Thomas Piketty es un economista francés que publicó El capital en el siglo XXI el año pasado, traducido al inglés este año. El libro está provocando conmoción en el mundo de la academia y en el espacio de debate de divulgación económica
Por Alfredo Zaiat
Los conceptos centrales de la obra son:
- La concentración de la riqueza aumentó en todos los países
desarrollados.
- Se mantiene la tendencia a la no intervención impositiva
sobre esas fortunas (una muestra es la resistencia a la Tasa Tobin en Europa).
- Si no hay cambios en esa situación, la economía del siglo
XXI se parecerá a las del siglo XIX, cuando las elites económicas heredaban la
riqueza en lugar de obtenerla del trabajo. Será una sociedad neovictoriana
clasista, dominada por la riqueza no ganada de una elite hereditaria.
- La propuesta de Piketty, que admite “utópica”, para evitar
ese retorno a un mundo oligárquico es un esfuerzo coordinado a nivel mundial
para aplicar impuestos a esa inmensa masa de riqueza concentrada en pocos.
Concluye que si no se toman medidas drásticas, el funcionamiento de la economía
estará condicionada por las personas que simplemente posean la riqueza heredada
de sus padres.
El argumento principal de El capital en el siglo XXI es que
el capitalismo, en su forma neoliberal (de mercado) o intervencionista (Estado
de bienestar), conduce a una economía dominada por quienes tienen la suerte de
nacer en una posición de riqueza heredada. Si bien realizó el análisis sobre
países desarrollados (Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Canadá, Japón
y el Reino Unido), en la Argentina también está teniendo ese reflejo y es
interesante observar cómo los hijos de familias de gran fortuna y visibilidad
pública comenzaron a reunirse en un grupo de afinidad (revistas de la
farándula, deportiva y de negocios los están mostrando).
Piketty explica que de ese modo funcionaba la economía de
Europa a principios del siglo pasado, y que la prepotencia de la riqueza
heredada sólo fue destruida por la devastación de dos guerras mundiales, con
una profunda depresión en ese intervalo. Después de esos traumáticos eventos,
se desplegó un período de rápido crecimiento asociado a los estímulos de la
posguerra, a la reconstrucción europea y a la recomposición del consumo. En los
últimos 30 años, esa dinámica subyacente del poder económico heredado se ha
revitalizado y reafirmado.
¿Cuál es la definición de capital de Piketty? Quienes lo
acusan de marxista es porque no conocen el concepto marxista de capital, pero
los sectores conservadores consideran marxista a cualquiera que estudia o tiene
una posición crítica sobre la desigualdad y la concentración de la riqueza.
Piketty utiliza una definición amplia al considerar que “el capital” es igual a
“la riqueza”. O sea, todo el patrimonio (propiedades, activos en efectivo, inversiones
en acciones y bonos) constituye el capital o riqueza. Piketty no sólo señala
que la distribución del ingreso (dinero obtenido por las personas que trabajan)
es desigual sino que la riqueza (el stock de activos) se reparte en forma mucho
más desigual. Esto significa que no sólo la brecha es inmensa en la retribución
por el trabajo sino que esa diferencia es abismal en la tenencia de la riqueza
global.
El esquema analítico de Piketty es el siguiente: a partir de
definir la tasa de retorno sobre el capital (r) y la tasa de crecimiento
económico nominal (g), utiliza una larga serie de tiempo de 200 años de datos
sobre pobreza, ingresos y riqueza para países desarrollados. Con esa inmensa
cantidad de información determina un comportamiento económico sencillo de
entender. Calculó que r se ha ubicado en el 5 por ciento promedio, mientras que
g ha sido inferior a ese porcentaje en ese extenso lapso. Esto significa que la
tasa de crecimiento económico global ha sido menor al incremento de la riqueza
de las grandes fortunas. Piketty denomina “ley fundamental” a la fórmula r >
g, o sea que los ricos se hacen más ricos en forma permanente. De otro modo, en
el capitalismo, si la tasa de retorno de la riqueza privada es superior a la
tasa de crecimiento de la economía, la participación de las rentas del capital
en el producto neto se incrementará. Piketty afirma que en el largo plazo la
desigualdad económica no será solamente por la brecha entre las personas que
ganan altos salarios y los que reciben ingresos bajos sino que será entre las
personas que heredan grandes fortunas en propiedades y efectivo, y quienes no.
