me pareció una decisión poderosa y que me ha dejado pensando en
relación a una idea de cultura que hay en el Estado brasileño (con todos los conflictos
que tiene), quizá lo recuerdes, que fue cuando Gilberto Gil había dicho que el
Estado no produce cultura, en todo caso lo que hace es activar, darle
visibilidad, enfatizar lo que distintos grupos autónomos están produciendo en
términos de producción cultural. Eso me parece que en Argentina sería una vía
interesantísima, esto que dice la Presidenta, el reconocimiento de la forma
“under” de la cultura, me parece que es fundamental. Y en otro lugar donde se
dio fue en el Encuentro de la palabra, que se hizo en Tecnópolis, hace un mes,
donde hubo un esfuerzo muy notable y que dio lugar a situaciones estéticas y
culturales muy interesantes, por ejemplo en teatro, música. Donde aparecieron
dramaturgos, poetas, escritores o músicos que no son los que legitima el
mercado. Y en ese sentido me parece que hay algo, que ese “under” tiene que ser
no sólo una decisión de reconocimiento, de hacer visible lo que existe en un
país, sino también de la valentía de afirmar cosas minoritarias.
(Fuente: APU)