En su ensayo "Global gay", el sociólogo francés
Frédéric Martel documenta los indicios de una revolución gay en marcha que se
consolida al calor de otras transformaciones como la redefinición del
matrimonio o el impacto de las redes sociales y funciona hoy como herramienta
para evaluar los niveles de modernidad de un país.
A partir de fenómenos como los movimientos a favor del
matrimonio para parejas del mismo sexo en Europa y Estados Unidos o la
resistencia a la represión de los homosexuales en China, Cuba o Irán, el autor
de "Cultura Mainstream" aceita una mirada que postula cambios
contundentes en la geopolítica gay que se resumen en el pasaje de la criminalización
de la homosexualidad a la criminalización de la homofobia.
"Ayer era difícil ser abiertamente homosexual; hoy es
difícil ser abiertamente homofóbico", sintetiza el ensayista en este
trabajo que entronca la problemática gay con otras conquistas recientes que
reflejan el signo de los tiempos, como la mutación de las formas de vida, la
universalización de los derechos humanos, el replanteo del matrimonio, el
individualismo sexual y la emancipación de mujeres y homosexuales, entre otras.
Martel es autor de ocho libros que han sido traducidos en
una veintena de países, entre ellos "Le rose et le noir", "Les
homosexuels en France depuis 1968" (1996) y "De la culture en
Amérique" (2006), entre otros. Ha sido agregado cultural de la embajada de
Francia en Estados Unidos y en Rumania, y ha impartido clases en la École
Supérieure des Sciences Économiques et Commerciales (Essec), el Institut
d`Études Politiques (Sciences Po) y la École des Hautes Études Commerciales
(HEC).
"Ayer era difícil ser abiertamente homosexual; hoy es
difícil ser abiertamente homofóbico" Durante cinco años, Martel realizó
una investigación que abarcó 45 países, desde Jordania y Arabia Saudí hasta
Brasil y Buenos Aires, pasando por el Africa subsahariana, Estados Unidos y
Europa: tanto en naciones consideradas gay friendly como aquellas que no lo son
en absoluto, el sociólogo constató la expansión de una liberación acelerada o
forzada por la globalización y la cultura digital.
La transformación que según el autor tiene lugar en los
cinco continentes de manera simultánea está moldeada por el "american gay
way of life" y si bien Estados Unidos es el primer foco abordado -una
decisión justificada por su influencia en el imaginario de los activistas a
escala planetaria- la cuestión gay tiene
otros polos de referencia como Europa y América Latina.
La diversidad atraviesa la agenda LGBT (Lesbianas, gays,
bisexuales y transgéneros) y se esparce en escenarios tan disímiles como los
bares gays de cowboys en Chicago, las veladas gays de tango en Buenos Aires y
de amba en Rio de Janeiro, los karaokes y love hotels gays en Tokio, los
transexuales operados lemente en Irán o las "habitaciones" gays en
Cuba.
"Los homosexuales están cada vez más globalizados, a
menudo muy americanizados, pero siguen muy arraigados a su país y a su cultura.
En todas partes del mundo parecen estar volviéndose idénticos y sin embargo en
todas partes son distintos. En una época de globalización, la apertura y el
arraigo no son antinómicos", analiza Martel.
En "Global Gay" (Taurus), el ensayista traza un
mapa de la militancia gay que posiciona en un lugar destacado a Latinoamérica
-donde en algunas capitales como Buenos Aires y Rio de
Janeiro se milita con fervor por la diversidad sexual- y consigna los avances
de otras naciones menos avanzadas en ese campo como China, Sudáfrica, India y
Cuba.
Por el contrario, según el análisis Oriente Próximo, el
Africa evangélica y el Asia musulmana son las regiones más hostiles para los
gays, pero aunque allí son combatidos con encarcelamiento y hasta la pena de
muerte no abandonan su reclamos.
Martel sostiene que la expansión de la causa gay se ha
disparado a partir de cuatro revoluciones en curso: la televisión satelital, el
telefóno móvil, Internet y las redes sociales, dispositivos que permiten una
articulación de los distintos reclamos y acciones de minorías que antes estaban
aisladas.
El sociólogo apunta también a desmontar la prevalencia de
una aceptación o rechazo de la aceptación gay por regiones o ligada al grado de
modernidad de una ciudad: así observa que los homosexuales pueden casarse
legalmente en Johannesburgo y en Buenos Aires, pero no en otras grandes
ciudades como Miami o Chicago.
"Occidente no tiene por tanto el monopolio de la
defensa de los derechos de los gays, y ni `Ocidente` ni el `sur` tiene el
privilegio de la homofobia. No es cierto que la `identidad` gay se encuentre
exclusivamente en el `oeste` y que en el `este` y en el `sur` sólo existan, con
más o menos dificultades, las prácticas` homosexuales -asegura-. No hay dos
homosexualidades, la occidental y la oriental. No hay choque de
sexualidades".
La Unión Europea impuso la despenalización de la
homosexualidad como regla para integrar esta alianza estratégica de países,
mientras que en Estados Unidos desde la presidencia de Barack Obama se incluye
a la libertad en la elección sexual dentro de la lista de los derechos humanos.
"Esta evolución global no tiene como centro de gravedad
únicamente a Norteamérica y Europa: se ha vuelto multipolar -indica Martel-.
Estamos asistiendo a una `desoccidentalización` de la lucha por los derechos
humanos de los gays. Brasil, Uruguay, Argentina, México, Uruguay y hasta
Sudáfrica han tomado su destino en sus manos y ahora son fervientes partidarios
de los derechos los derechos LGBT".
La militancia gay está arraigada en todas partes, desde
América Latina hasta Asia, Europa y Norteamérica, en lo que opera como una
demostración de que la globalización no es sólo económica sino también de
valores. No sólo eso: la defensa de los derechos gays se ha convertido en la
nueva frontera de los derechos humanos.