Es un resultado que se ha verificado en estos años de crisis
global en las potencias mundiales, según el World Ultra Wealth Report, informe
mundial de la ultra riqueza de Wealth-X y el banco suizo UBS: con una caída o
estancamiento de las economías centrales que se extiende ya por siete años,
desde 2009 hasta 2013 la población ultra rica del mundo incrementó su riqueza
(sin ajustar por inflación) un 44,1 por ciento.
En la muy completa reseña publicada en el medio electrónico
estadounidense Vox, Matthew Yglesias resume que “cuando r es mayor que g, la
piscina de la riqueza de los ricos crece más rápido que el conjunto de los
ingresos percibidos por los trabajadores”. Señala que esto no significa
necesariamente que los pobres sean más pobres sino que cada vez es más grande
la brecha entre las ganancias de las personas que poseen una gran cantidad de
propiedades e inversiones financieras y las de las personas que reciben un
ingreso de su trabajo para vivir.
Hasta el conservador The Economist en una crítica al libro
de Piketty se rindió ante la formidable “base de datos sobre la que se
construye el libro, siendo difícil de disputar su llamado a una nueva
perspectiva de la era económica moderna, estemos o no de acuerdo con sus
recomendaciones de política”. En el artículo “Capital in the Long Run”,
publicado en la edición del 9 de enero pasado, The Economist afirma que
políticamente no puede sostenerse una concentración de la riqueza creciente, y
“aquellos que quieran preservar la economía de mercado tienen que lidiar con
esa dinámica en un contexto preocupante con las cifras sobre la desigualdad que
presenta Piketty”.
También fue criticado por el economista de la Universidad de
Texas en Austin, James K. Galbraith (hijo del célebre economista del siglo
pasado, John Kenneth Galbraith), en un artículo publicado en la revista
trimestral Dissent “Kapital for the Twenty First Century?”. Dice que el libro
de Piketty sobre el capital no es ni sobre el capital en el sentido utilizado
por Marx, ni sobre el capital físico como factor de producción en el modelo
neoclásico de crecimiento económico. Galbraith concluye que “es un libro
principalmente sobre la ‘valoración’ de activos materiales y financieros, la
‘distribución’ de los activos a través del tiempo, y la ‘herencia’ de la
riqueza de una generación a otra”.
Más allá de controversias por derecha (The Economist) y por
izquierda (James K. Galbraith), el libro tiene el mérito de instalar en el
corazón del capitalismo el debate sobre la desigualdad, y no sólo de ingresos
sino la que emerge del reparto del stock de riqueza global. Es lo que afirma
Paul Krugman en “The Piketty Panic”, publicado en The New York Times, cuando
elogia la obra del economista francés porque “es la manera en que echa por
tierra el más preciado de los mitos conservadores: que vivimos en una
meritocracia en la que las grandes fortunas se ganan y son merecidas”. Menciona
que lo realmente sorprendente del debate es que la derecha parece incapaz de
organizar ninguna clase de contraataque significativo a la tesis de Piketty.
El capitalismo no está generando una mejor distribución de
la riqueza y de los ingresos sino que su concentración es el estado natural del
capitalismo más que una excepción, como postula el pensamiento económico
convencional con su expresión política en el conservadurismo. Piketty afirma
entonces que se está transitando hacia una economía dominada por el
“capitalismo patrimonial”, donde la lista Forbes 400 (los más ricos del mundo)
estará dominada no por los fundadores de las empresas líderes sino por hijos y
nietos de la súper elite de hoy.
(Fuente Página 12)