A pedido de la familia Martínez de Hoz y sin que medie una
orden judicial, un sitio local suspendió la campaña de financiamiento colectivo
del nuevo documental de Osvaldo Bayer.
El episodio es un capítulo más en una
larga disputa entre el historiador y los nietos del ex ministro de economía de
la última dictadura militar.
Más allá de los nombres propios y sus ecos históricos, el
caso de la censura a este documental nos permite una reflexión entorno a las
tensiones actuales que existen entre las lógicas corporativas y la necesidad de
construir espacios comunitarios y abiertos en internet.
En septiembre de 2010, Macanudo Films estrenó Awka Liwen,
una película escrita por Osvaldo Bayer, Mariano Aiello y Kristina Hille. “Awka
Liwen” es una voz mapuche que significa rebelde amanecer. El film rastrea la
historia de la propiedad de la tierra en la Argentina, la apropiación de
territorios indígenas y el rol de la familia Martínez de Hoz en el
financiamiento de la “Campaña del Desierto”. “La intención es iniciar una
autocrítica de los gobiernos argentinos, como lo hicieron Canadá y Australia,
que pidieron perdón a sus pueblos originarios por las matanzas cometidas”,
expresó Bayer en su momento.
El film ganó distintos premios, fue incorporado como
material de estudio en programas educativos y, según sus realizadores, fue
visto por más de 10 millones de personas. Pero en 2011, los abogados Alejandro
y José Alfredo Martínez de Hoz, nietos del ministro de economía de la última
dictadura, presentaron un amparo para impedir su difusión en los cines:
reclamaban una indemnización por considerar que el documental contenía “hechos
falsos”, al tiempo que “dañaba la imagen de su familia”.
La respuesta fue un contragolpe casi deseado: Bayer y Aiello
armaron otro proyecto titulado, sin metáforas, Martínez de Hoz. Este nuevo
documental, cuentan los realizadores, “desarrolla la historia económica de la
Argentina, contraponiendo el relato de los propios Martínez de Hoz con los
verdaderos hechos históricos”. Otra vez la lupa se posa sobre la “imagen de la
familia”.
Para financiar el proyecto, los realizadores recurrieron a
Idea.me, una plataforma de crowdfunding fundada en Argentina en 2011. La
empresa, presidida por el ex director ejecutivo del Museo Malba y creador de
Costa Films, Eduardo Constantini (hijo), está orientada a artistas y creativos.
Su lema resume el espíritu del crowdfunding: “Los sueños se hacen realidad
gracias al financiamiento colectivo”. Como Kickstarter y otros sitios
similares, esta plataforma ofrece, a cambio de una comisión, el espacio para
que creadores y usuarios se conecten entre sí y un proyecto, que no encuentra
financiamiento en el mercado o desea saltear las lógicas comerciales de la
industria, tenga la posibilidad de realizarse.
Pero a las pocas horas de lanzada la campaña, los doctores
Martínez de Hoz enviaron una carta documento a Idea.me solicitando la
cancelación de la iniciativa “hasta que se dicte sentencia firme en el juicio
referido al film Awka Liwen“. Poco después, Idea.me respondió suspendiendo
“temporalmente” la campaña.
La decisión, explicó la empresa, se ampara en las
atribuciones contenidas en los términos y condiciones de su servicio. Uno de
los ítems, subrayado por los abogados, es el f: ”No introducir o difundir
cualquier información y contenidos falsos, ambiguos o inexactos de forma que
induzca a error a los receptores de la información”. En su mensaje, Idea.me
asegura que la suspensión de la campaña queda supeditada a la resolución de la
contienda por Awka Liwen, una causa que, al menos judicialmente, no refiere al
proyecto contenido en su plataforma, sino a otro documental. Lo que denuncian
sus realizadores es que, sin una orden judicial, la “atribución”, convertida en
“interpretación”, termina confundiéndose demasiado con una toma de posición o
un gesto de solidaridad corporativa.
Hoy la iniciativa sigue online pero no pueden realizarse
aportes. Hasta la suspensión, efectuada el 20 de junio pasado, había recaudado
más de $42.000, que representan el 23% del presupuesto total estipulado. Para
poder seguir colaborando, los realizadores habilitaron un número de CBU y una
cuenta en Paypal, detalladas en el sitio estoyconbayer.com
El patronímico “Martinez de Hoz”, se sabe, arrastra esa
sonoridad negra de la dictadura que le imprime tragedia o muerte a todo lo que
toca. Es entendible. Pero más allá del peso de los nombres propios y sus
sombras históricas, este caso particular dispara una serie de reflexiones que
pueden ser pensadas en las tensiones actuales entre las decisiones corporativas,
los grupos de poder y la posibilidad de pensar espacios públicos, democráticos
y cooperativos en internet.
Los términos y condiciones, es cierto, suelen ser un
resguardo para las empresas y una sutil trampa para los consumidores.
(Autor: Diego Sánchez)